Un Papá Rebelde.

Capítulo 7.

Luego de dos horas de viaje en auto habíamos llegado a nuestro destino, Valentina se quitó los auriculares apenas estacione el auto mirando boquiabierta donde sería su nuevo hogar por un tiempo.

Uno de los conserjes del edificio nos ayudó a trasladar nuestros equipajes a la Penthouse. Le agradecí al hombre por habernos ayudado.

Valentina parecía no creerlo, una sonrisa de superioridad se curvo en mis labios. Debe estar maravillada y lo primero que hizo salió a mirar por el balcón la hermosa vista del lugar, ya estaba oscureciendo y la vista de noche era más hermosa.

Saque mi celular del bolsillo trasero de mi pantalón, busque en la lista de contacto el nombre de Mery.

Una de las tres personas que realmente me importaban y por la cual decidí no irme a vivir a otro país fue por ella, esa chica me vuelve loco pero al igual que todas sabe para que las llamo y necesito.

La conocí cuando vine a pasar las vacaciones de invierno con Eric y mi madre aquí, tuvimos química apenas nos vimos y eso me gusto porque realmente eso no me sucede con cualquiera.

—Hola hermosa.―Salude.—Si, acabo de llegar a la Penthouse.―Valentina entra nuevamente cerrando la puerta corrediza del balcón.—Nos vemos en una hora, ya sabes dónde.―No espere respuesta de su parte y corte, guarde nuevamente mi celular.

—Woh, llegamos apenas hace unos minutos y ya tienes planes con alguna chica.―Valentina estaba cruzada de brazos, no muy feliz.―Me pregunto cómo lo haces, eh.

Elevé la comisura de mis labios, la castaña seguía contemplando el lugar.

—Tú deberías saberlo mejor que nadie ¿no?―Y ella me miro, con clara amargura.―Aun que vivamos juntos no quiere decir que tú y yo fingiremos ser una hermosa pareja.—Le recordé e hice énfasis a la última palabra.—Tu condición fue clara, no creo que te agrade escuchar los gemidos de otras chicas estando en la habitación de al frente.

Debe dolerle.

—Eres un asqueroso.―Murmuró.

―Me ahorrare los comentarios.—Sonreí.

Valentina toma uno de sus maletas y sube a una de las habitaciones, dejándome por fin a solas.

Valentina.

"Tú deberías saberlo mejor que nadie"

¡Ugh!

Ya no le estoy viendo para nada positivo a esto, Cameron Wells terminara hundiéndome.

Ya había escogido una habitación y para ser sincera creo que fue una de las mejores, los colores de las paredes eran pasteles y eso me gustaba, la cama realmente era espaciosa y muy cómoda.

Contaba con su propio baño personal y estaba muy equipado, al parecer la Señora Wells se había dado el tiempo en arreglar todo ante de nuestra llegada.

Había hablado con mi madre y por su tono de voz supe que estaba triste de que me haya ido, pero puedo lograrme poner en su lugar como madre sé que está preocupada por lo que pueda pasarme. Debo mantenerme fuerte, debo ser capaz de controlar lo que siento y no dejarme llevar por los malditos celos y sí, celos fue lo que sentí cuando oí a Cameron hablar con quién sabe quién.

¿Por qué duele tanto?

¿Por qué me quema por dentro?

Ah claro, porque estoy enamorada pero él nunca lo estuvo de mi ¿no?

Que alguien te rompa el corazón es parte de la vida, tal vez sufriremos tanto que llegue a dolor hasta al alma y lloraremos un poco pero seremos capaces de sobrevivir a ello.

Y es lo que quiero creer...

Salgo de mis pensamientos y decido bajar nuevamente, el lugar en si era hermoso, contaba con cuatro habitaciones y cada una con su propio baño personal, también contaba con habitación donde se podía apreciar un enorme estante con una gran variedad de libros y un escritorio con un ordenador.

Logro bajar el último escalón y veo a Cameron sin su camiseta, me quede viéndole solo por unos cortos segundos y seguí mi camino a sentarme a uno de los sofá.

—Si deseas hacer algún cambio en tu habitación o si quieres comprarte ropa, hay algunas tarjetas de créditos para ti sobre la encimera de la cocina.―Señaló, el castaño opto por colocarse una camiseta color negra.

Mi habitación está bien, tal vez necesitare comprar ropa un poco más maternal y ropa interior también.―Por si aceptas la clave es tu fecha de cumpleaños.--Añadió.

Lo miré algo sorprendida, la verdad sus palabras fueron un tanto inesperadas.

Digo, me sorprende el hecho que recuerde la fecha de mi cumpleaños.

Nunca tuve la opción de adquirir algún tipo de tarjetas de créditos o algo por estilo, la verdad no le veía la necesidad de tenerlas. Recuerdo que mi padre trabaja y ganaba muy bien pero nunca nos llenó de lujos por qué quería que yo aprendiera a ganarme las cosas por mi propio esfuerzo, era lo que me decía cuando era más pequeña.

Cuando el murió había dejado un testamento bajo llave, lo único que recuerdo que me dijo mi madre fue que apenas yo cumpliera los veintitrés años podría obtener la casa que él compro para mí como única herencia.

—Mi habitación está bien así, gracias.―Él castaño guarda su celular y su billetera en su bolsillo.—Me gustaría agradecerle a tu madre por todo lo que está haciendo, ¿podrías facilitarme su número?―Pregunté, negó con un movimiento de cabeza.




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