Un pequeño error

Capítulo 10: Locas ideas

Megan

Estuve a punto de volver a estar con él, con el hombre que debo odiar y el cual me chantajea con un vídeo nuestro que grabó, pero sus palabras nublaron mi juicio por completo, el deseo ganó la batalla ante la razón y me hubiese entregado a él si este no se hubiera detenido, ahora más que nunca me siento patética mirando sus ojos, las palabras que me acaba de decir dan vueltas en mi cabeza, ¿su esposa? Sé que Alec planea algo contra mi familia, quiere entrar a la empresa por alguna razón, quizás solo quiere que mi padre se enfade, jugar con este como hace conmigo y quizás por esa razón muestra interés en mí aunque el deseo en sus besos parezca demasiado real.

—Alec —susurro sin saber qué decir, él se aleja de mí, está aquí, vino solo a hacerme sentir mejor, no, Megan, no, su deseo no es real.

—Estaba embarazada de 8 meses —dice mientras toma asiento y lo escucho estupefacta —íbamos a tener gemelos —él sonríe y mis ojos se llenan de lágrimas —iba en el auto con mi padre y conmigo, tuvimos un accidente —cuenta con la mirada perdida mirando hacia la pared —mi esposa murió, mi padre y mi hijo que no nacía también, yo viví y solo sigo vivo porque lograron salvar a mi pequeña.

—Lo siento Alec —digo con la voz rota mirándolo, no me está mintiendo, sus ojos están cargados de tristeza

—Solo fue hace cinco meses Megan, duele como no tienes idea —mira mis ojos y mis lágrimas salen —sí, planeo algo, por eso quiero entrar en la empresa de tu padre, pero no estaba en mis planes sentir cosas por ti, se suponía que solo me divertía mientras te usaba para entrar a la empresa —él se pone de pie —pero te deseo y por esa razón sentí culpa, siento que la estoy traicionando cada vez que te miro.

—No me esperaba esto —intento limpiar mis lágrimas bajo su atenta mirada —no sabía nada, creo que deberías irte Alec —él niega sonriendo

—¿Me vas a echar luego de traer hasta acá la cena? —lo sigo cuando camina, ¿por qué no me sorprende que sepa dónde está la cocina? —si tardamos más se va a enfriar —añade sacando esta, incluso sabe hasta mi comida favorita.

—No debes sentir culpa de nada Alec —digo y sus movimientos se detienen —no es tu culpa que ella no esté y estoy más que segura de que si existiera no tendrías ojos para nadie más —él me mira, la frase me ha dejado un mal sabor en la boca, pero le sonrío, ¿por qué ahora me siento tan cerca de él? ¡Dios! Ya vuelvo a hacerme ideas que no son, pero sus tratos y su mirada no me ayudan.

—Gracias —sonríe un poco —¿cenamos? —asiento, aunque no tengo hambre y me siento frente a él, hago una mueca por mi pie, el cual se ha inflamado un poco.

—Háblame de ella —me mira confundido —tu hija —sonríe ampliamente y limpia su boca con una servilleta.

—Su nombre es Evelyn —cuenta con sus ojos brillando —su cabello es rubio como el de su madre aunque aún lo tiene algo escaso —él ríe —sus ojos son azules y tiene una sonrisa enorme, es una pequeña tranquila y podría pasarme horas con ella en mis brazos sin cansarme —él suelta una sonrisa, la mía se ha ido borrando a medida que lo escuchaba, parece un buen padre y no sabe que tendrá otro hijo, uno del que nunca sabrá. —¿dije algo malo? —miro sus ojos y niego

—Tiene suerte de tenerte —él sonríe —gracias por todo Alec, pero creo que deberías irte, estoy cansada, quiero dormir y la noche ha sido algo rara —me pongo de pie, pero él sigue sentado —es raro verte en mi casa

—No es una casa

—Mi hotel entonces —bufo, pero Alec suelta una carcajada, camino hacia mi cuarto y cuando entro enciendo las luces, ¡Diablos! Acabo de cometer un error, sé que él está detrás de mí y cuando pasa por mi lado hacia las rosas que hay en agua en mi habitación me congelo en mi sitio.

—Te gustaron después de todo —alza una ceja mirándome —me gusta cuando te ruborizas —dejo de mirarlo porque mis mejillas arden

—Conoces la salida —mascullo acomodando la cama

—Que mal educada —suelto el aire que retenía cuando él sale del cuarto y me acuesto en la cama, estoy cansada y quiero dormir, mis ojos se cierran, pero al instante los abro de golpe al sentir que toman mi pie, miro atónita a Alec que comienza a darme un masaje.

—Alec

—Va a ayudarte, solo descansa —sonríe siguiendo en lo suyo que por cierto lo hace muy bien, sonrío poniendo un brazo sobre mi rostro, es imposible discutir con él y poco a poco el sueño me vence.

Abro mis ojos con pesar cuando la claridad del día entra por la ventana, ¿por qué demonios las cortinas están corridas? Me levanto bostezando y salgo del cuarto, las rosas que hay fuera detienen mis pasos, frescas y lindas como siempre, con el mismo perfume, pero esta vez aunque las reviso todas no encuentro ninguna nota, voy hacia la cocina y sonrío viendo el desayuno sobre la mesa, el cual aún está caliente, lo que significa que

—Durmió aquí —susurro y mi sonrisa se ensancha, observo toda la cocina y entonces veo el pequeño papel pegado al refrigerador, me acerco a este y lo tomo —Buenos días, pequeña —leo la nota en voz alta y una vez más sonrío, Diablos Megan, así es imposible no hacerme locas ideas con Alec.

★★★

Alec

¿Por qué se dice que la venganza es dulce? Salí de la casa de Megan con un horrible sabor en la boca, es claro que he llevado el juego demasiado lejos, incluso dormí ahí o mejor dicho estuve toda la noche viéndola dormir, envío un mensaje con mi teléfono y bajo del auto cuando este se detiene, suspiro al ver a Celia en la puerta con sus brazos cruzados, intento ignorarla, pero es difícil cuando habla.

—Estaba preocupada —ruedo los ojos entrando a la casa —no llegaste a dormir Alec —sigo ignorándola y comienzo a subir las escaleras —deberías sentir vergüenza, mi hermana murió solo hace cinco meses, debe de estar revolviéndose en su tumba —me detengo apretando con fuerza mis dientes —y así decías amarla, pero no tardas nada en

—Cállate —volteo a mirarla —no te interesa mi vida Celia, recuerda que estás aquí por mi madre y por la memoria de Zenia —me acerco más a ella —amaba a Zenia, aún la amo, pero no dudaré en sacarte de aquí si sigues queriendo saber sobre mi vida, haciendo ridículas preguntas.




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