Como en un abrir y cerrar de ojos habían pasado casi dos meses desde que Layla había dejado lo suyo con Nicholas.
Lo había manejado bien, los días le dieron la certeza de que aquello había sido lo correcto, únicamente por y para ella, porque no se había sentido tan libre como entonces, esperaba desde el fondo de su corazón que él se sintiera de la misma forma, que en medio de uno de sus viajes despertara con la certeza de que Layla le había mejorado la vida al decidir dar ese paso que ambos habían postergado demás.
Lógicamente Layla llegó a pensar en la posibilidad de que Daniel estuviese influyendo en sus decisiones, en la posibilidad de que quizá su corazón estaba tomando un rumbo que ya había vivido; el rumbo que la llevaba hasta él.
Pero luego lo veía, tan cambiado y siendo apenas la sombra de lo que fue cuando lo amó, lo escuchaba hablar de su esposa o lo observaba revolcándose en su dolor y miseria y se convencía de que era imposible, de que la Layla actual no podría amar al actual Daniel... luego su mente susurraba que sólo lo decía porque él no podía amarla tampoco...
Y entonces empujaba ese pensamiento lejos también.
Mientras Demian les había estado recordando que la fecha para seleccionar a quienes representarían el caso de Daniel y Marianne estaba cada vez más cerca, los tres habían entregado sus carpetas en donde planteaban sus argumentos, metas y visiones sobre el caso.
Sinceramente, Layla no sabía que esperar al respecto, pero no iba a permitir que todos aquellos miedos en su interior comenzaran a comerle la cabeza, así que ya no se ponía a pensar en si estaba bien o mal seguir hablando con Daniel cuando estaban en medio de una situación legal, si podría lidiar con representar a su esposa llamándolo 'amigo' a él y eso no influiría en nada, o si todos los miles de sentimientos que alguna vez le llenaron el estómago de mariposas y la vida de alegría en verdad estaban extintos por completo, si es que realmente no creía en eso de que donde hubo fuego... o simplemente se negaba a creerlo porque aplicaba en su situación.
Ella era feliz ahora, podía seguir siéndolo, porque hacerle caso a su corazón que se sentía tan bien; hablando con Daniel, mostrándole su vida y dándole el apoyo que él necesitaba era mucho más significativo comparado con lo mal que la ponían las partes feas de la historia si las dejaba salir, así que, simplemente seguiría a su corazón.
Porque su corazón era el único que siempre la había acompañado, había sobrevivido tantos golpes y llevaba tantas vendas sanando aún viejas heridas y tantos parches y cicatrices por los dolores del pasado, que era lo único auténtico, lo único que la respaldaba.
Había seguido con las constantes salidas y conversaciones que compartía con Daniel como buenos amigos, a las que ocasionalmente un Jerome alegre se unía, los domingos de hermanas y las tardes esperando a Lía salir de su empleo en la biblioteca, los días en el despacho y Marquina hablándole sobre casos que habían definido su carrera o historias bizarras con clientes extraños que no le dejaban ninguna enseñanza pero la hacían reír, escaparse con su hermana a mitad de semana para ir hasta los suburbios por su helado favorito o ir al salón de belleza a que retocaran el largo de su cabello...
Así que entonces todo parecía estar volviendo a la tranquilidad luego de su ruptura, su vida comenzaba a moldearse a estas nuevas circunstancias, cuando explotó una antigua parte de su vida que ya parecía olvidada, como aquellos videos en que una grieta pequeña en medio de una presa hace explotar todo el sistema de acueductos y se inunda por unos momentos el lugar, creando olas falsas de agua sucia, así fue aquello y esta vez el impacto fue casi destructivo, porque incluía a su hermana.
Editado: 16.05.2021