Megan
Me siento en mi silla dando un suspiro, feliz de que en esta oficina no haya micrófonos como temía, quizás solo hay en la de Esteban y por esa razón Alec escuchó esa ridícula conversación, sonrío pensando en él, las cosas que me dijo y todo lo que me hizo sentir con sus palabras y su toque, ¡por Dios! Estoy fantaseando con un hombre que tiene edad para ser mi padre, que debo odiar y que claramente planea algo contra mi familia, pero luego de todo lo que hablamos siento como si ya tuviésemos una conexión, niego varias veces con la cabeza, no, no puedo seguir pensando en él, es de tontos hacerlo y más sabiendo que no puedo tener una relación con él a pesar de que tendré un hijo suyo.
Levanto la mirada de los papeles frente a mí cuando tocan a la puerta, una de las diseñadoras entra sonriendo y se sienta frente a mí.
—Mira, estoy segura de que estos sí te van a gustar —Britney deja los diseños frente a mí, los cuales miro prestándole atención a estos.
—Son magníficos —la miro, ella sonríe —pero no son perfectos —rueda los ojos y río, ¿por qué no somos amigas? Estudiamos juntas y ahora trabaja para mí, ah sí, éramos ambas demasiado competitivas y nunca le he dado la oportunidad a alguien de ser mi amiga.
—Ya no sé que hacer Megan, nada te parece bien —se pone de pie
—Eres buena Britney —suspiro —sabrás qué hacerles y los quiero mañana aquí —se los extiendo, ella los toma dudosa.
—¿Me estás retando? —enarca una ceja y sonrío —y por cierto, ¿eso que escuché fue un elogio? —niego con la cabeza
—Lo que escuchaste fue un puedes hacerlo mejor y lo quiero mañana sobre mi mesa, sabes que no dudaré en despedirte por mucho que hayas dormido en la cama de mis hermanos —mira sus diseños y sonríe
—Te voy a sorprender demonio —me señala con ellos —ya verás
—Te invitaré a una cena si lo haces —asiente rápido y se dirige a la salida, yo río mirando lo que hacía, aún me queda mucho para terminar el día y por primera vez quiero salir de aquí y dejar mi trabajo a medias.
Las horas pasan y ni siquiera salgo a almorzar algo, estar semanas fuera ha hecho que ahora tenga demasiado trabajo atrasado y clientes molestos que amenazan con irse con la competencia, ¡por Dios! Todos son unos exagerados.
—Señorita —Leticia entra con algo en sus manos —han dejado esto para usted —deja la caja sobre la mesa, me pongo de pie mirando esta con una ceja alzada
—¿Qué es? —inquiero confundida
—Bombones, los guardias revisaron —asiento con lentitud y abro esta con cuidado, los bombones en forma de corazón le dan la bienvenida a mi mirada y mi boca se llena de agua mirando estos, ¡por Dios! Se ven deliciosos.
—¿Quién los envía? ¿Fue Esteban? —ella niega
—No traían nota
—Tíralos —suspiro, sus ojos se agrandan —podrían estar envenenados o —mi teléfono suena interrumpiendo mi frase, miro el número desconocido y haciéndole una señal a Leticia para que salga tomo la llamada.
—¿Ya los probaste? —la voz ronca del otro lado me hace sonreír y me siento sobre la mesa
—No, pensaba en tirarlos, podrían tener veneno —él ríe y cierro mis ojos, ¿por qué demonios ríe tan bonito?
—Megan, Megan —suspira —si quisiera envenenarte lo hubiese hecho con el desayuno y no con unos bombones que cuestan mucho para ser simples bombones —yo sonrío, abro mis ojos cuando la puerta se abre, Britney se detiene al ver que estoy al teléfono.
—¿Y quién te dice que me gustan estos simples bombones? —Britney alza una ceja y se acerca, es una metiche.
—Bombones de chocolate y fresa, se derriten en tu boca, explotan tu paladar causando un placer indescriptible, además —él hace una pausa —sé que son tus sabores preferidos, fueron hechos especialmente para ti Megan, pruébalos, han costado una fortuna —la llamada se cuelga sin darme tiempo a nada.
—Ese no era Esteban —miro a Britney que tiene una enorme sonrisa en su rostro
—¿Por qué no?
—Porque estás ruborizada, nerviosa y pareces enamorada —ella toma un bombón —y Esteban es incapaz de hacer un gesto romántico como este —lo prueba y suspira —por Dios, es lo más rico que he comido en mi vida
—Son míos —cierro la caja cuando iba a tomar otro, ella bufa —¿qué haces aquí?
—¿Con quién hablabas descarada? —sonrío
—Con no te importa —ella ríe —no somos amigas Britney
—Porque tú no quieres, yo lo he intentado un millón de veces —alzo una ceja —sí, te tenía envidia en la Universidad, ahora también te tengo Megan, pero es una envidia sana —suelto una carcajada.
—¿Son los diseños?
—Perfectos como pediste y los hice en solo unas horas
—Te los pedí para mañana —ella me los extiende y los tomo
—Me deberás una cena amiga mía —sonríe —y quiero saber quién era el dueño de esos bombones y de tu sonrisa
—Seré clara Britney —levanto la carpeta —si estos diseños no me gustan voy a despedirte —sus ojos se abren como platos y voy hacia mi silla —te dije mañana, si no me gustan, no volverás a ser contratada como diseñadora ni aquí, ni en la competencia, no en este país —la chica palidece —¿aún quieres que los vea? —me quedo mirando sus ojos hasta que asiente.
—Y si te gustan me dirás quien te saca sonrisas —ambas sonreímos y abro la carpeta, miro los diseños con detenimiento, luego miro sus ojos, sigue pálida y sudando, ¿por qué será que me gusta hacer sufrir a mis empleados?
—Te diré solo una cosa —dejo todo sobre la mesa, ella se tensa —no elijas un restaurante chino —su sonrisa se agranda y se levanta para dar saltos de felicidad mientras chilla, ¡Diablos! Debí despedirla.
—¿Como regalo me darás otro? —señala los bombones haciendo un puchero y niego, ella bufa, pero sonriendo sale, yo entonces tomo en mis manos la caja de bombones, saco uno y lo miro para luego llevarlo a mi boca, la sensación es increíble y nunca había probado algo igual por lo que no dudo al tomar otro y luego otro hasta que la caja queda vacía frente a mí.