A mi tío, donde quiera que esté.
Dicen que cuando escuchas aullar a los perros, es porque acaban de ver a la muerte pasar.
Yo no creía eso hasta que los escuché aullar la madrugada en que mi tío falleció.
Fueron épocas muy malas para mí, pero si hay algo que me pregunto es que si hubiera llegado más temprano, tal vez él aún estaría aquí.
Yo cuidé de él por un tiempo porque él estaba mal de salud, pero hay algo importante...
Hay muchas personas que te dicen que si cuidas a un enfermo, que al menos ese consuelo te queda. En mi caso no fue así.
Cuando él murió, sentí que me habían quitado algo de mi ser.
Pero no es que sienta que se haya muerto por mi culpa, siento que se me murió a mí.
Y no sé si a todas las personas que sufren pérdidas, les pasa lo mismo que a mí. Me dejó un vacío muy extraño, una sensación espantosa que me persigue todos los días.
Pero al final, yo sé que no estaba enojado conmigo y no se fue enojado conmigo.
Lo vi entre sueños. En mi cuarto. Vino de un viaje y llorando me abrazó con una sonrisa, como si estuviera agradecido de algo.
Lo único que puedo decir de todo esto, es que aún me duele ver su cuarto y saber que él no volverá.
Pero quiero que sepa, tío, que lo quise mucho, lo quise ayudar, lo cuidé hasta donde pude, gracias por todo lo que hizo por mi, se lo agradezco.