Tristan
¿Cómo se me ocurre llamarla zorra cuando estoy intentando conquistarla? solo a mí me pasan estas cosas, menos mal que luego pude arreglarlo, deberían darme un premio por mi perfecta actuación, en eso pienso mientras ella ríe, pero no la suelto, la mantengo pegada a mí aunque me encantaría tenerla a kilómetros, lo claro es que debo mantener la boca cerrada y pensar más antes de hablar, ya casi lo echo todo a perder y hoy me debo ir de aquí con Verónica de novia
— Deja de decir esas cosas— pide deteniendo su risa— no juegues así Tristan— musita mirando mi boca, debe de estar loca por llevarme a una cama, sonrío con autosuficiencia, deberá esperar, no pienso tocarla hasta la boda y ojalá ahí pudiera hacer algo para no hacerlo
— No es un juego Verónica, me quiero casar contigo— ella suspira e intenta alejarme, pero no consigue nada
— ¿Me sueltas?
— No sabes como me contengo para no hacerte el amor aquí mismo— jadea y yo me río internamente por lo buen mentiroso que soy
— No te he pedido que te contengas— río y paso una de mis manos por su mejilla, sus ojos están fijos en los míos
— Ya te dije, no quiero que seas una más, no quiero ser uno más, quiero que seas mi esposa, la única
— Tristan hace poco me odiabas y ahora
— Nunca te he odiado, he fingido Vero, sé mi novia por favor— miro sus labios cuando muerde estos, está pensando, la conozco bien, ella suspira y me obligo a mirar sus ojos
— No quiero que estés con más nadie— dice y asiento
— Yo tampoco quiero verte con otro
— Perfecto
— Eso es un sí? — la pego más a mí y ríe
— Sí— dice con algo de timidez, se separa de mí y esta vez se lo permito, ya he logrado el primer paso, ahora solo falta hacer que acepte casarse pronto conmigo, ella busca agua y se sirve, la veo tomar esta y me es imposible no admirar su belleza, es perfecta por donde se mire, al mirarme sonríe
— ¿Cenamos juntos mañana Verónica? — se acerca y deja un breve beso en mi boca
— Envíame la dirección y la hora y
— No— detengo sus palabras colocando un dedo en su boca— yo vengo a recogerte y te llevaré a un restaurante que me gusta mucho
— No sabía que eras así — comenta, no hago preguntas porque solo me quiero ir ya de aquí, aunque eso significa llegar a mi casa, respiro hondo, ayer dormí en lo de Damien, pero ya hoy no puedo ignorar más a los trillizos
— Debo irme Verónica, te pasaré a recoger mañana a las 8— asiente y camina lejos de mi
— Me daré una ducha, cierra al salir — sonrío, es una clara invitación, pero no la sigo, escucho un teléfono sonar, no es el mío y miro el de Verónica que está sobre la mesa, lo tomo en mis manos y leo el mensaje, es algo corto y simple, pero que deja un mal sabor en mi boca
Nicolás: También te quiero
Leo varias veces la línea, cierro con fuerza mis ojos y contengo las ganas de lanzar el teléfono contra una pared, lo dejo donde mismo y salgo de prisa de esa casa, solo espero no quedar como un completo cornudo durante el noviazgo, acaba de decirme que seremos exclusivos y recibe tal mensaje de sabrá Dios quien, estoy que exploto de la ira.
Camino hacia mi auto, pero me detengo antes de entrar a este cuando veo un auto a lo lejos, es negro completamente y hay un hombre bastante raro fuera que mira hacia la casa de Verónica, no le doy importancia, quizás es uno de sus ligues y subo a mi auto
Me detengo frente a la puerta de mi casa, frunzo el ceño y pego mi oreja en la puerta, no escucho nada, respiro hondo necesitando fuerzas para abrir la puerta, pero lo consigo y al abrirla frunzo el ceño, la casa está limpia y ordenada, hasta huele bien, doy unos pasos adentrándome, miro si hay alguna trampa y nada, no se escuchan tampoco gritos, ¿se los habrán robado? los habrán secuestrado? ojalá, eso sería una bendición y no pagaría rescate, eso está claro, escucho voces y entonces sigo caminando hasta llegar a la cocina, la mujer que veo ahí me sorprende
— ¿Mamá? — me mira y sonríe, viene hacia mí y deja un beso en mi mejilla
— Hola, cielo, que bueno que llegas porque
— Tristan!— esa voz la interrumpe, mi padre camina furioso hacia mí y se detiene a pocos centímetros, trago el nudo que se forma en mi garganta— ¿Dónde demonios estabas?
— Papá
— Por qué dejas a los niños solos? — me reclama sin dejarme hablar
— No estaban
— Estaban solos— me grita haciendo daño a mis pobres oídos — los pobrecitos tenían hambre, estaban sucios y llorando— sonrió, llorando? que chiste, esos monstruos son incapaces de llorar, seguro fungían
— Tenían una niñera
— Ella se fue y nos dejó — miro hacia abajo y veo a David detrás de papá, lo fulmino con la mirada, pero el demonio solo sonríe — era mala
— Contratas a cualquiera! — vuelve a gritar papá— tienes que cuidarlos y te largas, vas muy bien Tristan, así jamás te harás cargo de mi compañía
— Papá déjame explicarme — miro mal a los trillizos que sonríen y luego miro a papá — estaba con mi novia— todos me miran perplejos
— Novia? — exclama mamá asombrada
— Tú con novia? — ríe mi hermana— ¿quién es la desdichada? — gruño
— Verónica Lawrence es la afortunada — menciono con orgullo viendo lo desconcertado que está papá y claro, a él siempre le agradó Verónica, lo que me hace preguntarme si habrán tenido algo, Dios Tristan, mejor no pienses en eso
— En serio hijo? — se acerca sonriendo— sabía que tú y esa chica tenían química
— Ya vez, nos amamos y somos novios, pronto me casaré con ella— mi hermana me mira entrecerrando los ojos, claro, no se cree nada
— Entonces organiza una cena pronto y preséntala ante todos como tu novia y claro pídele matrimonio
— Papá no es así tan
— Si es verdad lo harás Tristan — comenta ahora enojado— y más te vale no hacerle daño a esa chica y tratarla como la dama que es, alguien inteligente, de buena familia y— y ahí comienza a hablar maravillas de la perfecta Verónica, solo le falta decir que es pura y santa, yo solo ruedo los ojos con cada elogio que ella recibe
— Así que te piensas casar— Sarah se sienta a mi lado en el césped, por suerte los niños se comportan de maravilla frente a mis padres y estos ya están dormidos
— No te dejaré la revista hermana— sonrío
— No te lo haré tan fácil Tristan — alzo una ceja y la miro
— Me estás declarando la guerra hermanita? — ella ríe
— Ambos sabemos que no sirves para jefe, llevarás a la quiebra el negocio de papá y mancharás su nombre
— Voy a demostrarle a todos que están equivocados conmigo— bufo
— Espero pronto ver a Verónica — comenta con una gran sonrisa— y así darle mis condolencias, tú no amas a nadie Tristan, solo a ti mismo— agrega y se levanta, la veo caminar hacia la casa y me acuesto en el césped mirando las estrellas, cierro los ojos y una vez más recuerdo el mensaje que Verónica recibió, ¿quién la quiere? y lo más importante, ¿a quién ella le dijo que lo quería? ¿Y por qué la respuesta me importa tanto?