Un Pasado Para Daril

Un asunto desagradable

Carol acabó de cenar y les dio su comida a los canarios, luego apagó todas las luces y se dispuso a subir a su habitación. Como cada noche le costaría dormirse, ya que estaba sola a cargo de aquella casona y eso la intranquilizaba.

El reloj dio las ocho y media, fuera ya era oscuro, Jack Harrilson, el jardinero, yacía frente al cobertizo, medio borracho ya, cantando y riendo. Miró su botella de whisky y murmuró unas palabras incomprensibles que provocaron su risa. De pronto, cuando iba a reanudar el estribillo de su canción, oyó un sonido que se aproximaba, parecían unas pisadas vacilantes que llegaban de la entrada. Los dos perros ladraron desde sus casetas enormemente nerviosos y estiraron de sus correas con la intención de soltarse. El jardinero se encogió de hombros murmurando:

—¡Malditos perros! No se dormirán...

Le pegó otro trago a su botella antes de quedarse dormido como un tronco. La sombra arrastró los pies por la hierba haciendo oídos sordos a los dos canes que, “repentinamente” se habían callado. Digo eso, porque el intruso les atizó en la cabeza con un palo y éstos cayeron inmóviles.

La figura llegó hacia la parte trasera de la casa, cogió la vieja escalera del cobertizo, con mucho cuidado de que el hombre no se despertara, y entró por una de las ventanas que se había quedado medio abierta por descuido en el piso de arriba, ya que las de abajo estaban protegidas con barrotes. Ando por el oscuro pasillo y lanzó una maldición en voz baja al tropezar con un mueble.

Carol, una vez finalizado aquel capítulo del libro, se deshizo la larga trenza que llevaba, dejó su uniforme encima de la silla y se puso el camisón. Entonces alguien irrumpió en la habitación y estrelló la lamparita contra el suelo para no ser visto, con tan mala fortuna que el aceite llegó hasta los bajos de la cama y las cortinas y el fuego comenzó a prenderlo todo. La chica intentó gritar al ver al intruso mas no pudo, porque una mano gruesa le dio tal bofetada que la tiró al suelo. Ėsta al caer, desafortunadamente dio con el reborde de la mesita y se oyó el crujido del hueso de su cuello al partirse. La figura al verse envuelta por las llamas dejó a un lado a la joven sin vida y sin pararse a revisar la habitación, de un salto salió corriendo, viendo como el fuego lo arrasaba todo a su paso.

Mientras la figura salía como una centella por la ventana y desaparecía en las calles en penumbra, se oyó el chillido desgarrador de una niña y una figura espectral, bueno, más bien su energía, salió disparada de algún rincón del jardin, para desaparecer en la nada.

En tan solo unos minutos, la casa fue devastada por las llamas, los dos perros hacía rato que se habían recuperado del golpe y aullaban aterrados tirándo de sus correas hasta lograr liberarse y entonces, sin dejar de gemir y ladrar, se alejaron volando mas que corriendo hasta su libertad.

En minutos el ruido y las llamas alertaron a los vecinos, el señor Harrilson medio despertó en su cobertizo, justo cuando el techo carcomido por el fuego le caía encima acabando con su vida.

Todo fue confusión y gritos de las personas que se hallaban cerca. Delante de su casa, Mr.Jacobs observaba entre fascinado y sobrecogido aquella casona presa de las llamas y a lo lejos se pudo escuchar el sonido de la sirena del carruaje de bomberos, llegando al galope al lugar de la catástrofe.

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De pronto, en un lugar alejado del tiempo y el espacio, una figura abrió los ojos despertando de aquella visión. Si no hacía algo pronto, aquellas terribles imágenes serían una realidad.

Asi que, mientras la figura acechaba en las sombras, en una de las habitaciones, algo estaba a punto de suceder, uno de los cuadros que había en la pared comenzó a vibrar, primero casi imperceptiblemente, pero luego se agitó cada vez más hasta caer al suelo. Entonces algo, una fuerza sobrenatural hizo temblar la casa y salió como una centella, atravesando el estrecho pasillo a una velocidad vertiginosa, dirigiéndose hasta la habitación de Carol. La puerta se abrió de par en par dejando entrar una corriente se aire helado que apagó al instante todas las lámparas, evitando que ninguna se estrellase contra el suelo y diera inicio a aquel infierno de su visión.

El agresor, que ya estaba detras de Carol tratándo de estrangularla, se giró sorprendido, pero no le dio tiempo de ver nada, porque algo se le abalanzó encima y lo levantó por los aires. El individuo gritó notando un fuerte dolor en la cara, como si unas uñas se le clavaran en la carne y fue lanzado contra la pared. Logró incorporarse dolorido y salió de la habitación chocando con las paredes, aullando de espanto, corriendo y tropezando con los escalones hasta llegar a la puerta de entrada. Allí, como la puerta estaba cerrada, se mantuvo inmóvil, con la espalda pegada a ella, mirando con los ojos muy abiertos la figura espectral que se le acercaba muy lentamente e iba tomando consistencia. El individuo entonces pareció reconocer a su agresor, porque murmuró frunciendo el ceño:

— Eres tú... —la figura sonrió asintiendo con la cabeza, y, mientras abría la doble puerta con unas llaves que había sacado de no sé dónde, le advirtió seriamente:

— No vuelvas a acercarte a esta casa, porque te mataré.

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Eran las cuatro de la tarde cuando llegó a la estación, acompañada por Macius y sus tíos. Daril seguía confusa y aturdida por los hechos que Carol le había escrito en aquel fatídico telegrama. ¡Alguien había intentado estrangularla!

Así que, preparando sus cosas rápidamente, (se cambió los vaqueros por una de las faldas y una blusa), avisó a Tommy que tenía que irse a Boston por un asunto urgente. Éste pareció muy contento, ya que tenía ganas de volver a ver a sus hermanos y a sus padres, pero se puso a llorar desconsolado, cuando ésta le dijo que no podía venir, que eran cosas de mayores y que tenía que ir sola.




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