Un otoño con mi lobo

Pérdida

Capítulo 17


—Fle, lo siento, lo siento, me dejé llevar y me equivoqué —hizo lo posible por tratar de convencerme, pero obviamente yo no era idiota, Sam acababa de corresponder a mi beso, sabía bien que inicie con ese juego malintencionado por querer darle celos a Amets, no obstante descubrir que a Sam, mi casi hermano, le atraía de una manera sentimental. Fue un choque de emociones interminables, entonces como si las cosas ya no estuvieran mal, se unió al círculo de incomodidades el famoso idiota de cabello blanco, por quien yo cometí ese estúpido error.

—Vaya, jamás pensé que tomarías valentía para dar el paso Sam, te felicito —aplaudió con sarcasmo y una sonrisa falsa.

—Tú cierra la boca —amenazó el interpelado, pero sin duda no iba a permitir otro enfrentamiento entre ambos.

—Basta, Sam, ahora necesito que me expliques a que se refiere Amets —exigí saber aún teniendo miedo a la respuesta, el chico bajo su cabeza con vergüenza y no se atrevió a verme al rostro. Sam —dije su nombre para que pudiera mirarme.

—No dirá nada porque es un cobarde, pero ¿quieres que te diga un secreto? —intervino Amets, quien parecía estar molesto, no entendí como es que si yo no le interesaba y su atención estaba sobre Sabrina, podía enfadarse con Sam, por un simple beso.

—Cierra la boca Amets, eso no te incumbe —advirtió Sam, y el otro chico amplió una sonrisa de labios cerrados, demostrando así estar en ventaja.

—¿De qué hablan, pueden explicarse, por favor? —pedí con los brazos cruzados, Amets me observó y asintió.

—Claro, yo te lo diré, es algo que Sam no quiere que sepas, pero ya debes sospechar —continuó con ese juego perverso, que pronto traería serias consecuencias.

—Sé claro por favor, no estoy para acertijos —ordené sin paciencia

—Bien, la razón de que haya correspondido a ese beso, que obviamente era para causarme celos a mí —puntualizó enmarcando esas últimas palabras—Sé debe a que él está enamorado de ti, y es tan cobarde que no se atrevió a decírtelo nunca —confesó finalmente, dejándome en shock. No imaginé que todo se trataba de eso, y lo más doloroso era que yo no podía corresponder a ese amor porque simplemente mi forma de ver a Sam, no podía ser precisamente romántica.

El pobre estaba cabizbajo, sentí su extraña vergüenza y dolor que su secreto haya sido revelado y entonces entendí la razón de hacerme prometer, que jamás iba a entrar en su mente, él me protegía de la verdad, necesitaba hacerlo porque en sus planes no estaba perder mi amistad.

—Sam —murmuré y giró el rostro.

—Lo siento Fle, yo no quise que esto pasara, sé bien que no me ves como alguien con quien puedas tener una relación, y lo entiendo —declaró en un tono bajo que se sentía triste y lleno de sufrimiento.

—Oh, Sam, yo… —no me permitió culminar y levantó el rostro para verme.

—Sé que sientes algo por él, y no voy a intervenir entre ustedes, soy buen perdedor y tengo presente que Amets fue quien ganó —admitió con una sonrisa débil, el chico de cabello blanco no se inmutó demostrando ser quien dominaba la situación, pero eso pareció extraño en él, lo conocía y ese tipo de reacciones tan difusas me parecían raras. Algo andaba mal, pues por más cretino que fuera, yo sabía bien que no actuaría para poner en evidencia a otro de esa forma.

Sam se marchó, dejándonos solos, pero aunque intenté impedir que se alejara, Amets avanzó hacia mí, lo observé llena de confusión y sentí tanta ira, al recordar el rostro triste de aquel chico siempre sonriente. Entonces, con ambas manos, empujé su cuerpo reclamando su acritud de cretino.

—¿Qué rayos pasa contigo? Ese era un secreto muy personal de Sam, ¿no ves que sufre? —brame enfadada, pero él únicamente encogió sus hombros.

—No me importa si sufre, Fleur, ¿Sabes lo que realmente me interesa? —mencionó en un tono sombrío—. Tú—completó levantando la mitad de su sonrisa

—¿Qué quieres decir? —inquirí con el ceño fruncido. Cuando hice aquella pregunta, pude notar como de la nada aparecieron lobos de entre los árboles, con una chica bastante particular, tenía el cabello del mismo color que Amets y a su lado le hacía compañía otro muchacho más grande de una apariencia intimidante, cuando volví a contemplar el rostro de Amets, este se transformó en una persona distinta, quedé perpleja ante tal acto, nunca vi a nadie con semejantes habilidades para engañar.

—Hola, un gusto Fleur Loughty, mi nombre es Jemuel, necesito que vengas conmigo —expuso y parpadeé para poder reaccionar, obviamente estaba en problemas, sin embargo, no estaba dispuesta a dejarme llevar sin antes pelear.

《Es momento Fleur》

—¿Quién eres tú y qué hiciste con Amets y Sabrina? —simplifique buscando respuestas, él curvó su sonrisa y soltó un suspiro.

—Mi hermano es bastante lento cuando se trata de hacer un trabajo, pero nosotros necesitamos que pacíficamente nos acompañes, en realidad no queremos una guerra —comentó amablemente

—¿Y crees que llevarte a la hija del Alpha, no desatará una guerra? —cuestioné irónicamente

—Lo siento, pero eres tú, o… —no terminó la frase y Sam apareció

—Será mejor que te alejes de ella, o vas a conocer que tengo poca paciencia con los intrusos —advirtió, lo vi con cierta alegría y a la vez preocupación debido a que jamás podríamos los dos solos con tantos enemigos.

El chico, presentado como Jemuel, inclinó su cabeza de lado y luego miró a uno de los lobos, hizo una señal y aquella bestia corrió en dirección hacia Sam.

—¡Cuidado! —grité y él lo recibió con sus manos firmes, apretando el paladar y quijada para romperlos con un movimiento rápido, el cuerpo inerte de su atacante cayó al suelo y los otros se pusieron en alerta, mi boca se abrió en asombro contemplado el rostro furioso de Sam, quien tenía la boca abierta seguido de sus fosas nasales, los demás lobos intentaron moverse, pero Jemuel hizo una seña con su mano, ordenando que se detuvieran.




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