Hija de la luna

Capítulo 31

Contemplé aquel lugar llena de asombro, no podía creer que Samika se halla lucido tanto, al preparar algo tanto especial. La admiré marcharse sin entender lo que ocurría, debido a que me hicieron prometer no leer sus mentes, la verdad podía hacerlo sin que ellos siquiera lo pudieran notar, sin embargo, aprendí a cumplir las promesas que hacía.

Adelante apareció Amets, quien se acercaba hacia mí, no entendí esa escena, en realidad sentí como si fuera todo irreal. Su plan estaba saliendo a la perfección, porque a decir verdad no sabía lo que estaba pasando.

La noche se desnudó mostrando la brillante luna en el cielo, quien iluminaba con tenacidad seguida de una cantidad incontable de luciérnagas, me deleité en tanta hermosura y sonreí sintiendo satisfacción al presenciar tan maravilloso momento, alcé los ojos viéndolo a él, que se puso de pie frente a mí, quise analizar su rostro con el deseo de poder saber que se traía entre manos y fue inútil.

—Sé que te preguntarás que hacemos aquí —inició en un tono bajo sin dejar de verme.

—La verdad, sí, ustedes fueron bastante cuidadosos con eso de prepararme una sorpresa —cuestioné y sonrió.

—No fue tan fácil, por eso tuve que hacerte prometer no leer nuestras mentes, sino la sorpresa se hubiera visto arruinada —confesó y arrugué la frente.

—Odio los secretos y lo sabes —me quejé cruzando los brazos y volvió a reír, levantó su mano sosteniendo mi barbilla para acariciarla con sutileza.

—Por eso te amo, no dejas de ser esa niña curiosa de la cual me enamoré, pero bueno, para no hacer esto tan melodramático… —puntualizó—. La razón de todo esto es más importante de lo que imaginas, sabes, pensé esto durante los últimos meses y llegué a la conclusión de que estaremos juntos por toda la eternidad, y yo me sentiré feliz de vivir el resto de mi existencia junto a ti —explicó detenidamente y comenzaba a asustarme.

—Ok —señalé desconfiada.

—Fleur, no sé cómo decirte esto, realmente las palabras faltan cuando se trata de ti, me quedo escaso porque darle una definición a nuestro amor, es como querer explicar porqué las flores son diferentes, pero hermosas, al mismo tiempo quisiera decirte tantas cosas que tengo dentro de mi corazón, cada sentimiento se volvió un cúmulo de emociones arraigadas desarrollándose a medida que transcurrieron los días a tu lado, lo que quiero decir con esto Fleur —murmuró tomando mis manos—. Es que te amo con mi alma, el destino me unió a ti y yo permaneceré a tu lado hasta mi último respiro —confesó doblando una rodilla en la tierra y entonces comprendí de que se trataba.

《 No puede ser, estás bromeando 》

Pensé casi sin aliento.

—Fleur, ¿me harías el honor de ser mi esposa? —interpeló. Yo tapé mi boca con una mano quedando en completo shock, me tomó por sorpresa y por eso era que las odiaba, siempre ese tipo de cosas me hacían llorar.

—Oh, rayos, Amets, cómo me haces esto —me quejé al borde de las lágrimas.

—¿Qué? —cuestionó confundido.

—Sí, acepto, tonto —repliqué extendiendo mi mano para que pusiera el anillo. Colocó el círculo con una piedra brillante en mi dedo anular, y se puso de pie nuevamente para rodearme con sus brazos besándome en los labios. De la nada aparecieron todos los miembros de la manada haciendo ruido y festejando que Amets y yo nos habíamos comprometido. ¿De dónde salieron? —pregunté confundida, ya que no los percibí en ningún momento.

—Pues, Samika encontró la manera de crear un tipo de domo para esconderlos y que no sintieras su olor, la verdad fue un trabajo de semanas, pero lo logró —confesó y puse mala cara.

—Esa condenada —reñí malhumorada.

Ella siempre encontraba la manera de sorprenderme y por eso la amaba tanto, sin embargo, estaba en la obligación de mostrarme ese truco, así la próxima no tendría tan fácil engañarme, aunque conociéndola seguro buscaba otra forma y así pasaríamos nuestra vida.

Fuimos felicitamos por los hermanos de Amets, Sam, mamá y papá. Organizaron una pequeña fiesta donde todos disfrutaban como familia, mientras yo contemplaba aquel momento hermoso, para guardarlo en mi memoria, mamá y papá se acercaron.

—Fleur, hija, queremos hablarte un momento —dijo papá y asentí siguiéndolos un poco alejado de la reunión. Amets alzó la cabeza buscándome y le hice señas para que se quedara, aceptó y nosotros seguimos el camino hasta llegar a una parte del bosque donde la copa de los árboles cubrían el bosque evitando que los rayos de luz lunar, pudieran entrar. Solamente algunos destellos se colaban permitiendo iluminación en esa área.

—Ok, aquí estamos —empecé y papá se acercó para abrazarme.

—Mi princesa pequeña y valiente, te has convertido en una mujer y líder maravillosa, estoy orgulloso de ti —manifestó papá haciéndome sentir nostalgia, lo que me conllevó a derramar lágrimas.

—Ay, no me hagas esto papá, no quiero llorar —me quejé entre lágrimas y risas, él me besó la frente.

—Tu madre y yo estamos felices por ti —estiró su mano para que mamá se uniera a nuestro círculo íntimo—. Lo que has demostrado ser, es más grande de lo que imaginaba, por eso sé que serás una líder excelente y una esposa magnífica —prosiguió, mi madre me contempló posando sus ojos en los míos para sujetar mis mejillas.

—Eres mi luz, la estrella que resplandece mis noches y el lucero que ilumina todas mis mañanas, contigo aprendí que el amor es un sentimiento más allá de un interés propio y que el orgullo me colma al saber que tengo una hija tan grandiosa como tú —completó y la abracé entre lágrimas.

—¡Mamá! —exclamé emocionada. Ahora todo era como siempre deseé, el pasado se quedó atrás y un presente lleno de felicidad nos deparaba con un futuro al lado de las personas que más amaba.

Yo pude conocer que realmente la vida luego de tantos golpes, podía tener momentos únicos y especiales, amé el hecho de que papá y mamá siempre estuvieron ahí y me dedicaría a protegerlos con mi vida, como Alpha de la manada, yo estaba en la obligación de ser lo que ellos esperaban y mucho más, no los iba a decepcionar jamás.