Un oscuro secreto

Un oscuro secreto

El sermón del sacerdote ya llevaba media hora, yo estaba incómodo apegado a la pared y me percate de había un extraño agujero en la madera, material del cual estaba hecho gran parte de la capilla.

 

Ya hacía tiempo que las desapariciones comenzaron en este pueblo, algunos cuerpos se lograban hallar en descampados y lugares abandonados, hasta en los mismos ríos. Cuando le tocó a mi hijo, no sabía exactamente cómo reaccionar. Mi esposa falleció al poco tiempo de dar a luz, y de acuerdo con esto, hice lo posible para brindarle lo mejor. Darle el amor que su madre no le podía dar, pero aquel día mi mundo se derrumbó, el tesoro más querido, algo que me endulzaba con su ternura, se esfumó

En ese tiempo, aún con mi dolor, luchaba por encontrar al culpable. Cuando pregunté sobre la autopsia realizada, afirmaron que llevaba moretones por todo el cuerpo, la lengua se le había extraído, o mejor dicho, arrancado con brutalidad, sin el menor cuidado causándole graves infecciones en la boca. Lo más fuerte llegó al último, había sido violado.

Mi trabajo, luego de aquello, bailaba sobre la cuerda floja. Si seguía buscando al culpable de la muerte de mi hijo a tal punto que descuidaría mis horarios de oficina, lamentablemente sería despedido.

Hablé con mi jefe, y con ayuda de mi amigo, logré que no se me hiciera nada.

Le agradezco mucho, y sé que el cómo mi amigo me entiende, puesto que también su hijo había desaparecido mucho más antes que el mío, mas no se encontró rastro alguno. Tiene esperanzas, tiene fe que lo van a encontrar. Yo solo espero que sea así, no quiero saber se otro caso parecido al mío.

 

 

Todos se paran de sus asientos, y se forman frente al párroco para recibir el cuerpo y sangre de Jesucristo, yo no lo hago. Perdí toda mi fe, ¿No que Dios cuidaría de todos sin excepciones?, de todas formas, si el existiera, serial ser más despiadado existente.

No obstante, estoy aquí por una cosa, y es por el mismo sacerdote.

Hace una semana hablé con él, (aún con mi fe puesta en Dios), mientras conversábamos sobre las fiestas que se vendrían en las próximas fechas, le pregunté si sabía de la desaparición de los niños que estaba ocurriendo en el pueblo.

Se puso muy nervioso, los labios le temblaban y el rostro tomó un tono pálido, respondió que no, no sabía nada de eso, e hizo un ademán de botarme.

Mis sospechas no se hicieron esperar, así que pedí en la comisaría del lugar las grabaciones registradas en las cámaras de seguridad que quedaban cerca a la iglesia.

Me concedieron el permiso y pude ver, con gran horror, como mi hijo paseaba con su bicicleta aquel día, cerca de la iglesia. Justo en el momento que cae con su pequeña bici, recostada y con las llantas girando, el padre sale y se acerca para preguntarle si estaba bien, mi pequeño afirma con su cabeza pero el padre le da la mano y le dice algo en los oídos, después entran los dos, el sacerdote regresa para cargar la bicicleta para entrar de nuevo. Sin embargo, al poco rato mi pequeño había salido de la iglesia con su bicicleta. Y horas después no se le volvió a ver.

Luego de aquello arrestaron al sacerdote por todas las sospechas a las cuales estaba involucrado. Pero tiempo después lo dejaron libre.

La ley en Virton apesta, este pueblo apesta. Los policías, los alcaldes, esas personas se hacen de la vista gorda y se empalagan con el dinero que ganan como un montón de cerdos.

Era mi turno de hacer ley, mi ley.

Regresé a mi casa, me senté sobre mi cama y abrí el cajón de la mesa de noche. Allí está el revólver, el que compramos para mi esposa y del cual logramos obtener la licencia correspondiente. Nunca pensé que lo usaría para algo así, es…es muy irónico.

 

Durante la ceremonia del cuerpo y sangre, he estado escuchando leves susurros y sonidos de arañadas que provienen de la pared, a mi costado, por un momento pensé que era mi mente aterrada por lo que sentía e imaginaba cosas que me hacían incomodarme aún más. Volteo para ver que es, y en el pequeño agujero avisto un ojo que me mira fijamente.

Lo que vi me causó mucho miedo. Pero no podía dejarme llevar por eso. ¿Acaso estoy loco?... no, eso no es posible. No es posible aún.

Pero ese ojo sigue allí, es… real.

Me tranquilizo y trato de pensar bien. Cierro y abro mis ojos frenéticamente tratando de esfumar toda alucinación. Empero seguía allí.

Una señora  al lado mío me pregunta si me encuentro bien. Yo digo que sí y que solo estoy un poco cansado.

Pobre, pobre mujer, vive en una mentira religiosa en la que los líderes se aprovechan, la compadezco mucho.

Nuevamente miro al hoyo, y el ojo sigue allí.

Y si… ¿si ese ojo le pertenecía a un niño? No creo que ese sacerdote sea tan estúpido. Pero ahora me siento seguro que es eso, es un niño, es un pobre niño.

No esperaría más, esto tiene que terminar aquí.

Me levanto del asiento y hago retroceder el banco, acto siguiente golpeo la pared con mi codo y logro hacer que trozos de madera se desprendan. La gente se amontona y empiezan a susurrar, tal vez piensan que estoy loco, montón de hipócritas.




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