Un papá para mi bebé.

Noche para el olvido.

Durante las dos horas que duró la película no hubo forma de que me pudiera concentrar, mi vista se empeñaba en buscar una y otra y otra vez a la pareja que estaba en la fila de adelante a unos metros de nosotras.

Apenas acabó la función y se encendieron las luces, antes que nadie se levantara, salí de la sala y esperé a las chicas en el auto a que salieran. Lo único que quería hacer era llegar a casa, ponerme algo cómodo y taparme con las mantas hasta mañana a la mañana.

Durante todo el trayecto hasta la casa, lo hicimos en silencio, realmente no quería hablar de lo que había ocurrido. 
Aún sin tener mi móvil encima, tenía la certeza de que estallaba en llamadas y mensajes de Jerónimo, quizás intentando explicarse, pero no se los respondería, lo que menos quería hacer en este momento era saber algo de él.

Miles de preguntas pasaban por mi cabeza, pero sobre todo una y era si nos vimos hoy temprano, ¿Por qué no tuvo el suficiente carácter de decirme que saldría con alguien más?

-Ya te he dicho un millón de veces que no iré a esa fiesta. -Dije con la almohada en la cabeza. Mi móvil seguía recibiendo llamadas y mensajes, pero no quería agarrarlo.

-Vamos Maga, allí afuera hay un montón de chicos que morirían por conocerte. Además, con lo de hoy, no creo que  Jerónimo sea tan desubicado como para aparecerse en la fiesta y más con la tipa esa. Dale, por favor, acompañanos, ¿Si? Se buena amiga. 

Desde que llegamos del cine, entre Marianela, Patricia y Micaela están intentando convencerme de que vaya con ellas, intentan que me olvide de Jerónimo por esta noche y que salga a divertirme para olvidar lo de la tarde, si no es por que estoy embarazada y lo tengo prohibido, me tomaría una ronda de diez tekilas si con eso lo logro. La verdad es que me afectó verlo con aquella chica, pero no lo culpo, quizás se dio cuenta de que yo no era lo que le convenía para él. Estando conmigo debería asumir responsabilidades que no le correspondían a él sino al padre.

-¿Para que quieres que vaya? De seguro me quede sola ya que ustedes van a estar ocupadas con los chicos.

-Que dices, te prometemos no abandonarte, a menos que consigas un chico. -Soltó Patricia pícaramente.

-Ay no digas bobadas. -Digo riendo- Lo que menos quiero ahora es conocer a alguien. No creo que vaya.

-Por favor Magalí, solo por esta vez. Te prometo que si llega a ir, nos devolvemos las cuatro. -Suplicó Marianela.

-Mmmm, está bien. -Respondí con voz cansada- Solo porque me lo pidieron.

-¡Siiiiiii! -Exclamaron las tres al unísono.

-Será mejor que nos comencemos a preparar.

Luego de preparar todo, me entré a pegar una ducha ya que era principio de verano y estaba comenzando a hacer calor por las noches. 
Cuando salí del baño, me coloqué la ropa interior y luego de ponerme crema corporal, me sequé el cabello con el secador y con la buclera me formé ondas, no podía salir a ninguna parte a menos que estuviese mínimamente arreglada. Me maquillé muy suave para que con el calor no se me corriera y pareciera un mapache y fui hasta el ropero en el sector donde guardaba mi colección de tacones, si había algo que me fascinaba era la moda, era algo con lo que podías jugar sin miedo de salirte de las lineas. 
Antes de ir por mi campera de cuero y mi cartera, me fijé que todo estuviera en su sitio, pasé brillo por mis labios, espolvoree algo de perfume en mi y con las cosas en mis manos nos pusimos en marcha.

Una vez que llegamos a la dirección que nos había mandado Emannuel, nos encaminamos hacia la pensión, ya desde la calle se escuchaba la música a todo volumen y en la vereda se distinguían una gran cantidad de universitarios con vasos en las manos llenos con vaya a saber uno que. Cuando ingresamos, el lugar estaba en penumbras, atestado de gente conversando, fumando porros, bailando o en algunos casos haciendo cochinadas sin vergüenza a que los demás los vieran.

-¡Chicas! -Gritó Thomas con una sonrisa acercándose a nosotras.

-Hola Thomas. -Lo saludamos las cuatro con un beso en la mejilla- Vengan, les serviré algo.

-¿Has visto a Emannuel por algún lado? -preguntó Patri.

-Está en en patio.

-Iré a buscarlo, nos encontramos en la cocina.

Comencé a recorrer el lugar con la vista, pero no logré ver casi nada debido a la oscuridad y no me atrevía a preguntar por Jerónimo por miedo a que me respondieran que estaba con la chica de hoy a la tarde.

Llegamos a la cocina y Thomas le preparó un trago a Marianela, mientras que a mí me pasó un vaso con coca.

-Maga. -Llamó una voz sumamente familiar detrás de mí logrando que los bellos de mi nuca se erizarán.

-Jerónimo. -Dije cortante girándome hacia él.

-¿Podemos hablar? -En su voz podía notar el remordimiento.

-Mira Jerónimo, no creo que... -Intenté decir, pero cortó.

-Por favor.

-Enseguida vuelvo. -Dije a los chicos mientras sentía sus miradas fijas sobre nosotros. 

Me encaminé hacía la planta de arriba pasando por entre la gente hasta llegar a las escaleras, subimos los peldaños hasta dar con un pasillo que daba a las habitaciones. Al llegar al final había un balcón que por suerte estaba desocupado. 
Nos sentamos en las reposeras y nos quedamos en un incómodo silencio.

-Ma... Maga... Yo... -Intenta decir, no lo corto por que quiero escuchar que explicación me da- Te debo una disculpa por lo que viste hoy en el cine. Lo de hoy con Noe no fue planeado ni nada, ni siquiera había hablado con ella desde que rompimos. -O sea que la chica es la ex, bien, muy bien 《Nótese el sarcasmo》- Yo... Yo sé que lo que hice está mal, y no tengo excusas, pero quiero que sepas que no pasó nada entre ella y yo.

-Mira Jerónimo, yo... -No pude seguir ya que alguien o mejor dicho, la tal Noe nos interrumpió.

-Jero que te parece si tú y yo... -Dijo parándose en seco- Ay, disculpa no sabía que estabas ocupado.

-No te preocupes, yo ya me iba. -Digo poniéndome de pie. No valía la pena arrastrar a alguien a algo que no lo merecía- Con permiso. -Y sin más salí de allí bajando por las escaleras mientras intentaba comunicarme con las chicas que dicho sea de paso ninguna me contestaba. Saqué las llaves de mi cartera y luego de darle arranque al auto, comencé a manejar por las calles desiertas. Definitivamente no era mi día y mucho menos mi noche.




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