Capítulo 15
El choque de titanes que pronto iba a ocurrir, era inminente, si yo no intervenía y por supuesto que lo haría. Ninguno de esos dos idiotas se pelearía estando yo, presente para darles su merecido, por lo tanto, justo antes de que Amets avanzara con rapidez, dispuesto a dar el golpe como respuesta, fui corriendo para atravesarme, si estaba dispuesto a agredir a alguien, tendría que pasar por encima de mi primero.
Pude observar su rostro cambiar de expresión, y de una manera rápida con agilidad, esquivó mi cuerpo, para evitar lastimarme, sin embargo, la idea de ser un escudo humano fue inútil, puesto que Amets poseía una rapidez impresionante.
《Rayos》
Pensé viendo la manera tan perfecta en la que me apartaba guiñando un ojo en una expresión cínica. Volteé contemplando al pobre Sam, quien no pudo impedir recibir semejante porrazo en el pecho. Salió disparado por los aires siendo estampando con un buen golpe contra un árbol, el cual lo hizo rebotar y caer al piso como una pelota, mi boca se abrió en una mueca de horror, pero no transcurrieron siquiera cuatro segundos, cuando ya Sam estaba de pie convulsionando, jamás lo vi tan enojado, y temía que aquella pelea terminara en muerte.
—¡Sam, no! —grité, pero mis súplicas fueron totalmente inútiles. De pronto contemplé a Amets inexpresivo, él se veía tranquilo como si ya estuviera acostumbrado a ese tipo de enfrentamientos, su cuerpo se transformó adoptando la forma de un lobo blanco igual al color de su cabello, quedé boquiabierta porque no hubo indicios de su transformación, él solo lo hizo y ya…
《¿Qué rayos eres tú?》
Reflexioné confusa, Amets me vio y aún parecía tener esa mueca de suficiencia, parecía tenerlo todo bajo control, pero sin duda alguna Sam ardía en cólera, corriendo dispuesto a derramar sangre.
《 Por qué está tan molesto 》
Quise saber, puesto que ambos parecían tener problemas por resolver, pero yo no comprendía las razones de sus diferencias.
El lobo blanco se dispuso en guardia, apoyando una de sus patas traseras en una posición de ataque, con una adelante flexionada y otra hacia atrás, las delanteras estaban en un mismo ángulo clavadas en la tierra, quizá para mantener la estabilidad al instante que recibiera el impacto, yo permanecí quieta porque si bien deseaba intervenir, recordé que una de las reglas indicadas por mi padre, era que si dos lobos de la misma manada tenían diferencias, lo mejor era las resolvieran sin la intervención de un tercero.
《 Reglas estúpidas 》
Pensé molesta, porque me aterraba imaginar el hecho de que podían hacerse mucho daño. Tampoco podía transformarme para meterme en la pelea, por razones personales, hacía mucho tiempo que no tomaba la forma de loba y reflexionar en retomarla, era algo lo cual me generaba un profundo temor.
《 No quiero revivir traumas del pasado》
Sam saltó con las patas delanteras en forma de garras punzantes, mostraba los dientes gruñendo salvajemente, y antes de poder tocar a Amets, el chico esquivó con facilidad ese ataque, (rayos era tan rápido) se hacía casi imposible poder ver sus movimientos, pude contemplar el rostro confuso de su atacante, el cual parecía desesperado por siquiera morderlo, ya que la ira lo embargaba por completo.
—Por favor, Sam, ya basta —volví a pedir en un gesto de rogativa. Pero fui ignorada.
En cambio, siguieron en lo suyo, ambos se pusieron de frente y por un momento se vieron fijamente a los ojos del otro, no podía saber lo que hablaban debido a lo personal de su conversación, me di cuenta porque Amets mantenía esa barrera para mí, pero no lo hizo con Sam, entonces entendí el mensaje.
《 Idiotas, no me dejan saber por qué pelean》
Supuse Refunfuñando
Luego avanzaron nuevamente y esa segunda vez el enfrentamiento fue más severo, Sam, logró dar un zarpazo justo en el pecho de Amets y abrí la boca estupefacta, temblé de horror, pero él parecía estar bien. Levantó la cabeza corriendo para chocar con su contrincante y los dos se enredaron en mordidas, arañazos mientras rugían con ferocidad. De repente cayeron por un risco pequeño, rodando colina abajo, corrí siguiéndolos, pero los perdí de vista, únicamente escuchaba sus rugidos.
—Estos idiotas van a matarse —solté con preocupación—. Necesito hacer algo, pero ya — continué. Bajé por esa pequeña colina con cuidado, no obstante la tierra estaba blanda y me deslicé, di unas cuantas vueltas golpeando mi frente con un tronco… La cabeza me retumbaba, pero al menos el porrazo no fue tan grave, volví a ponerme de pie gritando sus nombres hasta que minutos después encontré a Sam, estaba tirado en la hierba verde y desnudo.
《 La parte que más odio de los lobos es precisamente esta》
La idea de ver traseros desnudos no se me antojaba agradable. Aunque iba a burlarme después, porque en realidad Sam tenía un trasero bonito, redondo como un melocotón y daban ganas de apretarlo. Reí para mis adentros pensando en esa idea y lo rojo que se pondría si llegaba a jugarle esa broma, no obstante claro que al despertar yo tendría mi venganza y le traería a memoria ese recuerdo.
Me incliné, pero no sabía que hacer, obviamente no podía dejarlo ahí, caminé evitando mirar las partes descubiertas, no quería parecer una pervertida y como se hallaba boca abajo, giré su cuerpo removiendo para que volviera en sí.
—Sam, despierta, por favor, despierta —pedí sin dejar de sacudirlo, empero no obtuve respuesta.
—Está noqueado —contestó Amets saliendo de entre los árboles, yo tuve miedo de girar porque no tenía intenciones de ver a otro hombre desnudo. Tranquila, acabo de cubrirme —añadió dándome alivio. Volteé contemplando su torso, el cual si estaba descubierto, sin embargo, de la cintura para abajo poseía sus pantalones rotos, el cual dejaba ver sus piernas.
Permanecí embelesada admirándolo, puesto que su cuerpo parecía una piedra tallada a la perfección, el torso marcado le brillaba por el sudor, su cabello blanco caía adelante de su rostro y a pesar de estar cubierto de tierra, no dejaba de verse atractivo ante mis ojos.