Ya se terminaron las tres horas, las chicas están alejadas hablando, estoy esperando a Cristina fuera del colegio esperando a que ellas lleguen.
—Sebastián: ¡hola! — me saluda y yo lo volteo a mirar— ¿Qué esperas? — pregunta— a Cristina— le respondo— mientras yo te acompaño a que ella llegue, ¿a qué hora tienes que estar en el trabajo? — pregunta— antes de la de las tres porque siempre queda un poco lejos y tengo que salir antes— le respondo con una sonrisa— déjame llevarte ¡sí! — me hace ojitos— no quiero que te molestes— inquiero— para mí nunca vas a hacer una molestia ¡lo sabes no!— me mira con una ceja levantada y yo asiento— bueno está bien, pero nada más por esta vez— le digo con una sonrisa— ¿dónde te paso a buscar?— pregunta— llegas donde Cristina voy a estar ahí— le respondo— ok, está bien allí estaré, voy a estar a pasar a buscarte a las dos y quince— ¿te parece?— pregunta— no puedo decirte que no porque igual lo harías— respondo y se le asoma una sonrisa.
—Cristina: ya llegamos ahora si nos podemos ir— dice acercándose a nosotros.
—Sebastián: ya que llegó Cristina, ahora si me puedo ir— dice y meda un casto beso y se va, cuando va llagando a su moto se voltea y me grita— ¡NOS VEMOS DONDE CRISTINA! — dice y me pica el ojo yo sonreí y le lanzo un beso y él se sube a su moto y se va.
—Cristina: si te vieras la cara ni una pendeja, quien lo diría— habla con burla y yo ruedo los ojos.
—Reachel: ¡podemos irnos ya! — inquiero— si recuerdas que tengo que almorzar, bañarme y quiero descansar así sea unos minutos llevo media hora esperándote— digo medio seria— chicas no me dejen sola a Laura— le pido a Sofía y Carolina.
—Carolina: tranquila no lo haremos, ya váyanse— dice.
—Reachel: si, si vamos apúrate— digo arrastrando a Cristina.
Las chicas se fueron por su camino y Cristina y yo por el nuestro.
—Reachel: y Kevin, como van— le pregunto.
—Cristina: pues… estaba hablando con él, por eso me demore, como no habíamos podido hablar bien, me acerque a saludarlo y quedamos en vernos hoy— dice tranquila
—Reachel: comprendo— expreso— solo te digo que tengas cuidado con tu corazón, trata de llevar de la mejor manera esta situación para que tu corazón no salga lastimado, ¡por favor! — le digo preocupada.
—Cristina: tranquila— me agarra la mano— sabré, manejar la situación, pondré mi corazón en neutro— me dice para que me quede tranquila.
Por fin llegamos, Cristina se queda en su casa y yo paso a la mía, entro a la casa y no se encuentra nadie; en estos días no me he cruzado a ninguna de las dos y ojalá fuese así todos los días, nos evitamos muchos problemas las tres. Voy a la cocina a prepararme mi almuerzo, lo cual consiste en papa cocida con cerdo a la plancha.
En media hora ya estuvo mi almuerzo, me sirvo y comienzo a comer sabe tan rico este cerdo y no porque lo haya hecho yo, pero sé que tengo unos buenos dotes culinarios, todo gracias a mi mamá que me enseño, luego de comer, lavo los platos y lo dejo en su lugar, subo a mi habitación busco un atuendo sencillo, pero adecuado para el lugar, saco unos jeans azul turquí con un suéter de cuello blanco y mis zapatos, me desvisto y me dirijo al baño a ducharme, después de media hora salgo, comienzo a vestirme, me hago dos trenzas, me unto un poco de maquillaje solo polvo y labial y colonia, guardo todo en mi bolso, llave, celular, cargador por si las moscas, y estoy lista, miro la hora y ya son las dos en punto, descansaré un poco donde Cristina hasta que llegue Sebastián.
Salgo de la casa y voy donde Cristina, toco el timbre y me abre la señora Rosalba.
—Rosalba: mi niña, ¿Cómo estás?, tenía rato que no te veía, pasa adelante— me invita, ella me hace sentir tan especial, como me habla, me hace sentir como si fuese su hija.
—Reachel: señora Rosalba— hablo con ternura— yo muy bien, ¿y usted?, yo vine ayer y usted no estaba— le digo con una sonrisa.
—Rosalba: me alegra demasiado que estés bien, yo estoy muy bien, ha si ayer no estaba aquí, ¿vas a ver a Cristina?— pregunta y yo asiento— está en su habitación, ya tú sabes adonde es— le doy las gracias y subo a la habitación de Cristina, entro y ella está acostada y yo para hacerle la maldad me le tiro encima.
—Cristina: que te pasa loca— dice riéndose.
—Reachel: no sé, me dieron ganas de tirarme encima de ti— le digo con burla, me levanto y me siento en la cama.
—Cristina: ya estás lista— lo dice más como una afirmación.
—Reachel: si lo estoy— afirmo su pregunta
—Cristina: sé que todo te va a salir bien, confía en ti— me anima
—Reachel: gracias, y sin duda alguna yo daré todo de mí para que este trabajo me resulte— le digo y siento que mi celular vibra, lo saco y miro a ver que es, es Sebastián me mandó un mensaje.
—Sebastián: ya estoy aquí afuera, ¡sal! — me envió
—Reachel: ya llego Sebastián, así que ya me voy— me levanto y ella me sigue la acción para acompañarme a la puerta.
Salimos y allí se encuentra el cómo siempre con su postura rígida arre costado en la moto con sus brazos cruzado y una sonrisa de medio lado es simplemente una perfección, pero cuando me ve se le ensancha más la sonrisa y eso causa en mí un revoltijo en mi barriga, así como mariposa.