Tristan
Me quejo cuando escucho el timbre de la puerta, pero me quedo en la cama queriendo que pare solo que no lo hace, sigue y sigue sonando obligándome a abrir los ojos, me siento en la cama, miro a mi lado a la chica que duerme ¿estará viva? luego de mirarla mejor por un rato me doy cuenta de que si, solo que duerme como una maldita roca
— ¡Diablos! — chillo cuando pongo los pies en el piso y miro la hora, ¿quién me molestará tan temprano? pero me va a escuchar
Salgo de la cama con pesar, el timbre no ha dejado de sonar ni un segundo y quien esté haciendo la broma morirá hoy, en el camino tropiezo con varias botellas y una que otra pastilla regada en el suelo, llego hasta la puerta y la abro queriendo maldecir a quien me ha despertado, pero me quedo mudo al verlo ahí
— ¡Papá! — exclamo, ¿qué hace aquí? se suponía que no estaba en la ciudad
— ¿Acostumbras a abrir la puerta en paños menores? — mira mi cuerpo, solo un bóxer me cubre, resoplo
— No, claro que no
— ¿Estabas durmiendo Tristan? — cuestiona escudriñándome con la mirada
— Es temprano
— ¡Son las 12 maldito vago! — me grita haciendo que se incremente mi dolor de cabeza— ahora quítate y déjame pasar
— Papá espera — mis palabras quedan en el aire cuando entra, me quedo de pie detrás de él mientras este mira todo
— ¡Fuera todos! — vocifera a las personas que hay en mi sofá y lo veo tocándolos para que despierten— solo a ti se te ocurre hacer estas fiestas — masculla mirando a las mujeres semidesnudas que aún duermen y a algunos de mis amigos— no cambias Tristan, tienes 27 años joder, ponte ropa, saca a esta gente de aquí y te espero en la piscina — sale hecho una furia, suspiro, otro de sus regaños
— Papá— digo al llegar hasta él, me mira y asiente cuando me ve con un pantalón
— Nos vemos luego Tris— comenta una chica que pasa por mi lado y deja un beso en mi mejilla, mi mirada se pierde en su trasero, ¡qué buena está!
— Mírame idiota— mi padre me empuja y lo miro— son las 12, tienes la casa llena de drogas, alcohol y mujeres, ¿cuándo vas a cambiar hijo?
— Santiago soy joven, déjame disfrutar — tomo asiento, él maldice en voz alta
— ¿Qué pecado estaré pagando contigo?, tienes 27, no eres un adolescente, pero te comportas como niño y eso va a acabar hoy Tristan— lo miro, ¿de qué hablará? ahora con que amenaza va a salir?
— ¿Qué? ¿vas a quitarme las vacaciones? — sonrío mirando sus ojos
— Te quitaré todo, la herencia, el dinero, las tarjetas, los autos y esta casa, voy a desheredarte hasta que seas alguien responsable hijo
— No puedes hacer eso— bramo mirando al mejor diseñador de moda de este país dueño de la revista de moda más importante que existe
— Claro que puedo, te he mantenido todos estos años y mira lo que he creado, un inservible como tú, si es que nunca he podido presentarle a una novia tuya a mis amigos porque a las fiestas que hago solo llevas a tus putas mal pagadas
— Me gano mi dinero — digo levantándome y él suelta una enorme carcajada — soy el fotógrafo de tu revista
— Claro, fotógrafo — ríe — lo único que haces cuando vas a la empresa es coger con todas las modelos Tristan
— Me prometiste que sería el dueño de la revista— lo señalo— ¿acaso el gran Santiago Harper no tiene palabra?
— Serás el dueño— sonrío satisfecho — solo si en un año logras casarte y no con una cualquiera ni con una de esas amiguitas que te buscas
— ¿Casarme? — me estremezco de solo pensar en eso, perder mi libertad sería peor que la muerte misma— ¡ya mátame padre!
— No seas dramático, tienes un año para casarte Tristan o te dejaré sin la empresa y sin la herencia y de más está decir que desde hoy solo vivirás del sueldo de fotógrafo, cásate o todo será heredado por tu hermana, adiós hijo, limpia la casa antes de entregarme las llaves por favor, no creo que con tu actual sueldo puedas pagarla y de más está decir que si no trabajas bien no cobras nada— me quedo en shock mientras lo veo alejarse.
¿Y ahora qué hago?
Esto es una pesadilla, la peor de las pesadillas
Me dejo caer en un asiento y miro la piscina, solo quiero lanzarme a esta y morir, sería menor sufrimiento que atarme a alguien por toda la vida, de solo pensarlo tengo ganas de vomitar
— Tristan— levanto la vista para ver a mi mejor amigo— vi a tu padre salir, ni me saludó
— Sí, está enojado— digo aún confundido — ¿Qué haces aquí Damien?
— Traigo malas noticias — dice triste, no puede ser, ¿algo más?
— ¿Qué pasó? tienes cara como si hubiese muerto alguien
— Y así es Tristan, murió Renata— comenta con voz apagada, lo miro confundido
— ¿Quién es esa? ¿una de tus novias? ¿tu hermana?
— ¿Qué? no Tristan, hablo de Renata— dice el nombre como si a mí me dijera algo— joder, tu exnovia, la única novia que has tenido, esa a la que le ponías los cuernos con todas
— Ah esa— expreso, ni siquiera recuerdo su cara— eso fue hace siglos Damien
— Si, la dejaste hace más de seis años— asiento, ¿cómo es que él se acuerda de eso?
— ¿Y? ¿Debo ir ahora a un entierro? Damien no recuerdo a la tal Renata
— Tiene tres hijos Tristan, trillizos — abro la boca en una perfecta O, ¿tres hijos? ¿cómo pudieron caber ahí dentro?
— Pobre, quizás se suicidó, con tres hijos cualquiera lo haría
— No seas animal— exclama enojado — murió en un accidente ayer, yo solo vine a informarte Tristan antes de que el abogado de ella te busque a ti y a tu familia
— ¿Para qué me buscaría el abogado?
— Son tus hijos idiota! — y el peor chiste del día, suelto una carcajada
— No jodas
— Ella lo dejó por escrito a su abogado, si le pasaba algo quería que te quedaras con los niños, son tuyos Tristan
— Si eso es cierto por qué no me buscó antes?
— Si te hubiera dicho que estaba embarazada que hubieras hecho?
— La hubiera mandado a abortar— me señala riendo cuando digo lo obvio
— ¿Ves? por eso se calló y decidió ser madre soltera, tienes tres hijos Tristan y debes hacerte cargo de ellos
— ¡Jamás! — paso las manos por mi rostro— no quiero uno, ¿voy a querer tres? que se los den a alguien más Damien, no me interesan esos críos y no me importa si son hijos míos o no, no quiero ni verlos, de solo pensarlo siento escalofríos
— Renata le dejó toda su herencia a sus hijos y claro, quien los tenga bajo su custodia será el dueño de tal herencia
— ¿Cuánto les dejó? — Damien dice la cifra y mis ojos se abren como platos, es algo exagerado, ¿todo ese dinero? debe ser broma
— Es mucho, me vendría bien, pero ni por todo el oro del mundo Damien, escúchame bien— me acerco a mi amigo— ni por todo el oro yo me quedaría con esos críos, mejor muerto, odio a los niños y lo sabes, solo causan problemas
— ¡Si son tus hijos te quedas con ellos! — escucho la voz de mi padre y maldigo al universo, ¿qué no se había ido ya? lo miro y está con una sonrisa que me estremece por completo