Marianne Roque siempre caminaba a paso firme, decidida y enalteciéndose a sí misma, desde que tenía memoria caminaba de aquella forma que su madre estricta siempre le había impuesto; buena postura, mirada imponente y rostro impetuoso, pero no aquel día, no del todo al menos. Le tomó varios segundos decir lo que llevaba tanto tiempo retrasando, pero aquella idea no dejaba de rondarle la mente, no la había dejado dormir tranquila la última noche...
Miró a Demian que parecía pensativo y como si estuviese a punto de rogarle que lo pensara mejor, aun cuando ni siquiera había soltado la bomba.
Entonces lo hizo.
...
—Quiere verte el jefe —le susurró la secretaria en cuanto Layla entró colgada del brazo de Jerome.
—Gracias —le dijo sonriendo a medias y con una ligera capa de ansiedad inundando el verde de sus ojos.
—¿Qué querrá ahora? —indagó su amigo, que miraba en su celular deslizando las fotos de chicos hacia el lado de 'ignorar' en su app de citas.
—No sé, pero me siento... nerviosa —confesó Layla, sacudiendo sus manos, como si aquello la ayudase a deshacerse del sentimiento, pasó las palmas sobre arrugas imaginarias en su pantalón negro, arregló el moño sencillo y elegante de su blusa blanca en otro intento por quitarse las ansias de encima.
Ciertamente los días anteriores habían sido un poco estresantes y aunque ahora estaba mejor, la sombra de aquellos sentimientos indeseables aun no se iba por completo, era como si tuviese que prepararse para lo peor, aun cuando sabia que dentro de su vida personal ya todo estaba mas tranquilo; Victoria no volvería a aparecer, al menos no si quería evitarse problemas legales…
—No creo que sea nada malo... —Jerome apartó por fin la mirada del móvil y la observó compasivo, le dio un apretón en el hombro y aunque no servía de mucho, aquel gesto reconfortante en realidad le daba a entender que él siempre estaría apoyándola.
Así que se dirigió hacia la oficina de su jefe, sin mirar hacia atrás, sin dejarle lugar a las dudas escurridizas y cerrándose ante su tendencia a imaginar los peores escenarios, comenzó a pensar lo contrario, dentro del ascensor sólo se repetía mantras positivos.
Quizá desde ese momento algo dentro de ella comenzó a intuir que todo estaba por cambiar...
—Adelante Alexander... —dijo Demian de inmediato, su rostro impávido la dejó sin aliento. —Tengo buenas noticias para ti —aunque su expresión facial decía todo lo contrario, Layla respiró un poco más tranquila.
—Me alivia escuchar eso —soltó sincera.
—Tienes tu primer cliente oficial como abogada de Marquina & Co... —el hombre sonrió y se puso de pie y hasta entonces Layla notó que había permanecido de esa manera también.
Lo miró, necesitando más información, aunque inevitablemente una sonrisa ya cruzaba su rostro, por fin, por fin, por fin...
—Marianne Roque ha expresado su preferencia hacia la única chica del equipo, es oficial, quiere acelerar el proceso y quiere que seas tu quien la represente —Layla sonrió, agradecida...
Aunque le tomó mucho de sí ignorar la sensación pesada que se instaló en su esternón, sobre las costillas y la espalda media, le costó ignorar aquella sensación que sofocó un poco su alma entera...
Es lo que siempre quisiste, estás cumpliendo un sueño...
Se dijo para animarse y lo logró, al menos un poco, al menos esquivando la vocecilla que susurraba: ¿Cuál será el precio a pagar por este sueño Layla...?
—Felicidades... —soltó Marquina, tendiendo una mano firme hacia ella, que se acercó para dar aquel típico apretón de manos.
—Muchas gracias, es una excelente noticia... —soltó Lay, sus ojos se debatían entre él orgullo y la culpa.
Salió de la oficina y al mirar a su amigo esperando en la sala de descanso, como si supiera la noticia que ella iba a recibir; sonrió, porque eso era lo que ella quería, eso era lo que siempre había querido, lo quería antes de que Daniel apareciera de nuevo y no tenía sentido dejar de quererlo, simplemente era su vida en construcción... aun cuando la de Daniel se estaba destruyendo...
Pero al final del día, hace años habían estado en la misma situación y mientras Daniel huía salvándose a sí mismo, ella se hundía en su miseria, sin embargo, no era comparable, porque ella no pensaba abandonarle, botarlo de su vida o borrarlo por completo del mapa, ella seguiría estando ahí, en medida de lo posible, en medida de lo correcto...
Se lo contó a Jerome, ignorando el hecho de esa nueva verdad que la había dejado helada; sus pensamientos siempre iban hacia Daniel, en los momentos malos y en los buenos también... eso no puede ser malo, no es nada, no significa nada... ¿O sí?
....
Esa misma tarde Layla y Marianne concretaron su primera cita como abogado - cliente, en una de las salas de juntas del despacho.
Layla estaba radiante, feliz, estaba emocionada por dar aquel paso en su carrera como profesionista.
Editado: 16.05.2021