Un pequeño error

Capítulo 9: ¿Te gustaría repetir?

Alec

Mis ojos no se apartan de ella ni un segundo, la cual revuelve la comida en el plato, pero sin probar esta, sé que es bajo lo que estoy haciendo, algo vil y asqueroso, pero necesito tenerla en mis manos para conseguir mi venganza, desearía no tener esta sed de venganza, pero es algo que no se va, el dolor sigue dentro de mí causándome daño, todos los días pienso en lo que perdí y duele, quiero que el culpable pague y aunque Megan sea inocente también sufrirá, porque yo también era inocente y mi esposa también lo era así cómo él y mi pequeña hija que es un milagro que esté viva.

—Es tu comida favorita —ella me mira —come un poco

—¿Por qué lo haces? ¿Qué buscas Alec? ¿Por qué juegas así conmigo hasta el punto de chantajearme? —ella deja el cubierto en el plato sin dejar de mirar mis ojos

—Chantaje —sonrío —odio esa palabra

—Es lo que haces, tienes ese vídeo que —suspira, sus mejillas una vez más están rojas —es un chantaje bajo y asqueroso —no lo negaré, pero no estoy dispuesto a responder aún sus preguntas

—Quiero que me vendas esas acciones —ella ríe mientras niega

—¿Vender por un dólar? No seas cínico Alec, te regalaría acciones que valen millones, ¿y todo por qué? ¿Para qué? ¿Qué pretendes? Somos enemigos, pero tú quieres entrar en la empresa de mi padre —su mirada está confundida y tomo la copa que está en la mesa, la cual solo tiene refresco

—Pronto sabrás más Megan, no comas ansias, solo te diré algo, al enemigo hay que tenerlo cerca y a ti —la señalo —te quiero cerca de mí —su mandíbula se tensa

—¿Por qué? —sonrío sin responder

—Come algo —ella respira hondo y toma su copa, mira esta con una ceja alzada

—¿Refresco? 

—De naranja, tu favorito —me mira rápido

—¿Qué? ¿Escondiste el vino para que no acabe ebria y en tu cama? —las palabras salen cargadas de veneno, pero sonrío

—No necesito emborracharte para tenerte en mi cama Megan

—¿Pretendes chantajearme también con el video para eso? —aprieto mis dientes, normal que piense tan mal de mí, me pongo de pie y me acerco a ella.

—Megan —una de mis manos va a su mejilla, la chica se queda mirando mis ojos, sus labios rojos son una tentación, acaricio su mejilla con cuidado pensando en la noche que pasamos juntos, noche que no logro olvidar por más que quiera, es una niña frente a mí, es mi enemiga, es...

—Alec quiero irme —se pone de pie quedando bastante cerca de mí y mis manos se apoderan rápido de su cintura, ella se tensa llevando sus manos a mi pecho, tratando de mantener una distancia que ya no hay entre nuestros cuerpos.

—¿Recuerdas esa noche que pasamos juntos? —el rubor en sus mejillas solo la hace parecer más inocente, cosa que lejos de alejarme me excita más aunque no quiera admitirlo, ni siquiera miré el video que grabé con ella esa noche porque iba a cometer una locura, video que no he mirado ni miraré por respeto a ella, respeto, es gracioso eso cuando fui yo quien la grabó como un canalla.

—No —dice en un susurro y le creo, estaba demasiado ebria —solo recuerdo las bebidas, el club y cuando llegamos al hotel, pequeñas escenas —murmura, mis manos aprietan más su cintura.

—¿Y te gustaría recordarlo Megan? —suelto la pregunta sin pensar, mis ojos van a sus labios rojos y luego vuelvo a mirar sus ojos, el deseo es claro en estos y sonrío, diga lo que diga, ella me desea y yo no puedo negar que lo hago también.

—No estoy tan ebria para responder eso, Alec ni tan ebria para volver a hacerlo contigo —intenta alejarse pero se lo impido

—¿Segura? —ella mira mis ojos —tu respiración —acerco más mi rostro al suyo —tus labios entreabiertos, tu corazón latiendo a mil y sobre todo tus ojos me dicen que sí que te gustaría repetir —mis labios rozan los suyos con cuidado.

—¿Y tú? ¿Me deseas Alec? —su pregunta me toma de sorpresa y miro sus ojos —¿te gustaría repetir? —mis manos suben por su cuerpo sintiendo como este se estremece hasta que llego a su rostro, sé que estoy jugando con fuego, que no debería seguir con este juego, que está mal y si, me hace sentir culpa.

—Cualquier hombre lo haría Megan —con pesar obligo a mis pies a moverse y me alejo unos pasos de ella, la cual sigue sin dejar de mirar mis ojos —cualquiera desearía estar contigo, tenerte, escuchar tus gemidos —sonrío volviendo a ver su hermoso rubor.

—Dudo que sin beber quieras eso —ella ríe dejando de mirarme, frunzo mi ceño confundido por esas palabras y la veo tomar un poco de agua como si eso fuera a quitar el calor del momento.

—¿Por qué lo dices? —cuestiono sabiendo de sobra la respuesta a eso gracias a los micrófonos en su oficina y en la oficina del imbécil de su novio, pero pensé que ella tenía la suficiente autoestima como para no sentirse insegura por las palabras de un hombre como él.

—Olvídalo

—¿Crees que Esteban tiene razón? —se tensa por completo —¿crees que eres sosa y aburrida? —ella sigue sin mirarme, más bien me da la espalda —¿crees que por solo hacer con él el amor en una cama eres aburrida? —sonrío acercándome a ella —viste ese video —susurro en su oído tocando sus brazos —Megan, puede que con él fueras aburrida, normal si estás con un hombre que no deseas y con el cual no sientes placer, pero en las manos correctas —me acerco a su cuello y dejo un beso ahí, su cuerpo se estremece y sonrío llevando mis manos a su vientre —en las correctas eres fuego, eres perfecta y eres demasiado excitante —hago que voltee y me mire

—Alec

—No necesitas del alcohol, simplemente necesitas un hombre de verdad, uno que sepa tocarte, besarte y darte placer, uno que desees de verdad —termino diciendo y Megan pega su boca a la mía, no me esperaba el beso, pero tampoco lo rechazo como debería, su boca se mueve con intensidad contra la mía dejando que me apodere por completo de ella, la pego a mi cuerpo sin dejar de besarla y el deseo aumenta recordando todo lo que hicimos esa noche, lanzo al suelo las cosas que hay sobre la mesa y la subo a ella ahí trasladando mis besos a su cuello mientras mis manos se pasean por el cierre de su vestido, ¿qué estoy haciendo? Debo detenerme, esto está mal, la primera vez era necesario, pero ahora no y el deseo rápidamente es reemplazado por la culpa, sintiéndome mal por las cosas que siento dejo de besarla, un nombre cruza por mi mente como una puñalada sintiendo que la estoy traicionando.




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