Un nuevo comienzo (profesor Luna ll)

Capítulo 4

Sostenía la cadena ligera y delicada, de un dorado artificial, Lía se la había entregado y ella no había tenido el valor de decirle que en realidad nunca se rompió la cadena del collar que siempre usaba, porque Lía siempre necesitaba una explicación para todo y cuatro años atrás parecía correcto decirle que el motivo de que dejara de utilizar algo que no había soltado ni para bañarse era que estaba dañado, aunque esto era una metáfora cruelmente adecuada...

No podía conciliar el sueño aun cuando al día siguiente tendría que ir al trabajo, ni podía soltar aquella cadena que había revivido recuerdos que no quería tener, suspiró, debatiéndose entre buscar en aquel cajón, pero en ese momento el pensamiento de que ya todo estaba sanado la hizo volver a la cama.

 

¿Les ha sucedido alguna vez que piensan tanto en cómo será volver a ver a alguien, mil escenas distintas en tu cabeza cada noche, la forma en que lo enfrentarás, el volver a verle a sentirle cerca, lo primero que dirás, lo que querrías proyectar?

 

Todo... Todas las posibilidades, los millones de escenarios en los que podría volver a mirar sus ojos favoritos ya habían sucedido en su cabeza, sin embargo, ya había superado la época en la que creía que eso en verdad pasaría alguna vez.

 

Al principio lo pensaba a cada instante, antes de ir a dormir, mientras tomaba una ducha, mientras ayudaba a la niña a ordenar sus útiles escolares, mientras tomaba café y el solo hecho de existir lo traía a su mente, le dolía tanto la forma en que había ocurrido todo, no podía aceptarlo, no podía estar en un mundo en el que ellos ya no eran una posibilidad o un diminuto tal vez o al menos una amarga mentira.

Le desgarraba el alma saber que su gran amor había terminado, rompía cosas y gritaba contra la almohada de su fría habitación, miraba mal al hombre del autobús y repasaba a cada momento toda su historia, buscando el punto en el que ella o su madre o quien fuera se había convertido en el culpable de todo.

Ya está, lo he perdido, perdí a mi gran amor, pero ¿era realmente su gran amor? ¿cómo iba a saberlo en todo caso?

Solo tienes diecinueve... eres demasiado joven para sufrir por amor, tienes más cosas en que pensar, como la niña a tu cargo y las cuentas a pagar, se decía a sí misma cada tanto para evitar que el viento de la desilusión comenzara a elevarla y alejarla de la realidad.

Había pasado de extrañarlo infinitamente a preguntarse con amargura si aquello era todo, no lo es, se dijo un día, tengo tanto por vivir, puedo seguir, puedo, puedo seguir...

 

Y entonces soñaba con unos bonitos ojos oscuros y una linda noche llena de estrellas, veía el dije del corazón de cuarzo al fondo de su bolso o un chico en la universidad la invitaba a salir y no podía evitar comparar todo lo que él decía con lo que su amor habría dicho y no estaba a su altura, nadie estaba a la altura de él y entonces se esfumaba toda la motivación de seguir, porque ¿Cómo iba a ser posible volver a sentir por otra persona todo lo que sentía por él?

No podía, quería buscarlo y lo había hecho, al principio varias veces lo había intentado, pero su antiguo número había sido dado de baja y no tenía más, cuando salir de su cama era muy difícil llamaba a la antigua escuela de su hermana a sabiendas de que terminaría llorando

—¿Puedo tener el número de un profesor...?

—No, es información confidencial

lágrimas, que tonta, que tonta, basta, suspiro, sigue... vamos

—Pertenezco a una empresa de seguros de vida y él ha dejado este número de emergencia

—¿Cuál es el nombre del profesor?

Me tiemblan las manos... Solo dilo, solo dilo, vamos...

Mentirosa...

Presionaba colgar, porque si decía su nombre en voz alta recordaría todo lo que había perdido.

—Desapareció, no dejó nada, ninguna información, solo se que fue transferido a otra escuela, pero pidió no dijeran a donde —le había dicho su mejor amiga por teléfono, después de haberla convencido de que fuese a averiguar por ella.

—¿No te dijo donde vivía antes de mudarse aquí?

—Una ciudad grande

—Eso puede ser cualquier lugar... ¿Has pensado en volver? me preocupa que lo estés pasando mal

—¿Dijeron algo más? —Layla evadía lo que no necesitaba oír y lo que no quería responder, se había hecho experta en ambos.

—No, no hay forma de saber dónde se ha ido

—Lo sé

—¿Has buscado en redes sociales?

—Nada...

—Entonces sigue adelante, creo que no quiere que lo encuentres

 

Sigue adelante Layla, vamos, ya no hay más, se ha ido.

Ya aparecerá alguien más, él no puede ser el único, te falta mucho por vivir.

Se repetía cada mañana frases como estas, para recordar que debía continuar.




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