Un otoño con mi lobo

Escuadrón Fleur

Capítulo 13


Después de casi haber muerto por el ataque de esos extraños, los cuales obviamente tenían que ser nómadas, pero no dejaba de pensar sobre cómo sucedió todo, algo me decía que Amets tenía más información y el hecho de que no quisiera decirme, me molestaba, por verme en la situación de esperar su conversación con el Alpha, (mi padre). De pronto sentí todo extraño, Sam parecía estar molesto con Amets, aunque no me sorprende, esos dos vivían igual que los perros y gatos.

—¿Y bien? ¿Qué te hizo?—le pregunté a Sam, quien permanecía callado viendo la luna, siendo honesta, no quería averiguar en su mente, porque él sabía esa habilidad y yo le juré jamás entrar a su cabeza sin su permiso. Siguió en completo silencio y yo comenzaba a sentir que ese Sam alegre y sonriente de siempre se desvanecía igual que la niebla. Vamos Sam, dime que ocurre, sabes que puedes contarme —insistí poniendo mi mano sobre la suya, él giró su rostro hacia mí por primera vez desde aproximadamente unos 20 minutos que llevábamos sentados en el tronco esperando a Amets.

Sus ojos brillaban y la expresión de su rostro era confusa, al principio me dio la impresión de estar enojado, pero luego detalle mejor y parecía más triste.

—Fleur, te llevo conociendo toda la vida —inició en un tono bajo—. Te has vuelto más importante para mí que cualquier otra persona en la manada, pero… —hizo una pausa desviando la mirada a un lado y luego a mí nuevamente.

—¿Pero qué? —lo animé a seguir. Puso sus labios en una fina línea y negó para sonreír.

—Nada, creo que la luna me está poniendo un poco melodramático, no me hagas caso —dijo poniéndose de pie, pero yo sabía que me estaba ocultando algo y no me hallaba dispuesta a más secretos entre nosotros, éramos como familia.

—No, Sam, debes decirme, te siento extraño y me preocupa que esté ocurriendo algo y no quieras decirme, sabes que puedo saberlo si quisiera —recordé y amplió los ojos—. Pero no romperé una promesa, así que espero tú puedas confiar en mí para contarme qué te pasa —culmine con la esperanza de recibir una respuesta. Volvió a sonreír y se acercó lo suficiente como para que fuera incómodo, se me quedó viendo fijo a los ojos, pero no dijo nada.

En definitiva, a Sam le pasaba algo, y no quería decirme. Eso me frustraba porque él era muy importante para mí, y tener que soportar verlo en ese estado tan distante, serio y a la vez con una tristeza reflejada en su semblante, me afectaba.

—Fle, aunque me pusiera un letrero en la frente, tú jamás lo verías y mucho menos lo aceptarías —confesó con un dejo de resignación en su voz.

—Per… —quise decir, sin embargo, no terminé la frase y él se dio media vuelta para alejarse. Quedé intrigada, jamás deseé saber tanto algo, y lo peor de todo era que yo no podía romper esa promesa de entrar en su cabeza, eso destruiría nuestra amistad, aunque él no se daría cuenta si yo lo hacía, sin embargo, el hecho de saber su secreto haría que mi actitud cambiara y él iba a darse cuenta.

Permanecí sentada, contemplado la noche fría, escuchando los sonidos nocturnos, como el ulular de los búhos, un silbido apacible del viento que me acariciaba sutilmente, también uno que otro grillo, haciéndose presente en aquella noche no tan oscura porque la redondez de la luna brillaba iluminando el bosque entero. Cerré los ojos unos segundos y escuché su voz, sentí como un cosquilleo me recorría el estómago y la espina dorsal, causando una explosión de emociones dentro de mí.

《Rayos》

Pensé. Y al girarme ahí se encontraba con aquella sonrisa de suficiencia a la cual empezaba a tomarle costumbre.

—No sabía que te gustaba estar sola para meditar —murmuró y rodé los ojos.

—¿Qué quieres? —espete con los brazos cruzados

—Solo vine a buscarte porque tu padre está a punto de dar una noticia a la manada —contestó y me encaminé hacia la casa nuevamente, pasé cerca de él, entonces hizo un movimiento rápido pasando su mano suavemente por mi mejilla. Quedé congelada sin poder reaccionar, la respiración se me cortó y cuando por fin pude moverme parpadee contemplado su rostro perfecto con nariz recta, cejas pobladas y ojos negros profundos. También noté que un mechón de cabello blanco le colgaba en la frente, provocando que se viera más atractivo aún.

《 Cómo si eso fuera posible 》

Amets era el tipo de chico al cual mirabas y te perdías en la inmensidad de sus ojos, también en aquel rostro tallado, delicado y a la vez varonil en esas expresiones tan únicas como cuando sonreía. Podía ser capaz de congelar el tiempo, con solo mostrar sus dientes blancos, y yo, pues era incapaz ante él, me sentía débil y muy idiota con su presencia, cosa que llegaba a ser peligrosa, nunca me había sentido de ese modo.

—Solo tenías una mancha aquí —dijo en voz baja, aunque sin dejar de sonreír sutilmente, trague saliva y me enderece para recobrar la compostura.

—Gracias, pero a la próxima puedes decirme —inquirí y salí a toda prisa. Cuando llegamos todos los miembros de la manada se encontraban reunidos y mis padres en el medio, al parecer estaban esperando nuestra presencia, así que me apresuré y pasé entre las personas y me integre al grupo donde estaba el Alpha.

—Bien, estando todos, creo que es momento de darles una información muy importante —inició en ese tono calmado, el cual lo caracteriza, pero a la vez podías sentir su autoridad como máximo líder en toda la manada. Este hombre que observan —señaló a Amets, quien se acercó, y la verdad no entendí qué estaba ocurriendo. Quiero que le den la bienvenida a nuestra manada, desde ahora es miembro oficial, antes era un nómada, pero ahora será de los nuestros —concluyó y no pude evitar abrir la boca en asombro.

《¿Él qué?》

Recapitule estupefacta.

No podía ser posible que él fuera un nómada, sin dudas debía explicaciones y no me iba a quedar sentada de brazos cruzados, él me lo debía.

Nadie contradijo a mi padre, al parecer, pero uno que otros se sentían inconformes con esa decisión, por el hecho de que muchos le tenían temor a los nómadas desde lo ocurrido la última vez, pero si mi padre había hablado ya no existía manera de retroceder a ese mandato, todos debían aceptarlo, y más cuando no únicamente el Alpha estaba desacuerdo, sino que también el Beta los cuales eran un círculo bastante fundamental para nuestra manada.




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