MIRIAM
Empezamos otra mañana, ya llevamos aquí un par de meses. Desde que llegamos no habíamos recibido noticias del mundo exterior, era un lugar muy protegido y solo nos repetían información con ligeros cambios. Era inútil, no me gustaba este lugar, era extraño.
En todo el tiempo que llevábamos en ese lugar no había visto a nadie excepto al soldado que nos llevaba a todos lados y a el profesor Vladim, Alejandro empezó a tomar clases de denfesa personal aunque no era nada tan drástico. Íbamos de camino al salón de entrenamiento después de pasar por el comedor. Cuando tomo una vuelta que no iba en el recorrido, porque si, ya había memorizado el recorrido en el tiempo que llevabamos.
Llegamos a una puerta plateada la cual parecía que estaba hecha del mismo material que las bases-tuneles, cuando entramos vi un laboratorio en toda la extensión de la palabra, había como minimo 20 personas y entre ellas para mí desgracia el doctor Gregor, del cual no había sabido nada desde el primer día aquí.
Se acercó a nosotros junto a otros 3 médicos más, bueno no sabían exactamente que eran pero me tranquilizaba pensar eso.
—Que alegría verlos, nuevamente —Termino su oración con una sonrisa tan falsa que incluso me heló la sangre.
—¿Que esta pasando?¿Para que estamos aquí?
—Como les comenté al principio desde que ustedes llegaron serían sometidos a diversos estudios para poder extraer el componente de su piel.
—¿Como va a pasar esto? —Alejandro no se alejaba de mi.
Camino y sin más, lo comenzamos a seguir.
—Junto a mis colegas les realizaremos un hemograma completo, después pueden continuar con su rutina diaria.
Sin decir nada más, nos guiaron hasta unas sillas y nos sacaron un poco de sangre. No tardamos nada pero cuando ya nos retiramos comenzamos a escuchar un alboroto y como objetos se caían. Sin poder avanzar del miedo que sentí en ese momento, lo pude ver, era un chico, el cual no le calculaba más de 23 años, estaba siendo sometido entre cuatro soldadados.
DESCONOCIDO
Siempre era lo mismo, me levantaban y seguían con sus estudios, no sentía ya muchas cosas, una de ellas era la noción del tiempo, no sabía si pasaban horas, días o semanas antes de salir de mi "habitación". Vivía en un estado "zombie", lo cual era irónico ya que ese virus no me afectaba.
Estaba tirado en la cama, cuando de repente abren la puerta, no tenía sentido poner resistencia, era inútil, ya no tenía fuerzas. Me llevaron al laboratorio, el lugar era tan blanco que me hacía doler las retinas y tenía que caminar casi a ciegas, el laboratorio contaba de dos zonas, la principal en la cual hacían exámenes médicos y análisis, luego estaba la otra, que era mi martirio, unas camillas y varias máquinas, nunca pensé que mi final se viera así.
Me recostaron y comienzan a introducir las agujas, inicia el pitido, ese que me indica que voy a sufrir... Pero nada llega, escuchó una voz, me parece familiar.
—¿Que esta pasando?¿Para que estamos aquí?
Era extraño pero esa voz, me dio ánimos, tenía que llegar a esa voz, no entendía el porque, solo que tenía que hacerlo.
Aún no me habían amarrado con las correas así que aprovecho y tiro la mesa que está a mi lado, solo estaba con dos médicos, mientras miraban el desastre que hice, como pude llegué hasta el principio del laboratorio y en ese momento la vi... Era ella, no sé cómo lo sabía pero era ella. Miriam, la chica en la cual he pensado tanto, al fin está aquí.
Quiero ir con ella, es como un imán hasta que se rompe la burbuja, me toman entre varios soldados y ella sale, me regresan a mi "habitación".
Ahora más que antes quiero salir de aquí, tengo que volver a verla no sé cómo ni cuando pero lo haré.