Un papá en apuros

Capítulo: 4

Verónica
Me pierdo en sus ojos, ¡maldición! sabía que era una mala idea comenzar a hablar con él

— Lo escuché aquí — logro decir al fin y él asiente dudoso, estoy segura de que no creyó nada

— ¿está nublado o hace sol? — cuestiona luego de segundos en silencio, sonrío, quiere hablar conmigo

— Está soleado, el cielo está azul, muy bonito, ahora dime Nicolás, ¿qué regalo te gustaría? La próxima vez juro traerte algo, pero no sé que, ya que — me callo, debo tranquilizarme, estoy muy nerviosa

— Ya que soy ciego— sonríe, no parece enfadado— sigo siendo normal Vero, pero no debes traerme nada

— Pero me gustaría hacerlo

— ¿Por qué?

— Porque puedo y quiero— él ríe, es tan perfecto que quiero abrazarlo, pero me contengo, sería raro si hiciera eso

— Entiendo

— ¿Qué entiendes Nic?— le achico el nombre como él hizo con el mío

— Que tienes tanto dinero que ya no sabes en qué gastarlo así que vienes hasta aquí

— Bueno, no estás tan alejado de la realidad— vuelve a reír y niega

— De todas formas no me traigas nada, no necesito juguetes—sonrío triste, hablar con él no se siente como si hablara con un niño

— Nicolás mira— frunzo el ceño cuando se acerca una pequeña de unos cinco años y deja en manos del chico una muñeca

— Es muy linda — dice mientras toca esta con sus dedos—¿ves Sofi? te dije que un día recibirías una muñeca nueva— la niña asiente sonriendo

— Me la dio ella— me señala— ¿verdad que es linda esta señora?

— Sofi no puedo verla— él le habla con tranquilidad, la niña maldice sacándome una sonrisa

— Perdón Nic, pero puedes tocarla como a mi muñeca, conmigo lo hiciste y dijiste que era linda— Nicolás entonces voltea hacia mí

— Aún no soy muy bueno imaginando rostros— comenta como dándome una explicación—¿Sucede algo Vero? — pregunta, ¿qué si sucede? tengo a mi hijo frente a mí luego de 10 años y no sé que hacer o decir o como tratarlo y solo quiero dejar salir las lágrimas que intento retener

— Nada— suspiro al fin

— Creo que ya cansamos a Verónica — sonríe y la niña toma la muñeca de sus manos

— ¿Traerás más regalos Vero? — la pequeña se acerca a mi

— Sofía — la regaña Nic

— Traeré muchos más Sofi— asiento, ella aplaude de felicidad

— Eres muy linda y mira Nic— exclama, río, que maña la de decirle que mire— tiene los ojos azules como los tuyos—me tenso

— no puedo verlos Sofi— vuelve él a recordarle— pero apuesto a que son muy bonitos

— Gracias por los regalos señora Verónica y traiga más pronto, están lindos todos— yo río y la niña se aleja dando saltos

— Pido perdón por Sofi, ella es así, pero es muy buena, diría que es como mi hermana menor

— Ya debo irme Nicolás — murmuro cuando ya no puedo más — volveré mañana y te traeré juguetes, también mereces algunos

— ¿Estás bien? — no respondo a su pregunta y camino hacia la salida mientras dejo mis lágrimas salir, al entrar al auto comienzo a llorar como una niña, no es justo nada de esto

Golpeo el volante una y otra vez mientras las lágrimas no se detienen y entonces cierro mis ojos y recuerdo la primera y única vez que lo tuve en mis brazos, era tan pequeño que ese día también lloré pero de felicidad, o al menos en ese momento cuando su mano agarraba mis dedos con fuerza como si supiera que iba a ser alejado de mí, como si no quisiera soltarme nunca

— Entonces fuiste a verle— dice Brad mientras me maquillan, le debo días de trabajo

— Y conversamos, tenías razón, no es como los demás niños, es guapo y maduro— sonrío

— Mira las noticias Vero— chilla Lea, mi mejor amiga entrando como loca

— ¿Qué pasa loca? — hago señas para que las chicas que me maquillen se alejen y Lea deja una revista en mis manos

— Es Tristan— ruedo los ojos con ese nombre— tiene tres hijos— mi boca forma una gran O y comienzo a leer, ¡vaya! con la fama de mujeriego que tiene era de esperarlo

— Que suerte esa mujer— murmuro dejando de leer

— No mucha, está muerta— alzo una ceja— un accidente y por eso Tristan ahora debe hacerse cargo de esos críos y Damien hoy hará una fiesta para celebrar la paternidad de su amigo así que iremos Verónica, ahí verás a Tristan

— Lo veré y que? no entiendo lo que le pasa a ese imbécil que siempre está huyendo de mí y me cansé Lea, no estaré buscándole el lado, soy Verónica, soy perfecta y él es un idiota, no iré a esa fiesta

Y aquí estaba en la noche bebiendo mientras todos bailaban y disfrutaban de la gran fiesta echa por Damien, quizás todos se pregunten por qué me gusta Tristan, la razón es simple, es el único hombre que con una mirada no he logrado enamorar, es el único que se resiste, que se aleja y que a pesar de llevar a cientos de mujeres a la cama a mi no me ha llevado, maldito

— Verónica Lawrence — musita Damien frente a mí— ¡qué placer verte en mi casa!

— Tus fiestas siempre son buenas

— ¿Quieres? así te relajas más — enseña algunas pastillas en una bolsita, pero mi mirada se pierde hacia Tristan que besa a dos mujeres a la vez mientras están en la piscina

— Tu amigo es padre ya, pero sigue igual de irresponsable— Damien ríe

— No cambia ni lo hará y es una lástima que tú solo tengas ojos para él cuando yo estoy frente a ti

— Tres niños, ¿cómo está Tristan? — ignoro su comentario y él sonríe

— ¿Por qué no le preguntas tú? — mira hacia Tristan — ¡Hey Tristan! — este voltea hacia nosotros, susurra algo a las chicas que ríen y luego viene hacia acá, está mojado, ¡Diablos! ¿por qué tiene que ser tan guapo?

— Me llamabas? — me ignora olímpicamente mientras se dirige a su amigo

— Verónica quiere saber que se siente ser padre— Tristan suspira y me mira, me pierdo en sus ojos y sonrío como tonta

— Pues — aparta la mirada y mira a su amigo— dile entonces que tenga un hijo y que le pregunte al padre de este — su respuesta me descoloca, ambos ríen y yo me pierdo en mis recuerdos, en cuando tenía 17 años y conocí a ese chico maravilloso, él no me ignoraba como hacía Tristan, él me defendía, tanto lo hacía que terminó mal

— ¿Vero cielo estás bien? — grita Damien y lo miro, Tristan ya ha desaparecido y aún no entiendo por qué me odia tanto si solo he querido agradarle siempre

— ¿Aún tienes esas pastillas que me enseñaste? — Damien sonríe y al parecer la noche será larga




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