Un nuevo comienzo (profesor Luna ll)

Capítulo 33

 

Layla Alexander ataviada en sus zapatillas y el vestido ligero de seda; de tirantes y color rosado, que combinaría con el traje de Jerome por lo que habían acordado. Subió a su coche, en el estacionamiento de su edificio, esperando por su hermana menor que había tardado bastante en estar lista, era sábado y Layla había pedido el día libre.

Porque era un día importante.

—¡Rápido! —gritó a través del cristal de las ventanillas, su hermana comenzó a caminar deprisa, en su adorable vestido blanco con encaje en las mangas.

Lía había pasado la mañana cambiando de vestido a vestido, indecisa por elegir alguno, se miraba en el espejo y ningún color combinaba con su color de cabello, así que al final había elegido el más sencillo.

—Listo —susurró Lía en una cansada exhalación cuando subió al asiento del copiloto.

Se miraron y sonrieron.

Y se encaminaron a la parada obligada entre su apartamento y la dirección de destino.

Cuando Layla asomó la cabeza, echando un vistazo alrededor del despacho Marquina & Co, en busca de Jerome y su traje rosa, lo encontró de inmediato, a través de las puertas de cristal, conversando animosamente con alguien que ella no podía ver. Tocó el claxon, varias veces y entonces él miró hacia ellas y levantó una mano en respuesta.

En seguida salió dirigiéndose hacia ellas, con alguien a su lado, alguien a quien Layla esperaba no ver tan pronto; Daniel Luna, quien evadió su mirada y se concentró en el piso sobre el que caminaba, como si aquello fuese más interesante que cualquier otra cosa.

—¿Vendrá? —susurró su hermana sin gesticular, pero con un toque de emoción en la voz.

—No lo sé —respondió entre dientes la mayor, sin ninguna emoción en especial.

—¡Miren a quien me encontré! —gritó Jerome cuando ya estaban a poca distancia de ellas, dándole una entrada triunfal a aquel hombre avergonzado a su lado.

—Hola —siseó Daniel indeciso.

—Hola Daniel —Lía sonrió hacia él y la manera cálida en que se sintió aquello, hizo pensar a Daniel en la posibilidad de que ella supiera todo ahora.

—Le dije que podía venir, para probar los que dices son los mejores pasteles —soltó Jerome mirando a Layla.

—Si, bueno, ya los ha probado... —dijo ella sin mirar a ninguno y con una risilla —¡Suban! —los apresuró.

Así que se dirigieron hacia la inauguración de 'Los pasteles de Connie'.

Al llegar a la calle en la que se situaba el local según la dirección que Emma le había enviado en tiempo real, un pequeño número de personas ya esperaban fuera, quizá el letrero '2x1 por inauguración' era el responsable.

—Que lindo —Lía la miró con ternura invadiendo todo su rostro, las puertas y adornos rosados, todo lucía un poco como hace años, pero renovado.

Cuando bajaron del coche, una mujer que había estado dentro del establecimiento asomando la cabeza por el cristal, ante la mirada atónita de los clientes salió corriendo hasta llegar a Layla, se lanzó a abrazarla, en medio de gritos de emoción.

Layla no podía respirar del todo, una risa nerviosa y emoción evidente llenaban su sistema, se aferró a la espalda de Emma, mientras ella la rodeaba en un abrazo apretado.

—No lo puedo creer...

—No lo puedo creer —repitió Layla.

—Te he echado de menos —dijo Emma, ahora con calma y mirando el rostro de su amiga, parecía la misma, pero su versión adulta era mucho más hermosa.

Layla al mirar a Emma se encontró con su gran amiga de la juventud, ahora convertida en una mujer adulta y brillante, aquella chispa de felicidad seguía en sus ojos y aún tenía aquella mirada de persona responsable.

Cuando Emma se dio cuenta que Lía estaba de pie a su lado, fue ella la víctima de sus abrazos y palabras de reencuentro.

Entonces la vista de Emma se cruzó con aquel hombre, por el que Layla había llorado tanto, al que su amiga había lastimado, ambos se habían lastimado de formas que seguro el otro ni sospechaba. Le lanzó a Layla una mirada interrogante, ella se encogió de hombros, restando importancia, aun cuando sabía que tendría que explicarle todo más tarde.

Emma saludó a Jerome que de inmediato entabló una pequeña conversación con ella y se presentó como: 'el mejor amigo de Lay'.

Layla soltó una risa sutil.

—Bueno, vengan, ahora si podemos comenzar.

Emma pidió a Layla que fuera ella quien cortara la cinta roja típica de una inauguración, así que lo hizo, las personas aplaudieron a la bella mujer de ojos verdes y vestido rosa, Layla sonrió al entrar al local, entre la masa de personas haciendo pedidos y ocupando las mesas, se sentó con sus acompañantes, Emma les llevó una caja entera de pastelillos y Lía probó todos los que pudo haciendo gestos de alegría y lamiendo de sus dedos los restos de crema y cobertura de chocolate.

—Quizá esto es lo único que extrañaba —dijo la Alexander pequeña, mordiendo una galleta rellena de chocolate líquido.

—Ya entiendo porque... —respondió Jerome, ocupado en un pastelillo con fresas adornando su exterior.




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