Un nuevo comienzo (profesor Luna ll)

Capítulo 10

 

Layla caminó tras Demian, sonriendo a las personas importantes que le presentaba y charlando con soltura con algunos de ellos, él parecía un orgulloso padrino llevando a su “protegida” de aquí para allá, le contó que cada año ponía sus esperanzas en uno de sus pasantes, podía sonar mal y como si la estuviese favoreciendo, pero era lo contrario, solo esperaba que ella pusiera todo de sí, pero no le pondría el camino fácil, aquel día, presentarle a esas personas, a una de las partes del caso, era la única ventaja que tendría.

Y para entonces Layla no sabía que tanta ventaja representaba aquello.

Layla suspiró sintiendo el viento del espacio abierto en su espalda por el escote de su vestido ajustado, no sabía que sentimiento emocional era correcto en aquel instante, por lo que decidió que lo más adecuado en una situación como la que estaba pasando era simplemente tomarlo con calma.

—Bueno, es todo por ahora, te dejo libre para hablar con Daniel, puedes hacerle algunas preguntas acerca del caso, él es maestro y sabe lo importante que es la educación y está dispuesto a cooperar con ustedes para su aprendizaje, por ahora el caso no será del todo formal, lo que busco es que se formen una idea de cómo sería su defensa, las soluciones que buscarían para resolverlo y todo eso —dijo él sonriendo y con aquella fluidez tan característica de él, pero luciendo apresurado por irse a buscar una conversación que no incluyera trabajo, casos y abogacía en general.

—Le avisaré que le harás algunas preguntas y puedes tomarte unos minutos para pensar lo que quieres saber —le dijo él y se dirigió hacia donde estaba Daniel.

Layla decidió no mirar hacia donde se dirigía, porque eso significaría encontrarse con aquella mirada que pensaba que ya había olvidado para siempre, hace años se había hecho a la idea de no volver a tener aquellos ojos sobre ella; mirándola.

 

Ni siquiera se atrevía a buscar a su amigo porque corría el riesgo, nuevamente, de chocar con la mirada de Luna.

Pero no pensaba huir, salir corriendo de enfrentar una realidad que no sabía que podía ser posible, sin embargo, estaba ahí, ambos lo estaban y aunque Layla se encontraba definitivamente sorprendida, una parte de ella sentía el deseo de ir a hablar con él, claramente no pensaba hacer las preguntas que Demian había sugerido, pero se sentía tonta imaginando decirle que no tenía idea de que fuese a ser él o que sentía lo de su divorcio, de igual forma no había algo exactamente correcto que pudiese decir;

Daniel aun me arrepiento por lo que pasó hace ocho años, Daniel lamento que tu divorcio sea una lección de aprendizaje para mí y mis compañeros y que te veas obligado a estar implicado o tal vez; oye pasé años olvidándome de ti y los múltiples recuerdos de mi mente en donde estabas, así que no esperaba verte... nunca más o aún mejor; lamento decirte que tendré que dejarte en la calle porque juré ante mi compañero que ganaría este caso a favor de ella...

Solo podía preguntarse a sí misma ¿qué haría ahora?

 

Quizá él la estaría esperando, quizá esperando que llegase a su mesa o que como la Layla que había conocido saliese de aquel lugar, intentando escapar de su enfrentamiento, en realidad no lo sabía, no sabía nada.

Solo necesitó decidirse a caminar hacia él y entonces lo hizo.

Él la vio desde su mesa, su copa de vino ahora estaba vacía, no sabía si estaba sintiendo algo más allá de la sorpresa, de cualquier forma, últimamente no sentía nada, le dio por mirar su reloj, buscando un mejor lugar para sus ojos que no fuese la silueta de aquella persona que ahora se presentaba como una mujer adulta, pero a la que había amado cuando era sólo una chica.

Layla llegó hasta su altura, frente a frente en aquella mesa alta, entonces ella pensó en que aquellas mesas sin bancos o sillas en un almuerzo debían ser un simple y puro capricho de personas adineradas, porque ¿quién encuentra conveniente comer de pie?

Estuvieron frente a frente algunos segundos, ambos se miraban, sin ánimos de decir algo que se escuchase políticamente adecuado, porque nada podía serlo, no teniendo en cuenta su pasado.

Ella entonces reconoció la incomodidad tras aquella nueva capa de frialdad en el rostro de él, ante su rostro impávido, se obligó a hablar primero, dejando de analizar la situación y de pensar demasiado en todo:

 

—Lamento que mi presencia sea necesaria aquí y que te haga sentir incómodo —dijo Layla, expresando muy superficialmente algo que sentía desde lo profundo de su ser.

Porque en el fondo, con aquella disculpa se refería a todo.

Daniel la miró sin expresión, estaba recargado en la mesa, con aire cansado y desganado, llevaba el cabello más largo que cuando Layla lo había conocido y algunas arrugas en su frente dejaban ver que el tiempo no pasa en vano, estaba simplemente ahí, existiendo frente a ella, luciendo trágicamente hermoso.

—No lo lamentes, el pasado quedó atrás, no es lo mismo, sabes... tu solo... luces como alguien a quien creía conocer

Layla pensó:

¿Es verdad? Ya no somos los de antes, pero yo siento que ni siquiera mil años son suficientes para dejar de saber el buen hombre que se esconde tras esos ojos marrones... ¿Por qué volviste justo ahora?...




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