Un Papá Rebelde.

Capítulo 33.

Valentina.

Al día siguiente me levante más temprano para terminar de ordenar y limpiar el desastre de anoche, los amigos de Jonathan se quedaron hasta tarde compartiendo con él y yo me fui a dormir con mi bebé. Estaba esperando a que él despertara para poder hablar y me dará una maldita explicación acerca de esos mensajes.

Sea como sea que hayan pasado las cosas entre Cameron y yo el no tuvo ningún derecho de hacer lo que hizo, ese día estuve a la nada de perder a mi hijo y admito que yo también tengo culpa de ello pero aun así exijo escuchar una respuesta.

Le coloco el abrigo a Christopher y le envió un mensaje a Madison diciéndole que ya estaba lista para que pasara por nosotros. Mi amiga debe pasar a dejar un pedido cerca de central park y aprovechare para pasar a ver a Cameron.

Dejo a mi hijo en su alfombra de juego y voy a la habitación en busca de mi bolso, al entrar ya veo a Jonathan despierto revisando su celular y se levanta a penas me ve para abrazarme pero yo retrocedo cruzándome de brazos.

—¿Pasa algo?—Pregunta con su ceño fruncido.

—¿Por qué lo hiciste?—Me mira sin entender.

—No te estoy entendiendo.

—Sé que fuiste tú quien envió ese mensaje.—Dije, el rostro de Jonathan cambio por completo y noto como tensa su mandíbula.—¿Por qué?—No responde.—¡¿Por qué Jonathan!?

—¡Porque necesitaba que de una vez por todas te dieras cuenta de la clase de tipo que es Cameron, estabas cegada por el Valentina!—Soltó molesto.

—¡¿Y tú única opción fue esa!?—Jonathan negó con la cabeza.—Sabias que estaba con riesgo de perder a mi hijo y aun así decidiste echarle más leña al fuego.—Tuve que apretar los labios para contener las lágrimas.

—Intente que pudieras abrir los ojos y que te dieras cuenta que Cameron siempre ha sabido mentirte, estuvo mal en lo que hice y créeme que sabía las consecuencias si enviaba ese maldito mensaje y esas fotos.—Siento sus manos tomar mi rostro y yo trago el nudo instantáneo que se formó en mi garganta.—Valentina, mi intención jamás…—Alejo sus manos.

—¿Es que acaso querías que perdiera a Christopher?—Le pregunte, estaba dolida y decepcionada.—Acabas de decirme que sabias las consecuencias si enviabas ese mensaje, entonces me haces pensar que eso es lo que querías.

Jonathan niega con la cabeza y me toma de los hombros con cierta desesperación.—No, no, si eso hubiera pasado créeme que hubiese quedado con un cargo de culpa horrible, yo adoro a tu hijo y a ti también y lo que hice no tiene justificación.

—Volveré más tarde.—Tomo mi bolso y salgo de la habitación pero siento su mano atrapar la mía.

—¿A dónde vas?—Sus ojos se mantuvieron en los míos con cierto dolor, si debe estar arrepentido por lo que hizo.

—Acompañare a Madison y pasare por la penthouse.—Asiente y me suelta.

Tomo a mi hijo en brazos y salgo del departamento, rápidamente me subo al auto de amiga a penas logro verlo.

Sera un largo viaje…

 

Cameron.

Busco con desesperación en el cajón algunas pastillas para el jodido dolor de cabeza que me estaba matando, al no encontrar nada decido darme una ducha de agua fría.

Al terminar me pongo solo un buzo y salgo de la habitación sin hacer mucho ruido, Mery estaba durmiendo y no quiero despertarla. Eric estaba con su novia en la habitación de en frente, no recuerdo mucho de lo que paso anoche, se fuimos a una fiesta en la playa, bebimos casi hasta al amanecer y luego no se como demonios llegamos aquí a la penthouse supongo que Alice fue quien nos trajo ya que es la única quien no bebe en el grupo.

 Me preparo una taza de café y agradezco al cielo que el maldito dolor haya disminuido un poco, la sala es un completo desastre, bebo un poco de café y duras penas comienzo a ordenar un poco. Miro la hora y me doy un golpe en la frente, son las dos de la tarde y se suponía que debía ir a trabajar a las doce del mediodía.

<<Nos van a correr idiota.>>

Me había gastado el dinero de mi hijo en esa maldita fiesta, suspiro cansado y dejo mi celular cargando. Estas últimas semanas han sido un completo desastre, no me he aparecido por la casa de mis padres y tampoco he ido a ver a mi hijo, debo recuperar el dinero y llevárselo a Valentina lo antes posible.

Iba ir a despertar a mi amigo para que baje ayudarme a limpiar porque no tenía mucho ánimo de hacerlo yo solo, pero en eso escucho el timbre y a regañientes voy abrir.

Al abrir me encuentro con Valentina y mi hijo en sus brazos, apenas mi hijo me ve extiende sus brazos pidiendo que lo cargue.

Sin dudarlo lo cargo y le doy un beso en su frente, abrazo a mi campeón absorbiendo su aroma a bebé, miro a Valentina quien como siempre se veía hermosa con lo que llevara puesto.

—¿Puedo pasar?—Pregunta al ver que aún no la invito a entrar, doy un paso al lado y la dejo entrar. Ella contempla el desorden y me doy cuenta que su mirada estaba puesta en las jeringas que estaban sobre la mesita de centro. Las quite rápidamente y las guardo en mi bolsillo.—Disculpa de que venga sin avisar.




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