Un papá en apuros

Capítulo: 5

Tristan
La fiesta queda arruinada cuando la veo a ella, ¿qué hace aquí? joder, no la soporto, es tan falsa y tan ella que me cae como una piedra en el estómago, superficial, perfeccionista, manipuladora y engreída, ¿se pueden tener más defectos? lo dudo mucho, es una niña mimada y por eso me cae tan mal, por arrogante y orgullosa que es

— ¿Por qué la tienes que invitar Damien? — interrogo a mi amigo mientras se acerca a mí, yo no dejo de mirar a Verónica que baila y un sujeto se pega a ella

— Aún no entiendo por qué tu odio hacia ella, bien podrías llevarla a la cama y quitarte esa espinita

— De solo pensarlo siento asco, no llevaré a alguien tan arrogante a mi cama, ya quisiera ella

— Pues quiere, Tristan la chica te quiere desde que estábamos en el jardín de infancia joder, está loca por ti, se le nota

— Solo quiere uno más para su lista y no seré el tonto ese, apuesto a que no quiere a nadie, solo mira lo engreída que es y que fue siempre

— No te entiendo, juro que no lo hago, Verónica es maravillosa

— Si es tan maravillosa por qué no te la llevas tú a la cama? es tan descarada que apuesto a que no te dirá que no— Damien ríe

— Lo intentaré, de eso no te quepa duda— bufo y bebo un trago de la bebida que traigo en mis manos— ¿Y los trillizos que?

— Los dejé en casa con la niñera que contraté, que por cierto, es bellísima — ambos reímos y voy hacia la piscina donde dejé a las dos chicas que pienso hoy disfrutar.

La fiesta sigue, las horas pasan y no dejo de ver cómo Verónica besa a un sujeto que no conozco, frunzo el ceño cuando ambos caminan hacia la casa, bueno, él camina y casi la carga a ella, diría que va más drogada que cualquier otro en esta fiesta

— Tris a donde vas? — dice la chica que está agarrada de mi cuello

— Espérame aquí guapa— salgo de la piscina y camino hacia la casa

— Déjame — escucho que dice Verónica y entonces me asomo a la primera habitación, el sujeto esta besándola mientras trata de quitar su ropa

— No te resistas linda, Dios! eres maravillosa — viro los ojos y me dispongo a irme de ahí, no veré como tienen sexo

— No quiero, déjame — y esas palabras me detienen, la odio, pero cuando una mujer dice que no quiere se respeta y a ella no la están respetando, entro a la habitación y quito al sujeto de encima de su cuerpo

— Amigo qué te pasa? 

— No soy tu amigo y largo de aquí, ella no quiere— la señalo, Verónica está en la cama, pero ni se mueve, ¿qué tomaría? apuesto a que Damien tiene algo que ver en su estado

— Si quieres compartirla bien, no hay problema— ríe el miserable

— Largo dije o te rompo la cara— lo tomo de la camisa y lo saco del cuarto, el tipo me maldice, pero hago que se largue y entonces vuelvo a entrar, ¿estará viva? Me acerco hasta ella y la miro mejor, si, está respirando, la acomodo mejor en la cama y acomodo el vestido que trae, tiene los ojos cerrados y el cabello en su rostro, me acerco más a ella, claro que se cree perfecta porque es perfecta y claro que ahora quien habla es el alcohol que hay en mí, ella susurra un nombre, me acerco más

— Nicolás — dice, maldigo y me alejo de ella como si quemara

— Zorra— la señalo— debí dejarte con ese tipo, a saber con cuantos más estás, Nicolás — niego y salgo de ahí dispuesto a pasarla bien y olvidarme de esa engreída

Despierto cuando la luz del sol entra por mi ventana, miro a mi lado, hay una chica y en mi otro lado hay otra, suspiro y salgo de la cama con cuidado, necesito café y el olor de este me lleva hacia la cocina, pero me detengo al verla a ella ahí

— Hola Tristan — me sonríe, no la miro y voy directo hacia el café — que falta de educación

— No es falta de educación, no tengo por qué saludar a cualquiera

— Qué te pasa conmigo? — ríe y la miro, está sentada sobre la mesa con las piernas cruzadas

— Nada, solo vine a por café y por cierto, deberías irte ya, ¿no crees?

— Vuelvo a preguntar, ¿por qué me odias? no entiendo nada

— Odiarte — suelto una carcajada — para odiarte tendrías que importarme algo Verónica — suelto viendo sus ojos que parecen querer quemarme

— Nos conocemos desde niños, estudiamos juntos y antes recuerdo que no nos llevábamos mal, ¿qué cambió?

— Ya basta Verónica, que no te quiera llevar a la cama no significa que te odie, solo es que no me apetece aunque normal que estés confundida, estás acostumbrada a que todos te lleven a la cama

— Ten cuidado con lo que dices — masculla mirando la tasa que tiene en sus manos

— No estoy mintiendo

— Eres un imbécil Tristan, ni se para qué me molesto— se baja de la mesa— ya quisieras tu tener algo conmigo, pero jamás podrás, eres muy poco hombre para mí— aprieto mis puños

— Y tú eres una engreída y una zorra— me lanza una bofetada que no llega a darme porque sujeto su mano

— Maldito imbécil — brama alejándose

— Maldita arrogante — murmuro viéndola salir de la cocina

— Parecen niños— dice Damien entrando a su cocina— dejen ya de pelear, lo hacen desde que tienen menos de 20 y ya me cansaron, ya son dos viejos y siguen en lo mismo

— Es que ella desespera a cualquiera

— O quizás te gusta y no quieres admitirlo — hago como si fuera a vomitar

— Ves? eso es lo único que me provoca— mi amigo ríe mientras niega

— Hey adonde vas?

— A mi casa— lo miro antes de salir

— No piensas ayudarme? mi casa está hecha un desastre por tu fiesta

— Soy un padre de familia Damien, debo ir a darle los buenos días a mis hijos— sonrío escuchando sus palabrotas y salgo de ahí, veo el auto de Verónica alejarse a toda velocidad y subo al mío, la cínica ya ha jodido mi día

Respiro hondo y entro a mi casa, pero me quedo estático con lo que veo, todo está roto, regado por el suelo y hasta mis cuadros están tirados como si no valieran nada, las paredes están pintadas por todos lados, rayadas y entonces se siente un gran ruido, la chica que contraté corre hacia mí y se lanza a mis brazos

— Sácame de aquí señor Harper — llora sin dejar de abrazarme — ¡son animales! — exclama y sale corriendo por la puerta y entonces los tres niños llegan hasta mí, tienen su ropa sucia, el cabello alborotado y la cara pintada como si fueran indios mientras en sus manos traen algo parecido a lanzas

— ¿Qué demonios han hecho? — bramo sintiendo el dolor en mi cabeza

— Solo jugábamos con la niñera papá— contesta Jennifer o Karen, yo ni sé

— Así es, dijiste que jugáramos con ella, obedecíamos— agrega David sonriendo, malditos críos, han destrozado la casa y tendré que buscar otra niñera.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.