Un nuevo comienzo (profesor Luna ll)

Capítulo 7

 

El día siguiente despertó sola en su cama, miró hacia donde pensó encontraría a Nick durmiendo, no estaba, se había ido dejando solo una nota en su cómoda en la que pedía disculpas por no poder quedarse, un café enorme estaba al lado.

Layla no sabía en qué momento de su vida había pasado de odiar el café y mirar con disgusto a quienes lo tomaban a ser de esas personas que lo necesitan para comenzar el día.

—Todos cambian... —susurró al aire, para luego darse cuenta de que había pensado en voz alta —Ahora hablo sola... Lo único que me faltaba —ironizó mirándose en el espejo de camino al baño.

Lía asistía a un instituto cerca de su casa, por lo que cada mañana salía caminando y volvía de igual manera por las tardes, los días que iba a trabajar a la biblioteca Layla pasaba a recogerla.

Aquel día Layla se tomó su tiempo en arreglarse, ponerse el pantalón a medida y la elegante camisa de seda blanca, se cepilló los dientes durante los dos minutos que recomiendan los dentistas, escuchó algunas canciones mientras se maquillaba un poco e incluso desayunó; pan tostado y huevos revueltos.

Muy lento... Haciendo tiempo para su inevitable regreso a Marquina & Co abogados, haciendo tiempo para retrasar su inevitable final como pasante de la mejor firma de abogados de la ciudad.

 

Había decidido dejar de pensar en el futuro a largo plazo, los años le habían hecho ver lo amarga que es la vida cuando el futuro es tu principal preocupación, de pronto comienzas a vivir pensando si la siguiente semana conseguirás el empleo, si el siguiente curso podrás seguir asistiendo a la universidad, si el siguiente año él volverá de repente dispuesto a intentar ofrecer lo que nunca pudo darte, si el siguiente verano por fin lo habrás olvidado, si el siguiente chico podrá llenar tus expectativas, todo ese tipo de esperanza vacía le quitó mucho tiempo de su vida, así que había comenzado a vivir el momento, porque al final el presente es lo único que tenemos.

Así que bueno, vayamos al trabajo...

Se dijo al mirarse al espejo una última vez, al menos luciría trágicamente hermosa guardando sus pocas pertenencias en aquella típica caja de cartón que te dan cuando te despiden, mientras los empleados y clientes la mirasen a lo lejos.

Sonrió un poco ante sus dramáticos pensamientos y las escenas como de película que había imaginado.

Dejando de evitar su destino entró por la puerta principal de la compañía, la secretaria la miró, sabía lo que diría, aun así, esperó a que saliese de sus labios fucsias.

—El jefe quiere verte —Déjà vu, estaba en un déjà vu.

Déjà vu; básicamente se trata de un suceso que se siente como que ya ha sido vivido, pero en realidad no.

Aunque en realidad si, al menos para ella, porque justo así había comenzado el día anterior.

—Gracias — miró a la secretaria, nunca le había hecho sentir esa extraña sensación de recordarle a alguien, pero de pronto imaginó a Victoria, mirándola desde la silla y tras la barra de recepción, con aquellos labios fruncidos y la mirada advirtiéndole su destino:

Te dije que no lo lograrías, cariño...

 

Layla le dio la espalda, odiando lo imaginativa que había despertado aquel día y que sus miedos tuviesen aquella extraña forma de manifestarse, te odio déjà vu.

Sopesó la opción de saltarse la visita al jefe y solo marcharse, pero su renovada valentía no la dejaría hacerlo, así que se encaminó hacia su oficina con paso seguro, está vez él no estaba hablando por teléfono, ni la hizo esperar, simplemente le invitó a pasar con una apenas perceptible mirada.

—Alexander... Estás aquí

—Recogeré mis cosas en cuanto termine —soltó sin pensarlo y él la miró como si estuviera loca.

—No estás despedida —le dijo sin rodeos y ella ancló sus uñas en las palmas de su mano para no gritar de alivio, aunque ya que le permitiría seguir después del día anterior, no pensaba soportar tratos como los pasados y estaba dispuesta a ponerlo sobre la mesa una vez más de ser necesario.

—No pienso perder a una abogada con el ímpetu que tienes... —continuó él, sin esconder lo maravillado que estaba por ella —Tenias... Tienes razón, nunca debí pedirte que hicieras cosas que no te corresponden, te ofrezco una disculpa y espero que desees seguir siendo parte de nuestro equipo y me des la oportunidad de demostrarte porque este es el despacho con los mejores abogados de la ciudad —ella asintió, de pronto, con él hablándole de esa manera lo encontraba poco aterrador, inútilmente se preguntó con ironía por qué no lo había detenido antes, sin embargo, había pasado entonces y eso era la importante.

Pensó en que quizá olvidó por algunas semanas, de algún modo extraño, que ella era increíblemente inteligente y capaz, nunca volvería a olvidarlo, no estaba dispuesta.

 

—¿Entonces... te quedas? —preguntó él, ansioso por el silencio de Layla que había estado navegando entre pensamientos, ella asintió.

—Por supuesto —contestó con simpleza, él sonrió con entusiasmo.

—Me alegra entonces, porque ahora si comenzará la acción para ti y tus compañeros pasantes, les tengo una sorpresa, permíteme un momento... —tomó el teléfono de mesa y con torpeza se colocó el auricular sobre la oreja, marcó con esmero cada una de las teclas que comunicaban con el segundo piso, ella esperó.




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