Un otoño con mi lobo

Daría mi vida por ti

Capítulo 25


Cometí el más grande error de mi vida, y ese fue permitir que la ira hablara por mí, sabía bien todos los errores que cometí con el pasar de los años, sin embargo, uno de los cuales más me arrepentía y el cual me atormentaba todos los días, era ese recuerdo que parecía haber sucedido mucho tiempo atrás, no obstante estaba muy vigente en mi memoria.

Ems, fue una niña que adoptamos en nuestra familia, ella llegó cuando Fleur tenía unos 8 años, pronto fue bien recibida por nuestra hija a tal punto de que estaban juntas todo el tiempo, realmente crearon un lazo afectivo muy fuerte.

《 Grave error 》

La niña había sido abandonada por sus padres en el bosque, era parte de tribus nómadas que servían a Jonathan, no obstante siempre pensé que sus padres debían amarla lo suficiente como para alejarla de tanta destrucción. Con el pasar de los meses Fleur empezó a verla como una hermana, ella era un año menor que nuestra hija, por eso ella desarrolló un instinto protector hacia la pequeña Ems.

De haber sabido lo que pronto ocurriría, nunca habría aceptado recibirla en mi casa, poner en riesgo a mi familia, y ocasionar un doloroso recuerdo en Fleur, que la perseguiría todos los días al punto de crear traumas en ella.

Los padres siempre harían lo que sea por sus hijos, y al momento de tomar una decisión, sin dudar, ellos serían la primera opción.

Yo elegí a mi hija.

Fleur y Ems, ellas jugaban en el bosque como siempre, no habían ido tan lejos y sin darme cuenta las descuide un segundo y desaparecieron de mi vista, Moon enloqueció y rogó que fuera por ellas, corrí a buscarlas y encontré una emboscada de lobos nómadas, actúe rápido y tomé a Fleur, ella sujetó la mano de Ems para traerla con nosotros, intente defenderlas, pero eran demasiados como para poder con todos, cuando huimos de ese lugar con la esperanza de ponerlas a salvo, por accidente tropecé y Ems cayó, no podía detenerme porque ellos nos iban a alcanzar.

Fleur suplicó volver, pero no lo hice, escuché a la pobre Ems rogar que no la dejáramos, y no volteé jamás.

No estaba seguro de que haya sobrevivido, aquellos lobos asesinos habían cometido esa atrocidad, sus gritos los escuchaba en mis pesadillas y no me sentía orgulloso de ser tan cobarde dejando morir a una niña pequeña, no tuve elección, jamás podría arriesgar a Fleur, ella siempre fue mi prioridad.

***

Subí las escaleras con la esperanza de poder hablar con ella, quizá pudiera escucharme y poder perdonar a su padre. Yo estaba seguro de que mi hija me odiaba, dentro luchaba con ese sentimiento, pero muchas veces lo demostraba con sus acciones rebeldes y la manera en que retaba mis órdenes como Alpha, porque el hecho de que me culpaba por lo de Jeremy, también era una señal de ese resentimiento.

—Fleur, hija, quiero que hablemos —murmuré tocando la puerta, pero no hubo respuesta—. Vamos, por favor, solamente abre la puerta, no podemos seguir con esta situación, somos una familia y sabes que eres lo más importante en mi vida y la de tu madre —insistí y todo parecía ser silencioso. Arrugué el ceño y moví la perilla de la puerta.

Sabía que si ella estaba ahí, y permanecía enojada, jamás tendría la puerta sin seguro, por lo tanto, abrí de inmediato adentrándome en la habitación, recorrí el lugar con los ojos, sin tener un indicio de su presencia. Toqué la puerta del baño con la esperanza de que estuviera allí, pero el lugar se encontraba completamente vacío.

—¡Rayos! —exclamé desesperado para correr a la puerta y salir a buscarla, no quería pensar mal, pero algo me decía que ella se fue detrás de los chicos. Bajé las escaleras a toda prisa y Moon apareció en medio de mi camino, mi exasperación me dominaba y el deseo de correr en busca de mi hija impedía la coordinación de pensamientos.

—¿Qué ocurrió? —interpeló.

—Fleur no está —contesté y ella abrió los ojos de par en par, se llevó una mano a la boca en un acto sorpresivo, empezó a hiperventilar negando varias veces.

—No, no, esto no es posible, mi hija, mi Fleur —repetía desorientada, eso me hizo reaccionar y la sujeté de los brazos viendo a sus ojos al borde de las lágrimas.

—Moon, debes controlarte, yo iré por nuestra hija y la traeré a salvo, ahora necesito que llames a Kitsune, él estará a cargo hasta que haya regresado. ¿Entiendes? —expliqué y a pesar de que estaba consternada, asintió—. Bien, debo correr, ella no puede estar lejos —agregué, miré su rostro y sentí un gran dolor por tener que dejarla sola, temía que esos desgraciados vampiros o Jonathan pudieran acercarse y hacerle daño.

No pude evitarlo y la rodeé con mis brazos, ella aferró su rostro a mi pecho en una acción desesperada.

—Trae a nuestra hija, solo tráeme a Fleur por favor Eyolf —suplicó en un hilo de voz. Tomé su rostro con ambas manos y contemplé sus ojos.

—Te juro que ella volverá, aunque me cueste la vida, tendrás a nuestra hija en los brazos —prometí y besé sus labios. No dije nada más porque el tiempo estaba en mi contra.

Corrí al bosque en dirección a donde se supone que iría el primer grupo, fue difícil rastrearlos porque todos poseían la habilidad de ocultar su aroma, mi esperanza fue captar el olor de Sam, y así fue, aquel rastro me guio por el camino, recorrí kilómetros sin detenerme rogando poder encontrarla y no había siquiera un indicio de ella.

《 Por favor, solo te pido que estés sana y salva, no me hagas esto Fleur, no le hagas esto a Moon, ella moriría si te pierde y yo no tendría razón de existir 》

Reflexioné llegando a las peores conclusiones, ella podría estar en peligro y yo no estaba cerca para poderla defender, pero no iba a darme por vencido, iba a encontrarla y de eso no tenía duda alguna.


El sol apareció y llegué a un lago, era pequeño, busqué el olor y se hacía más intenso en ese sitio, avancé encontrando unas pequeñas tiendas de campaña natural, eso me decía que debían estar cerca, seguí corriendo apretando el paso para poder alcanzarlos, quizás llevaban horas de ventaja y eso me alertaba aún más. Luego de correr sin parar mi cuerpo gritaba que descansara, solo me detuve unos minutos para recobrar el aire y al alzar mi cabeza contemplé una montaña nevada, Amets habló sobre esas montañas y que cabía la posibilidad de que fueran las mismas porque concordaban con sus descripciones.




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