Un otoño con mi lobo

Saliendo de dudas

Capítulo 4


Me dejé caer en la cama pensando en el rostro de papá, su preocupación me invadió de un miedo irracional, nunca antes lo había visto de tal forma, quizás era por el hecho de que él siempre tomaba todo con calma, sin embargo, ahí se hallaba rodeado por ese temor a lo desconocido y a mí no me quedaba de otra que confrontar la realidad.

《¿Amets tendría algo que ver?》

Mi mente jugaba divagando en el rostro de ese desconocido extraño, debido a la manera tan descuidada en la que me asomé a una amistad pronta solo por el deseo que yo poseía de descubrir como podía ser capaz de tener habilidades tan asombrosas, no obstante eso iba más allá, de una simple curiosidad.

Escuché la voz de Sam llamando a mi ventana, salté dejando aquellos pensamientos, y miré al marco donde se reflejaba un último rayo luminoso de ese atardecer que señalaba la oscuridad acercándose. De forma torpe me puse de pie dando tumbos para asomar la cabeza y bajé la mirada, el chico sonriente saludó sacudiendo su mano y le hice un gesto de que bajaría enseguida.

Salí al pasillo y luego bajé las escaleras, pero antes de llegar al pie sentí muchos pensamientos distintos, notando que había una reunión de lobos de la cual no estaba enterada.

《 Ese Amets tenía razón, yo me distraía con facilidad y dejaba huecos que me hacían débil 》

Quise pasar desapercibida, pero papá me llamó de inmediato para que me uniera a la conversación, sin embargo, de una forma cortés, pero decidida, negué la idea de entrar en el círculo exclusivo de Alpha, Beta y otros miembros importantes de la manada.

—Jóvenes, siempre son tan obstinados—dijo el padre anciano de Kitsune. Yo pude sentir la pesada mirada de mi padre, que seguramente no estaba contento, pues él insistía constantemente, que yo tenía un lugar en esas reuniones.

Como pude, salí a toda prisa y rodeé la casa para encontrarme con Sam. Él esperaba recargado en un árbol con ambos brazos cruzados, caminé en dirección hacia donde se hallaba y levanté una ceja curiosa para preguntar.

—¿Qué ocurre allá adentro?—interpelé, pero él encogió los hombros.

—La verdad creo que es por lo de Jeremy, todos están preocupados, dicen que podría tratarse de algo bastante peligroso—relató y eché un vistazo a la casa soltando un suspiro.

—Pobre Jeremy, era buen chico—me lamenté y Sam asintió.

—Su familia está furiosa, la madre dice que no debieron dejarle esa responsabilidad siendo tan joven—señaló algo serio. Lo que me llevó a verlo un poco confundida, ya que ellos estuvieron de acuerdo en esa decisión.

—¿La madre no fue quien estaba feliz porque su hijo tendría un lugar en la manada?

—Pues sí, pero…—quiso explicarse y lo interrumpí.

—No entiendo, ¿Creen que proteger a la manada es un juego? ¿Sam, sabes por qué no he aceptado mi responsabilidad?—pregunté al aire, para proseguir—Yo sé que es un gran compromiso y debería dar mi vida por cada uno de los nuestros, sin embargo, no deseo aceptar porque no me siento preparada para cuidar a otros, cuando ni yo misma me sé cuidar—aclaré molesta y patee una roca dirigiéndola al bosque.

—Fleur, entiendo tu posición, pero la madre de Jeremy habla a través del dolor, si perdieras a alguien sabrías lo que se siente—apuntó dejándome atónita por sus palabras, ya que él más que nadie conocía aquello por lo cual estuve meses sin salir de la habitación, ese dolor que seguía vigente actualmente. Perdón, no fue mi intención…—agregó, pero ya era demasiado tarde.

—Te has vuelto un idiota desde esta mañana—solté furiosa y caminé al bosque para dejarlo solo. Me siguió con la intención de arreglar las cosas, pero detuve mi cuerpo poniéndome rígida y lo confronté sintiendo como el fuego recorría mis venas.

—Fle, lo siento, de verdad yo…—intentó disculparse y me di la vuelta de forma brusca.

—¡Aléjate, si te acercas juro que te arranco la cabeza!—brame apretando la mandíbula y Sam retrocedió al instante ampliando los ojos como dos faros de luz. Seguí mi camino y esperaba no transformarme, odiaba sacar esa parte salvaje de mí, porque la ira me hizo cometer grandes errores que dejaron un surco de dolor en mi mente.

《 De nuevo, no, no quiero recordar》


Flashback


—Fleur—su voz tintineo en mis oídos y levanté la cabeza

—¿Qué?—contesté

—¿Crees que algún día, nosotros y los nómadas estemos en paz?—interpeló y realmente no supe que responder, sabía por qué lo preguntaba, y me dolía que sufriera debido a eso.

—No lo sé, ¿Para qué haces esas preguntas, si luego no quieres saber la respuesta?—dije refunfuñando para intentar hacerle considerar que no me afectaba, pero su sufrimiento era como si quebraran una parte de mi corazón.

—Lo siento—se disculpó bajando la cabeza con tristeza —Es que… Lo extraño mucho—murmuró con la voz en un hilo quebrado. Suspiré intentando ser valiente, para ni demostrarle que yo era débil, siempre le enseñé que no podíamos ser sentimentales y aunque nuestra amistad era inquebrantable, yo le quería mostrar que no necesitábamos cosas tan triviales como las emociones.

—Mírame un momento—pedí y levantó la cabeza. Pude notar que algunas lágrimas se le escaparon y ya recorrían las mejillas, por lo cual se las seque con el dorso de mi mano y sostuve su barbilla viendo sus ojos azules. ¿Qué te he dicho?—pregunté y contestó en voz baja, casi como un susurro.

—Debemos ser fuertes.

—Exacto, y no lo necesitas, si él decidió marcharse con los nómadas ese es su problema, pero nosotros no actuaremos como cobardes dejando que las emociones nos ganen, ¿está bien?—propuse y asintió lentamente. Le di un abrazo porque realmente le tenía mucho cariño y luego regresamos a casa.

Fin del Flashback


Mi mente me traicionaba, pensar en esos momentos dolía mucho y corrí tanto como pude, cada vez que me convertía me sentía sucia y la sensación de ser un monstruo me rodeaba por completo al punto de tumbarme.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.