Un otoño con mi lobo

Recuerdos

Capítulo 7

 


—Eyolf, ¿a veces no quisieras detener el tiempo? —pregunté a mi esposo, que se hallaba concentrado mirando su teléfono. Él alzó la mirada y con los ojos entre abiertos interpeló.

—¿Por qué la pregunta? —quiso saber. Y era algo obvio, pues la cuestión se basaba en nuestra hija, mi esposo me conocía lo suficiente como para saber hasta lo que pensaba, sin necesidad de recurrir a los dones de usaban con otros lobos, a pesar de que ellos no podían leer la mente de los humanos, y dabas gracias por eso. 

—No lo sé, es solo que… —hice una pausa dirigiendo la atención en dirección a la puerta por donde salió nuestra casi mayor de edad hija.

—Sé lo difícil que puede ser Moon, pero es algo completamente natural, Fleur crecería en algún momento—explicó tranquilo, a veces me cuestionaba tanto su serenidad, debido a que un tiempo de nuestra juventud él había perdido su horizonte, quizás por lo ocurrido con su padre, o el hecho de casi perderme una cuarta vez.


Flashback.


El otoño asomaba un color precioso en las hojas de los árboles, las cuales caían en una danza sutil al suelo. Mamá y papá como siempre se encontraban en California, yo decidí quedarme con la abuela More, puesto que ella se sentía sola y luego de tantos inconvenientes con los lobos, no podía verme en la situación de estar tan lejos de ella y Eyolf.

Nuestra relación se tornó un poco dura, ya que él tenía muchas responsabilidades como Alpha de la manada y mezclado con la intensidad de un matrimonio, eso me enloquecía. Muchas veces discutimos por cosas tan estúpidas, y hasta llegué a pensar que eso no funcionaria, sin embargo, lo pudimos resolver.

—Moon, la cena está lista —gritó More desde el pie de las escaleras, yo terminé de arreglarme y bajé para poder comer, por el hecho de que había quedado con Celey una loba mujer amigable de la manada para salir a ver una película. A pesar de que Eyolf nos prohibió salir solas, yo no pensaba absolutamente dejar de vivir por el miedo a ser atacados por idiotas lobos dispersos, que pertenecían a la manada destruida de Diamond.

Como siempre la abuela actuaba de cómplice, ella dijo que se haría cargo de nosotras y fue cuando pude suplicarle darme el permiso para salir con Celey.


Luego de cenar, ambas fuimos en su auto al pueblo, nos metimos a la fila y vimos nuestra película disfrutando de un momento juntas, siendo honesta, ella era verdaderamente lo que podía llamarse una amiga, siempre estaba ahí para mí y formamos una relación bastante estrecha. Me hacía reír en muchas ocasiones, y a pesar de que Eyolf no confiaba mucho en la chica, por ser una miembro de la manada de Diamond, los cuales se rindieron cuando no tuvieron otra opción, a diferencia de otros lobos que escaparon con Jonathan, ella acompañada de un grande grupo tomaron la decisión de hacer lo correcto.

Luego de pasar una agradable noche, nos disponíamos a regresar, ella conducía con precaución únicamente porque yo estaba en el coche, y eso era un gesto muy lindo de su parte.

—¿Viste lo idiota que fue el protagonista al regresar por la tonta esa? —mencionó ella, lamentándose por el hecho de que ese acto haya costado la vida de su personaje favorito.

—Todos estamos decepcionados con ese final Celey, pero creo que fue muy noble de su parte salvarla a ella —completé tratando de remendar semejante estupidez de los guionistas.

—Caramba, el amor vuelve ciego a la gente —agregó sorprendida—. Yo por eso prefiero no enamorarme, eso es complejo —contó en un tono que exageraba la apatía.

—Oye, recuerda que tengo novio y estoy enamorada de él —mencioné disgustada cruzando los brazos, ella soltó una carcajada, pero como si sus sentidos se hubieran agudizado, se puso, sería y detuvo el auto.

—¿Qué pasa? —pregunté ceñuda

—¿Oíste eso? —interrogó con la mirada perdida, yo no comprendía lo que ocurría, pero por alguna razón recordé cuando a Eyolf le sucedía, ellos captaban cosas que un humano no podía, sobre todo si se trataba de peligro.

—No, no, lo oí, pero me estás asustando —dije con preocupación, ella giró el rostro hacia la ventanilla izquierda y fue cuando recibimos el impacto.

Ni siquiera tuve oportunidad de saber lo que nos golpeó, pero fue algo bastante fuerte, el auto dio dos vueltas completas y quedamos de cabeza. Yo me di un porrazo en la cabeza, dejándome aturdida, afortunadamente el cinturón de seguridad impidió que saliera disparada por la ventana, pero los cristales explotaron clavándose unos cuantos en mi costado derecho y brazo del mismo lado.

—¡Moon, Moon! ¿Estás bien? —exclamó alterada Celey, todo me daba vueltas y era tanta la adrenalina que asentí. Ella se quitó el cinturón rápidamente haciendo un sonido seco al golpearse con el techo del vehículo, intentó ayudarme a deshacerme del cinturón, pero el mío se encontraba atorado.

Fue cuando el hocico de un lobo apareció y la halo fuertemente hacia el exterior. Ella gritó porque aquellos colmillos se clavaron en su pierna, yo la intenté sujetar del brazo, pero fue inútil, mi corazón estaba acelerado y todo mi cuerpo tenso, sentía como palpitaba mis oídos y la respiración se intensificaba con cada segundo.

Luché contra el cinturón, mientras Celey afuera peleaba contra el lobo, de pronto vi como tres más llegaron al lugar y el terror se apoderó de mí, ella no podría con tantos, a pesar de ser una loba ágil y fuerte, ni siquiera uno experimentado podría contra ellos.

—¡Celey, huye, sal de aquí! —grité intentando buscar la atención de ella, y los lobos que llegaron para ser su objetivo principal en vez de mi amiga, ella se dio cuenta y se puso en medio. Vi sus ojos grises con una expresión como si se estuviera despidiendo, grité con desesperación rogándole que no lo hiciera, pero ya había tomado la decisión. Corrió zigzagueando entre las bestias y ellos la siguieron porque su objetivo siempre fue ella.

Hale con fuerza el cinturón una vez más, hasta que se soltó caí clavándome aún más uno de los cristales en el brazo y como pude me arrastré por la ventana, forcé el cuerpo y apoyé los brazos en el vehículo volcado para ponerme en pie, temblaba sin parar y la perdida de sangre debilitaba mis piernas. Miré al bosque, pero no encontré a Celey en ningún lado, luché aún más caminando para buscarla y un tronco me hizo tropezar para caer al suelo quejándome del dolor por cada vidrio clavado en el cuerpo.




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