Un otoño con mi lobo

Norte prohibido

Capítulo 6

 

Las ramas de los árboles chocaban con mi cuerpo, mientras el viento me sacudía el cabello con violencia, sabía que en algún momento tendría que detenerme para confrontar a esos tres lobos, pero el temor sobrepasaba cada centímetro hasta cerrar mi mente por completo, nunca estuve tan cerca de la muerte y entonces entendí que los entrenamientos nunca serían igual a enfrentar la realidad.

Por fin me detuve y al darme vuelta, me encontré rodeada por las tres bestias con sus fauces abiertas, los colmillos expuestos en una forma amenazante, tomé posición de ataque y mi mayor miedo se hizo realidad, el hecho de pensar en transformarme nuevamente, por el hecho de que estuve huyendo a ese acontecimiento durante mucho tiempo.

“Parece que tienes miedo, princesa"

Soltó aquel lobo feroz en mi cabeza, yo cerré mi mente poniendo una barrera protectora, para evitar que pudiera intimidarme con sus trucos, era necesario mantener la cordura y no demostrar que ellos poseían el control, por lo cual enderecé el cuerpo adoptando una posición de seguridad.

Empleé aquel movimiento que utilicé con Amets, dado que recordé, no me fue tan difícil entrar en su mente, lo cual me llevaría a tener algún tipo de información o ventaja sobre ellos. Busqué un punto ciego y lo encontré, deslicé con tal sutileza que no pudo notar mi presencia hasta el momento preciso cuando vi un destello de recuerdo que me paralizó…

“¿Cómo hiciste eso?”

Inquirió molesto, yo parpadeé varias veces y supe que las cosas no irían bien si seguía de pie ahí.

—¿Quiénes son ustedes, por qué vinieron a Telluride?—exigí saber, pero mis preguntas no iban a ser respondidas, en cambio, él erizó su pelaje y extendió las garras hacia mí. Se acercaba tan rápido, que casi parecía indetectable, pero por suerte papá entrenó mi velocidad, lo cual hizo que pudiera reaccionar a un mínimo de segundo esquivando golpes, escurrí mi cuerpo por debajo de él y al estar justo en la parte trasera patee con fuerza provocando un rebote de su cuerpo contra la tierra.

Un aullido de dolor salió de su hocico, y me dio la oportunidad para intentar escapar, pero los otros dos ya estaban más que preparados para el ataque, no me percaté y uno de ellos me golpeó con tal fuerza creando un efecto el cual me llevó justo a un árbol aporreando mi cuerpo hasta dejarme sin aire. Luché por respirar, y al extender la mano para ponerme de pie, vi como el otro se disponía a atacar, como pude sujete un tronco grueso caído y lo recibí justo como si se tratara de una pelota de baseball.

El pecho subía y bajaba en medio de un intento suplicante por respirar, puesto que me hallaba en el instante más lleno de adrenalina que jamás pude experimentar.

《¿Por qué no te transformas?》

Me pregunté a mí misma, sin embargo, dejé esa interrogante justo donde debía estar.

Cuando pensaba que las cosas no iban a tornarse peores, el más rudo corrió a toda velocidad y me incliné como si fuera a correr, algo parecido a los atletas cuando están a punto de esperar el «fuera» cuando suena del disparo para la carrera, sin embargo, mis manos se posicionaban en el suelo y al sentir esa brisa fría que provocaba el efecto del viento a la velocidad que se acercaba, levanté las manos tomando el hocico. Me deslicé unos cuantos centímetros arrastrando los pies en la tierra por la fuerza del impacto, pero mantuve la concentración e impulsé todo mi cuerpo hasta hacerlo retroceder.

Luego giré rápidamente por la parte de abajo, agarré una de sus patas delanteras formando una llave hasta escuchar un crujido seco, el lobo chilló de dolor y se alejó tan pronto como pudo, los otros dos temieron acercarse, mientras su líder se revolcaba en el suelo. Me quedé ahí jadeando a la espera de un siguiente movimiento, y justo cuando uno de sus compañeros iba a tomar otra acción, algo se interpuso.

Se quedó muy quieto, el otro hizo lo mismo y no entendí absolutamente nada de lo que estaba ocurriendo, tampoco bajé la guardia porque podría tratarse de un truco, hasta que lo vi.

《¿Amets?》

Avanzaba lentamente viniendo en mi dirección, aquellos lobos al parecer no podían moverse, como si algo, o mejor dicho, alguien lo impidiera. Se interpuso entre mí y esas bestias, observando sin inmutarse, el líder rugió una vez y decidió irse con su pata herida, los otros se fueron tras él y por fin pude dejarme caer en el suelo exhausto por esa tremenda lucha, que no pensé iba a sobrevivir.

—¿Estás bien?—interpeló. Asentí y al acercarse más, sentí como me desvanecía hasta caer entre sus brazos. Fleur, Fleur, Fleur—dijo mi nombre, pero la conciencia había abandonado mi cuerpo.

***

Fleur, despierta, Fleur, despierta…

Esa voz dulce tintineo en mi cabeza, abrí los ojos parpadeando varias veces hasta acostumbrarlos a la luz, me quedé helada al no saber dónde rayos me hallaba y mucho menos la hora.

《¿Y si pasaron días? Mamá y papá van a matarme

Reflexione, poniéndome de pie con rapidez mientras buscaba los zapatos en cualquier lugar de esa habitación.

—Tranquila, solo llevas aquí 1 hora—dijo la voz de Amets, quien se acercaba desde la puerta. Lo miré con recelo enderezándome.

—¿Por qué me trajiste aquí?—interrogué molesta.

—Pensé en llevarte a tu casa, pero supuse que serían muchas explicaciones para tu madre y opté mejor por traerte a la mía—explicó muy tranquilo. Solté un suspiro de fastidio, y a pesar de no estar de acuerdo con estar en su casa, y menos en una cama extraña, al final de todo tenía razón.

—Bien, te lo agradezco, pero debo irme.

—¿Irás a la escuela de nuevo?—cuestionó y entonces lo recordé.

—¡Christopher!—dije su nombre preocupada—Debo ir a verlo, él me vio y a esos lobos, quizás ya se lo haya dicho a todos—agregué con extrema preocupación. Amets se rio con cierto cinismo y negó.

—No dirá nada, de hecho yo hablé personalmente con él, tranquila—quiso calmarme, pero al contrario de eso, me hizo sentir más inquietud.




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