El tiempo pasaba y yo seguía en una nube, no sentía nada, estaba fría o mejor dicho congelada hasta que llegó mi hijo de la escuela y al verlo caminar con su padre al lado no visualicé a un niño de 15 años sino a un niño de 5 caminando hacia mí. Al llegar a mi lado me abrazo y por fin logró llorar, yo comiéndome toda la pena lo apreté a mi pecho y lo traté de consolar sin llorar porque sentía que tenía que ser fuerte para él, después de un rato y esperar a que mi hijo se cambie ropa llega mi hermana llorando y yo seguía siendo fuerte para ellos y nos fuimos a la casa de mis padres. Al llegar allá mi padre estaba destrozado y mi madre fuerte igual que yo pero en sus ojos se veía su gran pena era como si ella hubiera muerto con él. Traté de acompañarlos lo que más pude y me tocó hacer algo que jamás pensé que fué elegir el ataúd para una de las personas más importantes de mi vida.
Después de eso todo paso en un borrón, no recuerdo quien cuidaba a mis hijos ni nada, jamás había visto tantas personas y yo saludaba pero no veía rostros hasta que llegó mi prima a la cuál no veía hace muchos años pero si hablábamos por teléfono ya que vive fuera de la ciudad y en sus brazos encontré un poco de consuelo y me permití sentir dolor, pena, desconsuelo y lloré.
Al llegar la noche todos se fueron, mis hijos se fueron con su papá y yo Vele toda la noche junto a mi madre a nuestro pequeño de 30 años que no veríamos más. Mientras lo miraba dentro del ataúd las imágenes de él en mi cabeza no paraba de pasar como si fuera una película y empecé a comprender que no lo vería más, jamás escucharía su risa de nuevo, no sentiría sus abrazos, no jugaría con sus rulos y me sentí tan pequeña en una inmensidad incomprensible para mí. Me sentía perdida y en un momento ya nada me importaba .
Llegó muy rápido la madrugada del día jueves y con ello la claridad de lo inevitable, el último paseo de mi hermano, la mitad de mi alma, mi alma gemela porque jamás lo fue mi esposo sino él, la persona que compartió conmigo los momentos más difíciles de mi vida, el compartir un pan entre los dos, las noches en oscuridad, las peleas de mis padres. Que voy a hacer de mi vida sin él a mi lado? Me siento caminando en la oscuridad absoluta y me cuesta respirar.
Al llegar al cementerio lo bajan del vehículo y lo toman de los costados sus amigos y mi hijo mayor , llegó un momento en el cual iban caminando y mi hijo me dijo que se le estaba resbalando y me puse con él para que terminara su recorrido con su tío al cual veía como su segundo papá y desde ese entonces no sé nada más, trato de recordar y esa parte es un borrón negro.
Al año siguiente me enfermé y ningún médico sabía que tenía hasta que descubrieron que tenía lupus, mi doctora dijo que se me había presentado esa enfermedad por una pena muy grande así q ahora vivo con esa enfermedad pero he aprendido a salir adelante con ella y la conformidad de perder a mi hermano a llegado con el tiempo, ahora lo puedo recordar y hablar de él sin llorar. Lo recuerdo con mucho amor por haber sido parte de mi vida, soy una convencida de que la gente que está o pasa por tu vida es para enseñarte algo y el me enseñó mucho. Lo que no te mata te hace más fuerte decía él y ahora entiendo que es verdad.
Estés dónde estés Ricardo te amo, te ame y te amaré hasta el último día de mi vida. En otra vida nos vemos hermano.
Fin