Un Pasado Para Daril

Primera lección de equitación

Por la mañana, Tommy fue a despertarla a su cama todo nervioso:

            - ¡Daril, Daril! ¡”Etamo” en el campo!- ella se desperezó sentándose en la cama. Luego se asomó de nuevo a la ventana y vio gran actividad, al parecer hacía rato que todo el mundo había comenzado sus labores diarias. Un perro salió a la entrada saludando con sus ladridos a unos bueyes que arrastraban  una carreta repleta de heno. Algunos hombres salieron también montados a caballo. Entonces, vieron a Benjamin con un bote de pintura y una brocha, que se dirigía al establo.

      - ¡Buenos días, Benjamin!.- le gritó el niño, como si lo conociera de toda la vida. Éste, primero no supo de donde venía la voz, pero luego alzó la vista hacia la ventana y pestañeó al darle el sol de lleno en la cara.

      - Oh... buenos días.- se quedó parado sin saber si marcharse o quedarse. - bueno... he de pintar el establo, adiós. - Entonces Daril oyó pasos que se acercaban y los dos se apartaron de la ventana. Entró una muchacha un poco más mayor que Daril, de piel oscura y dos trenzas.

      - Buenos días, llamo Mary y ser su doncella por estos días.- dijo sin saber hablar mucho en ingles.- si necesita, llamar y vengo pronto. ¿hasta cuándo quedar aquí?

      - Pues no lo sé todavía, supongo que eso depende de mis tíos.

La criada les traía una bandeja con el desayuno y le ayudó a vestirse. Señaló al niño y preguntó:

      - Niño ser guapo, ¿su hijo?

      - No, pero lo tengo a mi cuidado mientras esté aquí. ¿No tienes familia?

      - No, aquí no. Ellos otra casa, cuando comprar nos separaron.- Daril asintió con tristeza, a veces era mejor no preguntar según qué cosas.  Cuando estuvieron listos, bajaron las escaleras y vieron al mayordomo que los atendió a su llegada.

      - Buenos días Macius, ¿sabe dónde están mis tíos?

      - Su tío salió para una cita de negocios, seguramente llegará al mediodía. A la señora no la he visto todavía. Bueno, que pase un buen día Srta. Taylor, si lo desea puede ver los alrededores.

            Daril por un momento se sintió un poco fuera de lugar, entre tanta gente atareada, pero luego llamó al niño que en ese momento estaba colgado de una rama columpiándose:

      - Lo primero que tenemos que hacer es ir a la oficina de correos a poner un telegrama, Carol y Christopher han de saber que me quedaré aquí más días. Podemos ir dando un paseo, hace un día muy hermoso.

            Así lo hicieron, por el camino vieron varios pastores cuidando rebaños de ovejas y cabras. Encontraron a un viejo pastor sentado a la sombra de un árbol y ella se le acercó:

      - ¿Todas son propiedad del Sr. Butterfly?

      - Sí señorita... bueno, todas no, aquellas de allá son de otra especie y pertenecen a un buen amigo suyo, que no dispone de pastores.

            Salieron de las propiedades de su tío y al cabo de un rato llegaron a un pequeño pueblo. En realidad era un conjunto de casas de madera dispersadas sin ningún orden, algunos establecimientos en donde vendían de todo, desde pan, hasta perros que arrastraban los trineos en el invierno.

            Preguntó dónde había una oficina postal y les dijeron que allí mismo, en una de las pocas tiendas del pueblo, podrían atenderla. Puso un telegrama a Carol diciéndole que se retrasaría por un tiempo, que lo sentía pero que sus tíos querían tenerla más días con ellos, que se lo dijera a Christopher y que fueran de vez en cuando a ver a la Sra. Harrilson por si necesitaba algo.

            Una vez enviado el telegrama, le compró al niño algunas chucherías y decidieron regresar a la casa. Allí, vieron a Benjamin llenando con agua el abrevadero de los animales y al verlos se sorprendió.

      - Hola Srta. Taylor, ¿necesita alguna cosa?

      - Pues en realidad no, mis tíos no están y estaba inspeccionando los alrededores. Pero tú no te preocupes si tienes trabajo... – éste sonrió:

      - Bueno, yo siempre tengo cosas que hacer. - Fue al interior de uno de los establos y  comenzó a cepillar uno de los animales, ella lo siguió con Tommy pisándole los talones.

      - Debes entender mucho de caballos, ¿verdad? Y seguro que sabes montar muy bien.

      - Bueno, es mi trabajo y desde niño que vivo rodeado de ellos.

      - Yo no conseguí ni subirme, me caí.

      - ¿Es verdad que va a quedarse unos días con sus tíos?

      - ¿Lo has oído? Bueno, no era esa mi intención, pero el viaje es muy largo y ya que estoy aquí y mi tío insiste...- el chico parecía dudoso, pero al fin le propuso:

      - Si quiere, yo le puedo enseñar a montar, no es difícil.- ella asintió.

      - Pues me gustaría muchísimo.

      - Primero la tienen que conocer y aprender a confiar en usted.-. Entonces, para su asombro, Benjamin le entregó su cepillo. Ella lo miró sin entender pero éste parecía muy convencido de lo que hacía y le dirigió la mano hacia el lomo del animal – esta es “Dama” la yegua  que la hizo caer ayer, cepíllela con suavidad, acaríciele la cabeza y el cuello mientras le habla dulcemente.- ella asintió y comenzó a pasar su mano por el lomo gris del animal, sintiendo como el corazón le latía desenfrenadamente. La verdad es que aquel indio la imponía, por su altura y su fornido cuerpo, tapado solamente por unos pantalones de piel y un chaleco sin nada debajo, mostrándole su musculatura. Daril no pudo estarse de sonreír al verse allí, una mujer de la gran ciudad, metida en una cuadra cepillando un caballo enorme.




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