La vista brillante, el fuerte viento pesado y el ambiente caluroso la hacían entrecerrar los ojos, miró hacia abajo desde la barandilla de su habitación; buscando a su hermana entre las pocas personas que se encontraban en la piscina del hotel, la encontró de inmediato. Lía reposaba sobre una tumbona, el cabello de colores había sido fácil de encontrar, a su lado Jerome parecía emocionado contándole alguna de sus aventuras buscando galán entre los empleados del hotel para que los dejasen permanecer una semana extra con descuentos.
Layla emitió una risilla, causada por el recuerdo de la noche anterior; después de su segunda semana de vacaciones la playa comenzaba a parecer el sitio idílico para vivir el resto de sus vidas. Jerome había logrado tener una conversación casual con el gerente, que casualmente pareció interesado en él y estaba convencido de que lograría hacer que pudiesen quedarse dos semanas más.
Lía cuya amplia intuición parecía cada vez más certera, se había girado y mirado hacia su habitación en el quinto piso, cubriéndose de la luz del sol mañanero había alzado la vista hacia ella, sonrió al verla y con la mano la había comenzado a llamar. Layla asintió, sin embargo, prefirió quedarse en el balcón.
Se tumbó sobre el sofá-columpio mirando hacia el cielo azul brillante, si se quedaba por varios minutos de aquella manera y luego intentaba enfocar la vista a la habitación; solo veía divertidos puntos negros y brillantes.
Habían sido días felices y divertidos en extremo, aquellos boletos de avión habían sido como una bendición y aquel viaje era todo lo que había necesitado.
Su mente inevitablemente fue a aquella llamada, tres meses atrás, había tomado el móvil y con duda lo había llevado hasta su oreja, la voz áspera al otro lado la había dejado perpleja. Esperaba algo más, pero solo había recibido un simple:
—Necesito resolver muchas cosas. No estoy listo, pero lo estaré...
Layla ni siquiera había respondido, no había algo que pudiese responder, era una posibilidad abierta; con posible fracaso... nuevamente.
Rodó los ojos, ahora su perspectiva había cambiado, después de pasar los últimos tres meses de pasantía en los que el primero había consistido en una ciega esperanza y estar a la espera de que Daniel por fin estuviese libre, había llegado el segundo mes con algo de desgano y días enteros en que ya ni siquiera pensaba en aquello como una posibilidad y finalmente el tercer y último mes en Marquina & Co, cuyos días habían traído alegre excitación ante su máster finalizado; la ceremonia con sus compañeros de clase, ella del brazo de Jerome y ambos sonriendo, Lía entre el público aplaudiendo y gritando como loca cuando cada uno había subido a la tarima a recibir su reconocimiento.
Sonrió con desgano al recordar el ramo de rosas a nombre de Daniel cuyo mejor destino había parecido el bote de basura, de cualquier forma, aquello no era nada de lo que ella quería, Jerome las había sacado con una mirada de tristeza que Layla había ignorado.
Luego Lía estaba graduándose de la preparatoria y había sido turno de ellos de gritar y aplaudir al escuchar su nombre, Gian había estado a su lado y Jerome le había dado un manotazo por no gritar lo suficientemente fuerte, entonces Lía había soltado a reír en medio de su foto del recuerdo mirándolos desde lejos.
Y entonces los tres habían salido hacia sus soñadas vacaciones, sin dudas y sin mirar atrás.
Si él no la había llamado o buscado en aquellos tres meses solo podía significar una cosa... ¿cierto?
Quizá nunca había estado listo y en su intento por estarlo había descubierto que no valdría la pena, quizá había recordado el pasado y los reclamos que habían salido a la luz en su último encuentro lo habían convencido de que no merecían otra oportunidad, quizá los rencores no eran tan insignificantes como ellos creían o quizá él simplemente había descubierto que no quería aquello... No lo sabía, pero no pensaba en ello, porque pensar en ello, significaba líos mentales y en medio de la playa, disfrutando unas vacaciones merecidas lo último que necesitas es tener la cabeza llena de cosas que no sean el paisaje, el clima o cual sería la siguiente comida a pedir en servicio a la habitación.
Había conocido a un hombre durante aquel viaje, su tarjeta de contacto permanecía dentro de su bolso, había sido en uno de los clubes nocturnos aledaños al hotel, él parecía serio y tranquilo, estaba por negocios y le había ofrecido acompañarla a casa, pero aquello se sentía demasiado falso, demasiado para ella, cuyo corazón inevitablemente esperaba por alguien.
El timbre de su celular la hizo saltar en medio del pacífico paisaje, su cuerpo lánguido se puso en marcha, tomó el móvil e ignorando sus propias reglas a cerca de lo que haría y no haría en aquel viaje; respondió la llamada de Demian Marquina cuyas intenciones eran desconocidas.
La llamada había durado más de lo esperado, le había dado explicaciones sobre los beneficios que le ofrecía en bandeja de oro para que regresara a su empresa, pero esta vez no como pasante, si no como abogada.
En cuanto presionó el botón rojo terminando la llamada se dio cuenta de que aquello era una gran noticia, sin embargo, en su pecho había un vacío formándose al sólo pensar en que aquella vida marítima, la brisa fresca y su piel bronceada llegarían a su término. Soltó una bocanada de aire, quizá si hubiesen elegido montañas nevadas en lugar de la playa de aguas cristalinas y personas alegres habría sido más fácil dejarlo.
Editado: 16.05.2021