Un Pasado Para Daril

Bienvenida a casa, Daril

 Sus dos tíos los acompañaron hasta la estación. Fue un momento muy emotivo, ya que, aunque los tres niños echaban mucho de menos a sus padres y hermanos, les habían cogido mucho cariño a los tíos de Daril y les apenaba mucho marcharse. Tommy se puso a llorar, sabiendo que tendría que dejar a sus queridos animalitos. Nuka se acercó a Tía Martha y ésta le cogió de las manos.

      - Cuídate pequeña, no dejes de practicar lo que te he enseñado. Espero que cuando seas más mayor, puedas venir a visitarnos.

      - Claro que sí, me ha gustado mucho conocerles. -  respondió ella.

      - Bueno, ahora que sabemos que estas en Boston, vendremos algún día a verte. - le dijo su tío a Daril. - has hecho un trabajo excepcional con las niñas, han adquirido muy buenos modales.

-  -  -

Los tres niños dormían, mecidos por el traqueteo del ferrocarril. Daril miraba por la ventana, viendo con el corazón en un puño como dejaba atrás todo aquello.

      - ¿Te ocurre algo, cariño? Pareces preocupada.

      - Lo estoy, mi tía ha decidido adoptar un bebé y todavía no se lo ha dicho a mi tío.

      - No te preocupes, parece un hombre muy comprensivo. - Entonces Daril le preguntó:

      - No me has mencionado a tu tía, ¿qué ocurrió?

      - Mi tío es un hombre de mucho carácter y mi tía no lo era menos, siempre estaban discutiendo, porque mi tía soñaba con ser corista en una compañía de teatro, éste le recriminó que no quería a su familia y que aquello era igual a ser una fulana y finalmente, cuando Michael tenía cinco años, se largó con el grupo de teatro donde ensayaba a escondidas y ya nunca volvimos a saber de ella.

      - ¿Y tu tío no se volvió a casar?

      - Mi tía era casi una niña cuando se casó con mi tío, los tuvieron que casar a la fuerza ya que éste la dejó en estado de Michael antes de pedir su mano.

      - Y no fue un acierto, ¿no es eso?

      - Bueno, en realidad al principio se llevaban bien, pero al cabo de cuatro años, mi tío descubrió que lo había estado engañando y se había estado viendo con otro hombre, quedándose embarazada de éste. Eso acabó de romper la relación.

      - ¿Y tuvo a la criatura?

      - Sí, ese bebé era Emma. - Daril no pudo disimular su asombro. Christopher le comunicó que cuando llegaran, irían a casa de su tío, ya que la había invitado a cenar.

            Entonces oyeron la voz del revisor y recogieron las maletas. Como primera parada, el carruaje les dejó frente a la puerta de la casa de los hermanos. Éstos, sin pararse a mirar el gran cambio que había sufrido la modesta edificación, entraron corriendo para abrazar a la madre.

      - ¡Mamá, ya sabemos leer y escribir!- le informó Carla, mostrándoles los cuentos que habían comprado. - ¿quieres que te lo enseñemos?

      - Luego Carla, primero dejad las cosas por ahí. ¡Que guapas que vais con los vestidos nuevos!

            Daril observó a su alrededor, el calor de la chimenea se hacía más presente y todas las ventanas estaban tapadas por picaportes. El tejado estaba reparado del todo.

      - Había pensado que la parte de atrás de la casa, que está llena de maleza, sería un perfecto huerto. Le pediré a Bryan que me de algunas semillas. Así se asegurarían verduras y frutas frescas, sus hijos pequeños cuando sean mayores se pueden dedicar a venderlas.

      - No sé qué más puedo decirlos para agradecer tanta amabilidad. -  les dijo la mujer.

      - Gracias a usted por confiarme a sus tres hijos por estos días. Ahora tenemos que marcharnos ya. Todos se despidieron, con la promesa que Daril seguiría viniendo para enseñar a las niñas.

            En la entrada de la Mansión, les salió a recibir el jardinero, que estaba barriendo las hojas caídas; se había afeitado la barba y cortado el pelo.

      - Buenas tardes Sr. Harrilson, veo que ya no es el mismo, parece mucho más joven. Que buen aspecto tiene también el jardín, veo que ha plantado algunos árboles frutales.

Carol les abrió muy contenta:

      - ¡Señorita, que contenta estoy de verla! Pasen y quítense los abrigos.

      - Hola Carol, solamente he venido a dejar las maletas.

      - ¿Y eso? ¿No va a quedarse a cenar?

      - No, voy a ir a casa del Sr. Bladmore a conocer a su tío, ¿qué tal las cosas por aquí?

      - A veces oigo ruidos en la casa que me sobresaltan, pero deben de ser las vigas que crujen o algo así.

            Subió a su habitación para ponerse otra ropa y, al pasar por una de las habitaciones cerradas, le pareció oír la risa de una niña.

      - ¿Rosalind? - llamó mirando a través de la cerradura. Lo vio todo oscuro y encogiéndose de hombros, entró en su habitación y guardó allí toda la ropa y pertenencias que había comprado en casa de sus tíos. Luego se acabó de asear y se cambió de vestido.

Cuando ya salían, con Carol acompañándoles hasta la salida, los dos perros se acercaron solamente para olerles, pero sin armar el escándalo que en ellos era costumbre.




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