Un Nuevo Comienzo

93 CAPITULO

¿Qué es ser feliz? — me pregunto, felicidad para muchos podría ser tener dinero, viajar, tener un perro, comer una hamburguesa y entre muchas cosas más, cada quien vive y ve la felicidad a su manera, pero mi pregunta es — ¿soy feliz? — justo ahora lo pienso y me atrevo a decir soy feliz; soy feliz porque tengo al lado a un hombre maravilloso, tengo unos amigos verdaderos que me han querido con todo y mi caos, me siento feliz porque aunque mis padres no están junto a mí, ellos si deseaban que yo si fuese feliz, ¿es felicidad plena?, sería muy pronto llamarlo así, pero justo hoy me siento completamente feliz, no hay felicidad absoluta por ello hay que disfrutar cuando se presenta la oportunidad, no les niego que me siento como en un sueño en el cual me da miedo despertar y caer en la realidad que todo fue una imaginación, no sé qué pueda pasar mañana no tengo la menor idea de ello, pero sí sé que todo lo que venga lo enfrentaré con mucho valor.

Estoy haciendo el desayuno, Sebastián aún está dormido, ¡sí!, me quedé a dormir en su casa, yo aproveché para prepararle algo rico, ya que aún está dormido, consiste en panqueques, con fresas y arándanos con miel y jugo de naranja, aunque también le hice un café con leche, el señor Fabricio como que no se encuentra en casa, me siento un poco más cómoda y libre de moverme aquí en la cocina, me muevo con mucha agilidad porque estoy escuchando música y me encuentro concentrada disfrutando la música y la cocina, se está reproduciendo “aprender a quererte de Morat”, no siento cuando entra Sebastián a la cocina porque lo hace muy sigiloso para que no lo escuche, me sorprende cuando lo siento que me abraza por detrás, tanto así que dejo caer la cuchara con la que estoy volteando los panqueques.

— Sebastián: ¿sabes lo linda y sexy que te ves bailando así concentrada? – expresa y yo me sonrojo ante tal confesión, solo rio para darme vuelta y quedar frente de él. 

— Reachel: la verdad es que no lo sabía, pero si tú me lo dices lo creeré – le digo dándole un beso en la mejilla, a lo que él esquiva la cara y me besa lento y apasionado, nos separamos y supervisa lo que se está cocinando.

— Sebastián: ¿Qué estás preparando? – pregunta – huele muy rico – me alaga.

— Reachel: te estoy haciendo unos panqueques, con fresa, arándanos, jugo de naranja y café con leche; quise prepararte el desayuno como una muestra de que te quiero mucho – le confieso

— Sebastián: desearía que todas las mañanas fuesen así de lindas, donde tú me cocines o yo te cocine, donde ambos cocinemos, nada me haría más feliz – dice tomándome por la cintura pegándome hacía a él.

— Reachel: sé que habrá tiempo suficiente para hacer estos planes y los muchos que viene, no te imaginas lo feliz que me haría eso, compartir cada mañana contigo – le digo sonriente, me toma por sorpresa y me carga dejándome sentada en el taburete de la cocina que está despejado.

— Sebastián: me haces tan feliz Reachel, pensé por un momento cuando me desperté que todo había sido un sueño porque no te encontré en la cama al lado mío, me asuste tanto que quise buscarte por todos lados que cuando te escuche tararear la letra de la canción y entro a la cocina y te veo bailando mientras cocina, pude convencerme de que soy afortunado por tenerte en mi vida, porque contigo tengo todo y sin tu amor no tengo nada – dice todo aquello a un centímetro de mi boca y no dudo besarlo con fervor.

— Reachel: soy tan feliz por tenerte a mi lado – le expreso – vamos a desayunar antes de que se coloque frío – lo invito y él accede bajándome del taburete, me ayuda a servir y a colocar los platos en la mesa. Una vez todo listo nos sentamos a disfrutar el desayuno mientras hablamos de todo un poco entre risas y besos.

Después de un rico desayuno y de dejar todo en orden, le pido a Sebastián que me lleve a casa porque me quiero dar un baño, he pasado toda la noche y parte del día fuera de la casa, deseo descansar y no es que no lo haya hecho con el aquí en su casa, ¡sí!, pero deseo descansar un poco más, espero a que él se bañe y arregle para que me lleve.

Una vez listos me encuentro montada en su moto para dirigirse a mi casa, él se dispone y nadie dice nada, aunque no es un silencio incómodo, es normal. Llegamos a mi casa, me bajo de la moto y me quedo parada frente de él.

— Reachel: gracias por traerme y nuevamente gracias por todo lo que hiciste, me siento muy feliz – le comento.

— Sebastián: todo para que mi princesa se sienta feliz – dice y yo sonrío

— Reahel:  bueno muy rico pasar el tiempo contigo, quisiera pasar más; pero yo me quiero bañar, así que te dejaré por unas horas voy a tratar de dormir un poco ¡sí!, - coloco ojos tiernos, él solo sonríe y asiente, me despido con un beso en la boca, él procede a irse y yo a entrar a la casa de mis pesadillas.

Entro en silencio me cercioro de que nadie se encuentre en la sala, me siento aliviada porque no hay nadie, subo de rapidez a mi habitación; entro en ella, me tiro a mi cama y nunca había sentido tan deliciosa mi colcha, sonrío como una niña pequeña por todo lo que está sucediendo, me siento como en un sueño el cual no quiero despertar, ojalá todos los días fuesen de esta manera, yo fuese completamente feliz. Obligo a mi cuerpo a reaccionar, necesito bañarme para descansar un poco, así que eso procedo a hacer, me despojo de mi ropa y me adentro al baño a ducharme, dejo que el agua arrope todo mi cuerpo sumerja en la calma que regala el agua al momento de tocar la piel.




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