Un papá para Santi

Capítulo: 3

Capítulo: 3
—Sonia podemos hablar—pronunció Rey llegando a donde estaba sentada cerca de la piscina leyendo una de mis novelas románticas. 

—Estoy ocupada—respondí sin dudarlo, Rey es el mejor amigo de mi hermano, es muy buena persona y quiere mucho a Santi, pero nunca he sentido nada por él, ni por él ni por nadie más, luego de Artemis siento que ningún hombre cumple mis expectativas y a las pocas sitas que he aceptado ir cuando me han dado el primer beso han destrozado mis expectativas y los he cortado definitivamente. ¡Maldita sea! ¿quién diablos será ese maldito hombre que después de él ningunos labios me supieron igual? 

—Seré breve—pronunció y bajé mi libro mirándolo. 

—Está bien—respondí.

—Me gustaría invitarte a cenar el viernes en la noche. 

—Estaré ocupada—respondí secamente, no quería hacer nada que lo llevara a pensar que tenía la menor oportunidad conmigo, eso sin contar que soy un tanto odiosa de naturaleza y mi carácter es demasiado estricto, imponente y dominante. 

—¿Qué día tienes libre? 

—Ninguno.

—Mejor di que no quieres salir conmigo—pronunció y suspiré e incluso sentí un poco de lástima por él. 

—Eres una buena persona y te aprecio mucho "como amigos "—resalté esto último—y no eres tú, es que no tengo pensado salir con nadie por ahora. 

—¿Piensas quedarte sola el resto de tu vida? 

—Qué tiene de malo... 

—Todos necesitamos una compañía, sentirnos querido, que alguien nos consienta. 

—Yo me quiero mucho y me consiento bastante creo que soy mi mejor compañía. 

—Eres una amargada—reprochó y sonreí—si sigues así vas a quedarte sola toda la vida. 

—Me gusta estar sola, eso no sería problema para mí—lo miré seriamente—y la verdad preferiría quedarme sola que estar con una persona que no cumpla mis expectativas. 

—Que tengas un lindo día, lástima que tengas ese carácter porque lo de bonita no te lo quita nadie—agregó marchándose y me quedé pensativa ya tenía 29 años y llevaba 6 años sola
—Creo que sí me quedaré soltera para siempre—murmuré mientras continué mi lectura y luego me levanté y entré a la casa:

—Que bueno que llegaste—dijo mi madre al verme entrar a la casa. 

—Buenas tardes—respondí mirando al desconocido que había allí. 

—Hija el señor Germán Vargas ha venido a conocerte. 

—¿Ha conocerme?—pregunté asombrada mirando al desconocido que duplicaba mi edad. 

—Si, el señor Vargas es dueño de una  rica empresa hotelera... 

—A me alegro—respondí con seriedad mostrando el menor interés posible. 

—Y está pensando en casarse y cómo estás soltera pensé... —dijo mi madre e inmediatamente la interrumpí:

—Seguro estás pensando que lo puedo aconsejar. Señor Vargas lo mejor que puede hacer es buscar una mujer de su edad. Si desea le puedo presentar a mi abuela que está de acorde con su edad y su estado físico —respondí y el señor me miró asombrado y apenado. Es que su cara me dio hasta risa pero me contuve. 

—Hija... 

—Permiso tengo cosas que hacer. Le agendaré una cita con mi abuela, es más o menos de su edad solo que un poquito mejor cuidada—agregué alejándome y subiendo las escaleras, sonreí mientras lo hacía, definitivamente no sabía quién era peor si ese anciano por creer que tendría la menor posibilidad de tener algo conmigo o mi madre al querer emparejarme con alguien y mucho peor con alguien tan viejo solo por su dinero. 

Entré a donde estaba mi pequeño con su niñera y lo abracé haciéndole una seña a ella que saliera:
—Mamá mira lo que me regaló Rey—dijo mostrándome el pequeño auto rojo que le había dado. 

—Es muy bonito. —le sonreí y acaricié su cabello. 

—A Rey le gustaría ser mi papá. —dijo mi pequeño y suspiré ya sabía lo que vendría a continuación. 

—Pero cariño, ya tienes un papá. —respondí y bien sabía que entre más pasaba el tiempo más complicado sería hablar con Santi sobre su papá, la verdad lo que más quisiera en el mundo es encontrar a su padre, yo estaría dispuesta a lo que fuera para que estuviera cerca de él, pero simplemente no tenía nada, ni su teléfono, ni su dirección, ni siquiera su apellido y por más que había buscado ese nombre en las redes sociales no había encontrado la menor coincidencia. 

—Pero nunca está, ni sé quien es, ni ha venido a jugar conmigo como Rey—respondió mirándome a los ojos y se me comprimió el corazón. Tenía que buscar una manera de encontrar al padre de Santi, fuera como fuera.




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