Capítulo 6

Al llegar al apartamento, fue directo a su cuarto a buscar ropa limpia y cómoda que la ayudase a olvidar un poco todo lo que había pasado aquella tarde, se miró en el espejo, el cabello corto la hacía lucir distinta, la chica de la estética había alabado lo bien que le quedaba aquel corte con su cuello largo, pero hasta ese día ella no había vuelto a verse a sí misma de la forma en que lo estaba haciendo, había algo en sus ojos, una minúscula partícula de algo que la hacía recordar a la antigua Layla, eso más allá de disgustarla la hizo sonreír, la había dejado morir, apagarse lentamente desde aquellos pesados dos años de depresión, había dejado ir algo, que aunque no sabía con certeza que era, al parecer estaba volviendo, al menos una pequeñísima parte.

Cuando bajó de nuevo, se encontró con Jemm hablando animadamente con Nicholas y una Lía sonriente y orgullosa sentada con las piernas anormalmente cruzadas en la esquina del sofá blanco.

—Entonces, el mellizo demoniaco se orinó en los zapatos del jefe ¡Deberían haber visto su rostro! —Jerome gesticulaba al contar la anécdota mientras Lía reía cubriéndose la boca, costumbre que había adquirido desde que le habían colocado la ortodoncia dos años atrás, cuando Layla fue suficientemente solvente para costearla.

—¡Desearía haber estado ahí! —sentenció su hermana y se giró a mirarla siguiendo la mirada concentrada de Nicholas.

—Hola amor —soltó él, en su elegante traje, Layla sonrió al mirarlo y se acercó a él para besar su mejilla en un atento saludo.

Era lunes, así que no esperaba que él fuese a verla, pero ahí estaba y ella había tenido un mal día, así que quizá era su recompensa del destino por todo lo que había pasado.

Jerome comenzó a abrir apurado unas bolsas grandes de papel color café que estaban en la barra de la cocina.

—Tu Mr. Dinero ha traído la cena... —dijo en un tono emocionado y Layla sonrió para luego mirar a Nick y ofrecerle un gesto de agradecimiento.

Jerome era en parte un poco responsable de que ellos hubiesen acabado juntos, su amigo tenía una amplia gama de conocidos gracias a que desde muy joven había emprendido su vida a solas, tal como Layla, pero él al contrario de ella; había formado amistades con mucha gente para poder llegar hasta donde estaba, la empresa del padre de Nicholas había pagado por la mitad de la carrera universitaria de Jerome, al otorgarle una beca después de que él trabajara como repartidor con ellos, aun teniendo un cargo tan pequeño en la cadena jerárquica había logrado entablar amistad con la madre de Nicholas, así que en una de sus elegantes fiestas, llevó a Layla con él, iban con la esperanza de robar algunos aperitivos para comer por la noche viendo una película junto a Lía, entonces Nicholas se había acercado, interesado en la joven de grandes ojos verdes y todo había comenzado.

Por su parte ellos no eran exactamente amigos, pero Nick estaba obligado a convivir con Jemm y su carácter bromista si quería estar con Layla y entonces así era.

Lía había amado a Nicholas desde el primer momento, era el primer novio oficial que conocía de su hermana, sin contar los chicos de su adolescencia, la aventura con su profesor de la que no sabía nada y el chico de la universidad que había salido con Layla un par de meses,  para Lía sólo Nick era el tipo perfecto para su hermana, la trataba excelente y no la sofocaba, cosa que Layla aun repelía, así que el hecho de que él trabajase durante tantas horas a la semana lo hacía estar solamente en las ocasiones necesarias.

—Deberías estar más feliz hermana... —le dijo Lía acercándose a la barra y golpeando su costado ligeramente para llamar su atención, mientras tomaba uno de los dedos de queso que Nick siempre llevaba especialmente para ella.

—Creo que mañana estaré oficialmente despedida —soltó su única preocupación del momento, Nicholas la acercó más a su costado y le dio un apretón reconfortante en el hombro.

—En ese caso podrás trabajar en la empresa de mamá, tiene un grupo de abogados y estoy seguro de que aceptarán enseñarte todo lo que saben —Layla sonrió, sin dejar pasar el hecho de lo incómodo que era escuchar hablar sobre buenos padres y madres amables en un cuarto en que tres de los cuatro presentes no los tenían, Nick no tenía ni una pizca de culpa de aquello, pero seguía siendo un poco... extraño.

El problema con trabajar con los abogados de la madre de Nicholas era que ella dirigía una agencia inmobiliaria, por lo cual suponía que entonces ellos tenían en esa rama su especialidad, máster en abogacía inmobiliaria o quizá administrativa, pero eso no le enseñaría nada de lo que ella quería aprender, no habría nada para una futura abogada familiar en ese lugar.

De igual manera agradeció el gesto de su novio y todos comenzaron a comer entre risas, anécdotas y miradas cómplices.

Jemm peleaba con Lía por el último dedo de queso, mientras Nicholas trataba de hacer entender a su amigo que eran exclusivamente para la Alexander más pequeña y que no podía intentar robárselo, Layla reía al ver a su hermana de cabello morado intentar hacer justicia cuando Jemm se llevó a la boca lo que quedaba de su pelea.

Se detuvo a mirarlos por algunos segundos, tenía todo lo que quería tener,  tal vez podía ser mejor, pero era suficiente, no se sentía rechazada, olvidada o abandonada al estar con ellos, entonces cuando los vio reír a los tres, cuando vio a Nicholas levantando las pobladas cejas oscuras y con su perfecta sonrisa de modelo, los ojos oscuros y las líneas fuertes de su rostro pronunciándose aún más, cuando vio a Lía siendo tan parecida físicamente a ella, los ojos verdes y la nariz pequeña, con su nuevo color de cabello y su fleco que la hacía lucir tierna, cuando vio a Jerome riendo con la boca bien abierta y el singular sonido de su risa inundó la habitación completa, supo que tenía suerte, estaba bien, perder su trabajo no significaba nada si podía comenzar de nuevo, siempre se puede comenzar de nuevo, estaba bien, por fin, por fin, por fin, estaba muy bien.