Un Papá Rebelde.

Capítulo 28.

Cameron.

<<Valentina y Jonathan ya comenzaron a entregar las invitaciones de su boda.>>

<<Madison me dijo ellos ya comenzaron a vivir juntos en un departamento.>>

<<¿No harás nada para impedir esa boda tan absurda?>>

<<Ese imbécil terminara quitándote hasta tu hijo…>>

Comienzo a golpear el saco de boxeo con todas mis fuerzas intentando eliminar todas esas voces de mi cabeza.

Quedaba tan poco para que ella se case con alguien que ni si quiera ama, no entiendo qué demonios se le cruzo por su mente en aceptar en casarse con ese imbécil. Mis amigos mas cercanos me decían que hiciera algo pero ¿qué hago? Ella ya tomo una decisión y se supone que yo debo respetarla.

“Es ahí donde viene ese dicho, Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde…”

Y yo la pedí a ella…

El sudor cae sobre mi frente y pequeñas gotas se deslizaban por mi mejilla. Sin medir mi fuerza estampo mis puños con dureza sobre el saco de boxeo soltando un gruñido.

—¡Mierda!—Grite a todo pulmón.

Necesitaba de alguna forma deshacer toda la rabia, el dolor que sentía y no tuve otra opción que conseguirle el gimnasio al padre de Julián, he estado aquí desde las diez de la mañana y ya son más de las dos de la tarde. No he comido, no he descansando en ningún momento por que no podía quitarme de la cabeza a Valentina…necesito dejar de pensar en ella por unos malditos segundos.

“Debes sentirte desesperado, eh”.

Comienzo a golpear el saco con mas velocidad, escucho la puerta trasera del gimnasio cerrarse con fuerza.

 —¡¿Te crees el capitán américa o que mierda, Wells?!—Oí la voz de mi amigo, seguí golpeando el saco manteniendo mi mirada fija en ello.—Llevas aquí encerrado y solo hace más de cinco horas, ¿no piensas descansar un poco?—Pregunta Eric acercándose a mi, note como deja sobre una banca dos bolsas que supuse que traía comida por el olor que salía.

—Creí que fui claro cuando dije que quería estar solo.—Otro puñetazo.—No necesito que me vengas a cuidar.—Entonces fue cuando me detuve, tomo la toalla que está colgada en el ring y seco el sudor de mi frente y cuello termino colgándola alrededor de mi cuello.

—Se supone que eso hacen los mejores amigos ¿no?—Suelta y me lanza una botella con agua que ágilmente logro atrapar.—Cuidarse, apoyarse, estar en las buenas y en las malas siempre maldito imbécil.—Bebo un poco de agua y dejo la botella encima de la banca donde mi amigo hace unos minutos dejo dos bolsas.—Mi mamá te preparo comida, dijo que estas muy delgado y teme que desaparezcas o te lleve el viento por ahí.—Por fin mi amigo logra sacarme una sonrisa.—Pero en serio, ¿no vas hacer nada?

—¿Qué es lo que quieres que haga Eric?—Le pregunto un tanto molesto, no es el único quien me ha preguntado y ya me estaba cansando de toda esta mierda.—Ella ya decidió casarse con él y no  me queda de otra que aceptarlo y ya.

Mi amigo suelta una carcajada sin ninguna pizca de diversión.—Dime Cameron ¿de cuándo aquí tú te rindes tan fácilmente?

Suelto un profundo suspiro y concentro mi mirada en algún punto, entonces me vuelvo a repetir la pregunta de Eric en mi cabeza.

¿De cuándo aquí yo me rindo tan fácil?

—Puede que suene un poco cruel de mi parte pero, si ya le quitaste a la novia una vez a Jonathan también puedes hacerlo dos veces.—Esta vez volteo a ver a Eric, este se encoge de hombros sacando de la bolsa una lata de soda.

—Lo de Sofía fue muy diferente.—Contesto.—Confieso que si sabía que estaba en una relación pero ella me dijo que estaban mal y que iban a terminar en aquel tiempo aunque la verdad me importaba una mierda porque yo no buscaba nada serio tampoco con ella ni con ninguna.—Eric me miró.—Si ella decía amarlo a los cuatro viento no debió serle infiel, se supone que si amas alguien debes serle fiel no por compromiso sino porque realmente lo sientes y ella no lo sentía de verdad.

—¿Sabes que es lo que creo?—Le da un largo sorbo a su lata de soda.

—¿Qué?

—Que Jonathan tiene cierta obsesión por Valentina.—Fruncí el ceño confundido.—Si suena demasiado estúpido pero ese idiota te odia tanto, ¿recuerdas cuando se enteró de tu relación con ella?—Comienzo a recordar aquella vez, ese idiota se había puesto como un loco cuando se enteró de mi relación con Valentina y le metió tanta mierda en su cabeza aunque en cierta parte toda esa mierda que él decía si era completamente cierta.—Y tengo una idea de cómo puedes impedir ese matrimonio debes…

—No la voy a secuestrar como en las telenovelas mexicanas que ve tu abuelita, Eric.—Mi amigo suelta una gran risotada contagiándome a mí también de tan solo imaginar esa estúpida escena.—Tengo algo en mente, pero para eso voy a necesitar que me des el número de Madison.

Eric y Madison se conocen desde los doce años ya que estuvieron juntos en la misma escuela, me sorprende que después de tantos años sigan manteniendo algún tipo de contacto.




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