Capítulo 10
Cargué a Fleur hasta su auto, ya que sabía no podía trasladarla en el mío, sus padres de seguro iban a darse cuenta y se metería en problemas. Observé su rostro mientras dormía plácidamente, y no pude evitar sentir la necesidad de acariciarla, era gratificante saber que muy en el fondo se interesaba por mí, pero a la vez me generaba cierta incertidumbre por el hecho de que eso traería problemas.
Sus labios se movieron haciendo una ligera mueca y siguió durmiendo, subí al asiento del conductor para llevarla a su casa, fue fácil llegar ahí porque antes había estado en ese lugar, lo conocía a la perfección. Traté de ser lo más cauteloso posible, debido a sus padres, sobre todo por el lobo, él era astuto y si me descubría las cosas podrían subirse de tono.
Afortunadamente, mi sigilo funcionó, lo cual me llevaba a la siguiente fase, que se trataba de llevarla a su habitación sin hacer ruido, sin embargo, antes me aseguré de que todos durmieran, y así fue. Actúe rápidamente y de un salto con Fleur en mis hombros entré al sitio, contemplé la estancia y en definitiva se parecía a ella, todo tan delicado y tierno como lo supuse, dejé su cuerpo en la cama cubriéndola con una sábana, ella se acomodó de lado y no abrió los ojos ni por un instante, me quedé viéndola al tiempo que pensaba si realmente valía la pena arriesgar tanto… Escuché los pasos de alguien acercándose y salí a toda prisa, ya que mi ventaja era que podía ser indetectable.
A pesar de que se trataba de su madre, ella había sido preparada lo bastante bien, como para notar algo raro si me quedaba. Escuché como la mujer llamaba a Fleur, quien no respondió y al darse cuenta de que dormía decidió dejarla descansar.
Regresé al lugar donde había abandonado mi auto, por el bosque, caminando al tiempo que reflexionaba en la situación, y sobre todo en aquellos recuerdos del pasado que me trajeron a Telluride.
***
Apenas tenía 8 años cuando lo perdí todo, aquel grupo de seres despiadado llegaron al lugar que llamé hogar por muchos años y destrozaron todo a su paso, los nuestros defendieron a toda costa nuestras tierras, pero nos superaban en número dejándonos indefensos, no obstante antes de poder escapar uno de ellos me atrapó y sin alguna razón explicable decidió perdonarme la vida, al igual que mis 4 hermanos, ellos nos llevaron y fue así como la familia que antes conocí dejó de existir, para volverme parte del grupo más sanguinario, destructor dirigido por un ser aberrante al cual debía llamar… Mis pensamientos se vieron cortados por una interrupción repentina, sin embargo, ni siquiera tuve que girar el rostro porque sabía de quién se trataba.
—¿Qué haces aquí? Sabes que es arriesgado —reprendí a Jemuel quién sonrió ampliamente
—Tranquilo, hermano, sabes que soy lo suficientemente prudente como para dejar que alguien me vea —aclaró, pero de igual manera me molestaba que saliera, los riesgos que corríamos en Telluride sobrepasaban cualquier límite antes establecido.
—¿Para qué viniste? —quise saber y encogió los hombros.
—No lo sé, quizás porque me enviaron a hacer el trabajo que no has podido terminar —explicó y apreté los labios seguido de mis puños, sintiendo como la ira se apoderaba de mi cuerpo.
—¿Qué rayos has dicho? —pugné y soltó una risita burlona.
—Vaya, tranquilo, no pienso entrometerme solo estoy bromeando, únicamente vine a avisarte que padre está buscándote —indicó y al mencionar esa palabra, pensé en ese ser que me veía obligado a servir, lo detestaba tanto, que pensar tenerlo cerca nuevamente me generaba repulsión.
—¿A que vino?
—No lo sé, pero dice que te presentes lo antes posible, su rostro se veía molesto —señaló y asentí para seguir caminando, primero iría a buscar mi auto y luego a casa, no pensaba correr a la primera cuando padre me llamaba, épresuponía que yo era su títere y estaba en un gran error, no iba a dejarme dominar por él jamás.
***
Entré a casa y al pasar la puerta encontré a Samika, Rusten y Jeus mis otros tres hermanos, quienes al parecer esperaban mi presencia, puesto que al verme sus rostros denotaron alivio, pude escrutar sus pensamientos y todos iban a la misma respuesta, 《padre》todos sabían que yo odiaba a ese ser, pero ninguno se atrevía a pensarlo en alto, temían lo que eso pudiera repercutir sobre ellos mismos, lo cual era irónico porque si nos había dejado con vida no se trataba a que él pudiera ser alguien piadoso, sino al beneficio que podía sacar de nosotros.
—Hermano, tardaste —dijo Samika con preocupación, ella era lo que se llamaba un ser de suma tranquilidad y nada de preocupación, pero en esa ocasión se notaba turbada. Algo había sucedido, y pronto iba a descubrirlo.
—Lo siento, tuve algunos inconvenientes —me excusé y antes de poder llegar a ellos, escuché la voz de padre.
—Amets, hasta que te dignaste a aparecer —pronunció en un tono suave, pero peligroso.
—Lo siento, padre, tuve algunos imprevistos que me impidieron llegar a tiempo —contesté sin alterarme, él sonrió y avanzó unos pasos hacia mí hasta quedar frente a frente. Me observó en silencio con la cabeza inclinada de lado, luego sujetó mis mejillas con ambas manos inspirando mientras soltaba el aire por la nariz lentamente.
—¿Qué haré contigo Amets? —inquirió, y yo sabía que no se trataba de una pregunta, la cual esperaba alguna respuesta, cuando padre hablaba de esa forma sin dudas se refería a una amenaza inminente.
—Lo siento, padre, yo… —quise disculparme, pero apretó mis mejillas con fuerza haciendo que un dolor agudo apareciera.
—¿Sabías que dos de los nuestros fueron asesinados esta noche? Esos desgraciados de la manda de Eyolf, se apercibieron y estaban preparados, les tendieron una trampa y los mataron, no tengo idea si antes les sacaron información, ¿sabes que significa Amets? —murmuró de forma meticulosa y a la vez sombría.
—Perd… —no permitió que terminara la frase.