Sus zapatillas repiqueteaban contra el linóleo negro al entrar al despacho, el edificio consistía en tres pisos y un estacionamiento subterráneo, era un edificio moderno en el centro de la ciudad, con ventanales de cristal que vistos desde afuera reflejaban brillantes colores azules a la luz del sol, en letras grises y caligrafía elegante se leía: "Marquina & Co Abogados", Layla había soñado con lograr ser seleccionada por aquel despacho de abogados, ser aceptada para terminar su formación de posgrado y poder aprender de los mejores abogados de la ciudad, ansiaba entrar por aquella puerta de cristal, vivir grandes experiencias que sumaran conocimiento y practica a su carrera profesional, quería caminar por sus instalaciones, tomar el café de la sala de descanso, quería todo lo relacionado con aquel lugar.
Había pasado los últimos dos años luchando por hacerlo realidad, justo después de concluir su licenciatura le habían ofrecido una beca para el máster en derecho familiar, entonces había sido como una emocionante revelación el hecho de que en verdad deseaba darle ese rumbo a su carrera profesional, Jerome había recibido la propuesta de beca también y juntos habían emprendido su camino hasta donde estaban ahora.
—Quiere verte el jefe, te espera en su oficina — le dijo la secretaria apenas cruzó las puertas del ascensor del segundo piso, Layla asintió, imaginando que tendría la perfecta oportunidad para hablar con él y poner fin de una vez por todas a los "favores personales" que incluían ser tratada como su asistente personal y niñera de sus hijos.
Se encaminó decidida, pensando en lo que debería decir mientras iba a dejar sus cosas en su mesa de trabajo, en una solitaria esquina del segundo piso se encontraban los escritorios de los pasantes y becarios, aceptaban solo seis en total cada año.
Jemm la saludó con la mano apenas la vio acercarse, ella sonrió en su dirección tratando de ocultar la urgencia por ir al tercer piso a hablar con su jefe.
—El jefe quiere verte... — le dijo con una sonrisa fingida Giulio Vassier, el tercer y último pasante de aquel año, habían compartido varias clases mientras cursaban el máster, en las que él siempre se esforzaba por hacerse notar y contradecir todo lo que Layla pensaba u opinaba sobre cualquier tema, aun si ella estaba en lo correcto.
Las últimas semanas Giulio se regodeaba caminando en sus zapatos elegantes y mirando sobre sus gafas redondas a todo aquel que pasara a su lado, con su cabello rubio exageradamente arreglado, amaba hacer notar lo mucho que estaba fracasando la carrera de Layla siendo enviada por los hijos del jefe, por café o a conseguir papel para las copias, para Layla ninguna de esas cosas lo había hecho quedar por encima de ella, aun cuando sabía lo mucho que él lo deseaba, lo cierto es que ser el segundo de la clase siempre conllevará envidiar al primero.
Layla había aprendido a vivir con ese tipo de competencia, porque lo que realmente le había importado desde el principio era ser la mejor.
Ignoró la mirada condescendiente de su compañero al no recibir respuesta alguna de Layla, que dejó su bolso y pertenencias y se dirigió a la oficina de su jefe.
No había entrado ahí nunca, desde el exterior se podía apreciar que era más grande que cualquier otra oficina e incluso que las salas de reuniones en las que se atendían clientes o se llevaban a cabo resoluciones simples de algunos casos.
Demian Marquina hablaba por teléfono cuando Layla asomó la cabeza de cabello castaño por la puerta luego de llamar con los nudillos, él le hizo un gesto para que entrara y la hizo esperar hasta que su extraña conversación telefónica sobre el famoso almuerzo de los domingos terminó.
Entonces la miró y la invitó a sentarse con un ademán de su mano.
—Alexander... sólo quería agradecerte lo paciente que eres con mis hijos, realmente tu trabajo en la empresa ha sido muy bueno —Layla lo miró sin expresión, eran absurdas sus palabras, cuando el único trabajo que había hecho durante las cinco semanas que llevaban ahí había consistido en estúpidas tareas que no le enseñaban nada a cerca de su profesión. —Esta noche tengo una reunión importante con personas que buscan invertir en el despacho y me han pedido llevar un pasante y un becario, estoy considerándote para ello... —Layla echó un vistazo hacia los papeles en su escritorio y no pudo evitar notar que eran las carpetas de ingreso de Jemm, Giulio y la de ella, pensó en que seguramente las había estudiado y habría notado su sobresaliente desarrollo como estudiante.
—Muchas gracias, sería un honor
Verdaderamente se emocionó ante la noticia, pero en lugar de saltar de alegría como hubiese querido, se limitó a sonreír ligeramente, siendo lo más diplomática posible, entonces él dio una ligera palmada al juntar sus manos, como celebrando.
—¡Perfecto! — exclamó y luego fingió de una forma muy evidente para Layla que había recordado algo, miró su reloj y luego a ella con una expresión que buscaba causar lástima — He olvidado que mis hijos salen en media hora de la escuela, si pudieses ir solo por esta vez... — Layla tuvo que poner todo de sí para no gritar, "solo por esta vez" era lo que había dicho las últimas diez veces y las anteriores también.
Quizá utilizar la oportunidad de ir a la "importante reunión" con los inversionistas era la manera que tenía Marquina de asegurarse de que ella no pudiese negarse, era asquerosamente inadecuado, pero Layla pensó que al menos está vez a diferencia de las anteriores tendría una recompensa.
Editado: 16.05.2021