Pasaron dos semanas más desde aquel incidente y Daril continuó con las clases como si nada hubiese pasado, pero eso sí, con la imagen de Benjamin siempre en la cabeza. Se sentía un poco triste, ya que había pasado mucho tiempo desde que le envió la carta a Christopher, y éste, a pesar de que ya estaba comenzando el invierno, todavía no se había decidido a venir a verla.
Nuka mejoró mucho con la lectura y escritura, porque Daril nunca más la forzó, aprendía a su ritmo, sin preocuparse más por si su hermana menor lo hacía más rápido o mejor. Pero sobretodo, pasaba mucho tiempo con tía Martha. Ésta, a pesar del primer recelo, sintió una simpatía muy grande por aquella muchachita de largos cabellos negros, que se esforzaba tanto por ser aceptada.
Mientras Daril se iba con los dos niños a pasear, a ver los primeros copos de nieve que comenzaban a cubrir los alrededores, o a practicar con la yegua, vigilada muy de cerca por Benjamin, Nuka prefería quedarse allí, al calor de las llamas, conversando con la tía de Daril. Ésta, aun sabiendo que aquella muchacha era humilde, le preguntaba lo que tenía pensado hacer en un futuro, dentro de sus limitaciones, claro está.
Nuka le contestaba que todavía no se lo había planteado, que hasta ahora estaba en casa con su madre, ayudándola en las tareas del hogar. Sabía cocinar perfectamente y suponía que cuando llegara el momento, sería una buena esposa y madre de sus hijos.
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Una noche, a Daril le despertó una voz, una voz que le resultaba lejana después de tanto tiempo, pero que reconoció al instante. Se incorporó quedándose sentada en la cama y miró atónita la figura medio borrosa que tenía delante.
- ¿Heyrin?
Éste asintió sonriéndole, se cruzó de brazos y le dijo:
- Me alegra que te hayas reunido con tus tíos, son unas buenas personas, aunque mi hijo Steven esté resentido conmigo. Es normal dadas las circunstancias de mi partida. Ahora no tengo tiempo para explicártelo, pero ten por seguro que tuve un buen motivo para ello. Veo que te has habituado al lugar, te has sentido parte de una familia verdadera, has hecho amigos, te has sentido útil favoreciendo a personas que necesitaban de tu ayuda... todo lo que te rodea es parte de tu pasado Daril, y de tu futuro…podrás elegir, pero no te he mandado aquí solamente por eso. Tu tiempo de descanso aquí ha finalizado, te dije que necesitaba que buscases algo importante, yo no te puedo ayudar porque no sé dónde está, pero necesitas volver a la mansión para encontrarlo. Una persona cercana te ayudará...- la imagen pareció moverse, distorsionarse, hasta que desapareció por completo.
Daril permaneció un buen rato mirando la pared donde colgaba el cuadro, donde poco antes había estado Heyrin hablándole. Se sintió un poco triste sin saber el motivo, hasta que la vocecita de Tommy la despertó de sus cavilaciones, sentado en su cama también y mirándola extrañado:
- ¿Qué pasa, Daril? ¿Por qué haces esa cara? - ésta le sonrió y le dijo:
- Porque pronto volveremos a Boston y podrás abrazar a tu madre de nuevo.
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Hacía una hora y media que disfrutaban de aquella mañana espléndida. El aire era frío, pero el sol brillaba sobre sus cabezas y pudieron sentarse en la hierba y hacer las clases en el exterior. Frente a ellos, uno de los rebaños de ovejas de su tío, pastaban vigiladas siempre de cerca por el perro pastor.
- ¿A que ha sido una buena idea hacer clase fuera? - las niñas asintieron enseñándole lo que habían copiado.
- Habéis mejorado mucho vuestra letra.- Tommy les enseñó un bichejo que había capturado de un árbol; era una oruga.
- ¡Oh, Tommy! ¡Deja en paz ese animalejo, es un bicho horrible!- le ordenó Nuka asqueada. Daril sonrió diciéndoles:
- No es horrible, la oruga no siempre es así. Cuando le llega el momento, se enrosca colgando de una rama, teje un capullo suave y se duerme durante muchos días, al cabo de un tiempo se despierta y echa a volar como mariposa. Las mariposas os gustan, ¿verdad? - todos asintieron - pues para eso, han de pasar un tiempo siendo insignificantes para luego crecer y hacerse hermosas.
Daril observó como la oruga era liberada y avanzaba lentamente por el tronco, impaciente por poder llegar hasta lo alto y dormir. En realidad se había sentido oruga en su propia época, sin amigos, un trabajo que no le gustaba, y gracias a su tatarabuelo, se había convertido en la Srta. Butterfly. Heredera de una rica mansión, la gente la admiraba y respetaba por lo que era.
Entonces se les acercó el capataz y les avisó que sus tíos querían que viniera.
- ¿Mis tíos? Qué raro, saben que estoy dando clase, ¿qué querrán ahora?
Se levantaron recogiendo sus cosas y marcharon hacia la casa, una vez allí, Daril se quedó sobrecogida por la emoción, al ver quien estaba con sus tíos en el salón, tomando café.
- ¿Chris...topher...! - balbuceó. - Éste le regaló una de sus encantadoras sonrisas y le dijo luego, frunciendo a medias el ceño, fingiendo enfado:
- ¿No te alegras de verme? ¡Menudo recibimiento, ni que hubieras visto a un fantasma! - Daril corrió a abrazarlo y lo besó en los labios, sin importarle que sus tíos pudieran verla.
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Editado: 28.02.2024