A Maricruz, Laura, Kike y Kevo
Empezaremos con unas de las historias más mixtas que puedo recordar.
Cuando tenía 17 años estaba pasando por unos muy malos momentos en mi vida, sentía que era mejor abandonar todo y dedicarme a hacer otra cosa, o tal vez que lo mejor era que yo estaría mucho mejor a tres metros bajo tierra. Arrastré esos problemas hasta mis 18.
En ese tiempo, me tocó entrar a la universidad y en actividades en equipo, terminé de emparejada con una chica a la que no le caía bien... Upss.
En cosa de horas, su grupo me había integrado para estar con ellos, gracias, FIM.
Podría sentarme a recordar las cosas malas que no me gustaron, en las que no estaba de acuerdo o que me molestaban en verdad, pero no es así. Si yo pienso en ustedes, es como "los sanadores".
Pasé de sentirme miserable y que yo era una mala persona por ser quién era y ustedes me demostraban que me querían por esa misma razón.
Uno de los mejores recuerdos que tengo de ustedes es en mi cumpleaños 19, cuando hicieron que me pusiera una peluca rosa "volteame a ver".
Nunca voy a olvidar todo lo bueno que hicieron por mí, aunque ya no esté siempre con ustedes, les juro que siempre tendrán un pedacito de corazón cuando se sientan mal.
Creo que no tengo muchas palabras para describir lo mucho que me ayudaron en mis malos momentos, el cómo me sanaron sin ustedes saber el favor que me hicieron.
Gracias por estar ahí para mí incondicionalmente cuando lo necesité. Gracias por adaptarme a un lugar donde no me sentía tan cómoda del todo. Gracias por hacerme ver cosas de mí que yo nunca pensé que estuvieran mal. Con el corazón en la mano, muchas gracias.