Capítulo 4
TODO ES POSIBLE
“Mi mamá dice que la vida es como un caja de chocolates. Nunca sabes lo que te va a salir.”
-Forrest Gump-
Me había despedido de Aitor. Estaba segura que aquel episodio de mi vida terminaba allí y que él jamás se enteraría de nada. Que quedaría por siempre ajeno a todo lo que me provocaba. Pero su familia tuvo otros planes.
Cuando me vieron junto a él en aquel cuarto de hospital, no solo creyeron que yo era la novia que todavía no les había presentado, sino que era la mejor mujer que Aitor pudo encontrar en la vida. La más buena, la más noble, la que más lo amaba y la que en prueba de amor había arriesgado la vida por salvar la de él.
—Bueno…en verdad…fue un impulso…no podía dejarlo tirado allí sin hacer nada…no podía —atiné a decir mientras repasaba la mirada por aquellas caras expectantes que deseaban saber todo lo que pasó.
—No digas eso, cualquier otra se hubiera acobardado y me lo dejaba morir —dijo la madre—Pero tú te arriesgaste por el hombre que amabas. Nunca podré terminar de agradecértelo. ¡Salvaste a mi hijo! —terminó diciendo al tiempo que se acercaba y me envolvía en un abrazo.
No supe reaccionar ante aquella muestra de madre agradecida. Me deje abrazar, un poco confundida.
El resto de su familia asentía y me dirigían iguales manifestaciones de elogio y agradecimiento.
—Me imagino que estarás cansada, cariño —intervino la tía—ya puedes irte a descansar a tu casa y nosotros cuidaremos de él. Te esperamos mañana ¿te parece?
— ¿Mañana? —pregunté.
¿Cómo decirles que aquello era una confusión, que no estaba en mis planes regresar y que pensaba desaparecer para siempre?
—Por supuesto, querida. La enfermera nos ha contado que te has portado de maravilla, que se nota el amor que le tienes. Pero no pretenderás quedarte aquí día y noche. Ahora nos toca a nosotros cuidarlo —expresó la hermana, una chica preciosa, la versión femenina de Aitor.
—Tú ya has hecho bastante. Ve a descansar y nos veremos mañana —añadió el padre.
Respiré profundo y decidí tomar el consejo. Me despedí de ellos y salí de allí más aturdida que cuando llegué.
Pensaba no irme a la casa sino regresar al trabajo, quería contarle a Lucy todo lo que había sucedido. Tenía la cabeza hecha un lio y necesitaba pensar bien como salir del enredo. Me debatía entre averiguar cómo Aitor iba mejorando pero sin tener que regresar. Sería tan solo cuestión de tiempo que descubrieran la verdad. Aitor despertaría en cualquier momento y les aclararía que yo no era su novia. Ese sería el fin de la historia. O tal vez la rubia llegaría. Se declararía la novia oficial, Aitor la reconocería como tal y entonces sí que sería el final de la historia. Yo pasaría de heroína a farsante en cuestión de segundos. ¡Ay, no!
Cuando regresé a Sweet Temptations ya Lucy había vuelto a conectar la máquina de boletos del metro y el local se encontraba medio vacío. Me resultó un inmenso alivio puesto que necesitaba privacidad para poder contarle todo.
—Si los vieras, Lucy. Son una maravilla de gente…—intentaba explicarle a Lucy sobre la familia de Aitor pero ella no me prestaba ninguna atención. Ese tema le aburría.
—Olvídate de esa gente, Nazireh…mejor háblame de lo más interesante. A ver…cuéntame más de cuando tuviste que desvestirlo y de cómo tiene el paquete…—decía mordiéndose el labio inferior con un interés que rayaba en lo morboso.
Creo que me sonrojé pero a la larga sucumbí a la tentación.
— ¿Qué te puedo decir? Si antes me parecía perfecto, ahora lo es más. A ese hombre no le duele nada…—repliqué.
—Bueno, ya pasó la inspección. Ahora te falta probarlo. Ya sabes….no todo es la carrocería, también el motor tiene que funcionar bien. Así que tienes que comprobar que sabe utilizar bien sus…herramientas —señalaba con picardía.
Solté un resoplido.
—Pues eso estará bastante difícil, amiga. Primero porque sigue inconsciente y segundo porque no pienso regresar.
Lucy abrió tan grandes los ojos que parecía devorarme.
— ¿Qué estás diciendo? ¿Estás loca? ¡En un solo día te lo echaste de novio y te ganaste a la familia! ¡Eso es un récord mundial! ¡No puedes dejar pasar esta oportunidad! —replicó sin pérdida de tiempo.
—Pero… ¿es que no entiendes? Aitor despertará en cualquier momento y todo se va a descubrir. No estoy segura de querer pasar esa vergüenza, Lucy. Sería demasiado para mí. Además, ¿Dónde dejas la rubia que te conté? ¿Qué tal si se aparece y me agarra de las greñas por impostora? ¡Ay, no! —respondí encogiéndome de horror.
Lucy arqueó las cejas de la manera que lo hace cuando se le ha ocurrido un plan macabro y arriesgado.
— ¿Qué tal que yo te acompañe? Si eso sucede, daré fe de que ustedes son novios. ¡Seré tu testigo! Diré que…que…que…la memoria se le ha afectado y por eso no te recuerda —sugirió.
La miré perpleja.
— ¿Te prestarías a eso? Es un plan arriesgado y un tanto inútil. A la larga, lo más que puede suceder es que diga que ok, que está bien pero que ya no quiere seguir siendo mi novio, que gracias por salvarle, eres una buena chica, que te vaya bien en la vida y blah, blah…será patético, Lucy. No pienso pasar por eso…
El plan murió allí mismo y Lucy no insistió.
—Está bien, tú ganas. Vamos a olvidarlo entonces…—expresó Lucy con resignación. Luego me mira y algo llama su atención.
— ¿Qué es esto que tienes ahí? —pregunta señalando el bolsillo de mi uniforme.
No tengo idea de lo que habla. Reviso y casi desfallezco.
— ¡Es la billetera de Aitor! ¡La enfermera me la entregó y olvidé dejarla con sus familiares! —una angustia comenzó a apoderarse de mí — ¿Ahora qué hago?