Un pequeño error

Capítulo 1: Elijo ser feliz

Megan 

Escucho lo que la doctora me dice, pero mi mente está pensando en algo más, mañana es mi boda, me casaré con el hombre al cual estoy prometida desde que nací, no he vivido mi vida, he vivido la que mis padres querían para mí. Siempre he sido la hija ideal, la novia ideal, no me caso por amor, eso creo que ya les quedó claro ¿y cómo amarlo? Esteban nunca se ha interesado en quererme, soy la novia perfecta, esa que aguanta todo, cada humillación, cada mal trato, cada cuerno, sí, como oyen, Esteban es el típico hombre mujeriego que se folla a su secretaria en mis narices, ¿por qué mis narices? Porque trabajo junto a él, sí, soy patética. Tengo 26 años y nunca he hecho lo que he querido, solo lo que mis padres me han dicho, pero ahora... ahora ya nada tiene sentido.

—¿Usted... usted está segura? —tartamudeo como estúpida mirando a la doctora frente a mí, esa que ahora mismo me mira con lástima.

—Señorita Jones, lo siento, pero si, aquí están los resultados —tomo con manos temblorosas estos, de nada sirvió llevar una vida aburrida comiendo vegetales sin beber, sin drogas, obedeciendo siempre a mis padres, nada sirvió y ahora... ¡Dios!

—No puede ser —exclamo indignada sintiendo las lágrimas en mis ojos —no puede ser —repito, tengo solo 26 años y soy rica, soy la diseñadora principal de la empresa de diseño de moda más grande y famosa de este país, de la cual mi padre es el dueño.

—Señorita

—Puedo pagar —digo —¿cuánto vale? Puedo operarme ¿cierto? ¿Cuánto quiere? —la mujer niega —¿diez? ¿Quince millones? ¿Más? puedo darle más

—Megan —que me llame por mi nombre solo me altera más —los análisis dicen que

—Hace seis meses vine y todo estaba bien —reclamo frustrada —todos los años vengo, yo

—Al parecer, el doctor anterior no vio esto, hubo algún error y

—¿Cuánto tiempo me queda? —limpio mis lágrimas, la mujer suspira y deja de mirarme.

—Tres meses —murmura y siento un vacío en mi pecho —quizás un poco más, quizás un poco menos, si quieres podemos repetir los análisis o

—No hace falta —me levanto de la silla aun temblando —confío en ustedes —¿y cómo no hacerlo? Es la mejor clínica del país.

—Hay tratamientos que

—No —niego enseguida —si voy a morir dentro de tres meses lo haré así como soy, no pareciendo un fantasma.

—La acompaño a la salida

—Tengo cáncer —expreso sin mirarla —pero aún tengo buena memoria, conozco esta —no dice más y yo salgo de ahí. 

Tres meses de vida, eso me queda, tengo 26 años y no he vivido, no sé que es emborracharme o fumar, ni ir a una fiesta, no sé que se siente dormir tarde, menos follar con un desconocido, no sé que se siente levantarle la voz a tus padres o desobedecer, no conozco nada, no he vivido nada y ahora... ahora ya es demasiado tarde.

—¿A dónde vamos, señorita? —cuestiona mi chofer cuando subo al auto, por Dios, ni siquiera sé conducir un coche. —¿señorita?

—A la empresa —asiente y el auto se pone en movimiento, pierdo la noción del tiempo hasta llegar a esta.

A medida que voy caminando todos me saludan correctos y sin sonreír, claro, nunca he sido una buena jefa en lo referido al carisma, me gusta la rectitud y el orden y por menos de nada despido a los ineptos, eso me lo enseñó mi padre, ahora lo odio, no tengo ni amigos con quien compartir lo que me pasa, no me hacen falta, eso decía mi madre.

Voy directo a la oficina de Esteban, no sé por qué, pero camino hacia ahí, abro la puerta y su secretaria baja enseguida de sus piernas.

—Perdón —¿perdón? ¿Acabo de pedir perdón por entrar y verlos casi besándose?

—¿Megan qué haces aquí? —Esteban se pone de pie, ¿cree que soy estúpida o ciega?, su secretaria me sonríe y pasa de largo saliendo.

—Es... aquí trabajo

—Si —él sonríe y toma mi cintura con sus manos, ¿en dónde habrá metido esas manos? —eres la hija de uno de los dueños y la mejor diseñadora del país

—Exacto

—Estoy loco que llegue mañana para casarnos mi amor —sonríe, yo aún tengo en mi mente la información de la doctora, tres meses.

—¿Y si no nos casamos? 

—Pierdes mucho —él se acerca más —nuestros padres firmaron un contrato —¡claro! El estúpido contrato de mi padre y el suyo, debíamos casarnos para compartir riquezas, pero si una de las dos familias se niega a cumplir entonces pierde las acciones de la empresa, quedando esta totalmente en manos del otro, porque sí, el padre de Esteban es el otro dueño de este edificio.

¿Por qué hacer un acuerdo tan ridículo? Porque el padre de Esteban y el mío querían cerciorarse de que nos casaríamos, ¿cuándo fue firmado? Hace 26 años, como lo oyen, firmaron un acuerdo matrimonial antes de que yo naciera, ¡joder! 

—Amor —lo miro, ¿amor? —¿En qué piensas? —tres meses

—Mañana es la boda.

—Si mi amor, estoy ansioso de que llegue mañana —normal, hasta yo si fuera él, soy rica, importante, cualquiera querría casarse conmigo, mi apellido es uno de los más importantes del país, no digo que Esteban no sea importante, pero nada se compara y además soy sumisa, obediente, tonta y ridícula, ¡maldita sea!

—Yo también quiero que llegue el día de mañana —comento alejándome de él —será un día muy especial —Esteban sonríe, yo salgo de su oficina directo a la mía, tres meses de vida, eso tengo para vivir y hacer lo que no he hecho en 26 años, ¿se puede? Claro que si, nunca es tarde y pienso a partir de hoy, vivir.

El día de la boda llega, el día tan especial, ese que todos esperan hace años, mi padre me lleva hacia el altar, yo aún sigo con los tres meses en mi cabeza, ayer solo me dediqué a trabajar como me enseñaron, no hice nada del otro mundo, hice todo sin quejarme una vez más, las cámaras me enfocan, hay muchos invitados y muchos periodistas, mi padre me deja en manos de Esteban, ni siquiera escucho lo que dicen, este besa mi frente y la ceremonia comienza, yo estoy en blanco, solo escucho el sí acepto de Esteban y luego




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