Un Perfecto Desconocido

Capítulo 6: UN MAL COMIENZO

Capítulo 6

 

UN MAL COMIENZO

 

-¿Cómo te llamas?

-Edward.

-¿Edward? ¡Ese es mi nombre más favorito del mundo!

-Pretty Woman-

 

El hombre que se apareció en el apartamento de Aitor resultó ser otro perfecto desconocido. Descarté que tuvieran algún parentesco porque no se le parecía en nada y ya sabía que en su familia los genes son fuertes.

No obstante, era sumamente atractivo.  Alto, de mandíbula cuadrada  y tez bronceada. Vestido con un suéter casual y jeans que acentuaban su cuerpo atlético.

—Lo mismo le pregunto —respondí sobresaltada.

No respondió. Por unos segundos me miró con desconfianza y presentí que ahora sí comenzaban mis desventuras.

—Yo pregunté primero…además, es usted la desconocida que hace invasión de morada —señaló devolviéndome a mi realidad.

Me sentí acorralada. No tenía idea de quien pudiera ser aquel hombre pero parecía que no lo iba a poder engañar haciéndole creer que era novia de Aitor. Sin embargo, valía la pena intentarlo.

—Me llamo Nazireh y soy la novia de Aitor. Vine a darle de comer a su mascota.

El hombre se acercó y se plantó frente a mí. Clavó sus ojos en los míos y sentí su aliento sobre mi piel. Ahora que lo tenía más cerca pude confirmar su extraordinario atractivo.

— ¿Novia de Aitor?...que extraño…—dijo para luego separarse de mí y alejarse caminando despacio hasta detenerse frente a la pecera — ¿Dice que vino a alimentar su mascota?...todavía más extraño  —soltó.

Mi intuición gritaba que aquello no pintaba bien, que hasta allí me había llegado el montaje. Pero ahora no iba a retroceder. No sin antes dar la batalla.

Lancé un suspiro de pereza y utilicé mis dotes histriónicos lo mejor que pude.

—No entiendo que pueda parecerle extraño pero de todas formas, ya le dije quién soy y que hago aquí. Ahora dígame usted quien es y que hace en el apartamento de Aitor —solté con tanta seguridad que hasta yo misma me sorprendí.

El hombre sonrió. No fue una sonrisa alegre sino una cargada de ironía. No obstante, no puedo negar que verlo sonreír solo me hizo confirmar que aquel hombre era un adonis, un bombón, un monumento.

—Mi nombre es Edward…soy el mejor amigo de Aitor —soltó a quemarropa.

¡Por todos los cielos! ¡Los mejores amigos lo saben todo! ¡Estoy perdida!

— ¿Su mejor amigo? Que extraño que no lo conociera…

El hombre volvió a acercarse. Esta vez, un tanto airado, con su mirada penetrándome hasta los huesos.

—No, señorita. No voy a caer en ese juego. Aquí lo único extraño es que usted diga que es su novia. Yo sé bien que no lo es —afirmó.

Ésta es la parte cuando necesito que se abra la tierra y me trague. Como no sucede, sigo en mi papel.

— ¿Por qué dice eso? ¡Por supuesto que soy su novia! Su familia me conoce, puede preguntarles. Además, tengo llave de este apartamento, por eso pude entrar. ¿Qué más pruebas quiere?

—No le estoy pidiendo pruebas, no las necesito. A la familia de Aitor pudo engañarlos porque son gente buena, sin maldad. Por otra parte, mi amigo Aitor todavía no despierta por lo que no puede desmentirla. Pero yo soy un hueso duro de roer, señorita. A mí no me va a envolver en su mentira.

Sus palabras me cayeron como balde de agua fría. Había demasiada verdad en ellas.

—Crea usted lo que quiera —ladré.

—Es lo que hago. Y le voy a explicar mis razones para que luego no piense que estoy loco…

Esto no me está gustando nada pero siempre es bueno saber. Quedé atenta a escucharlo.

—A ver…

—Yo conozco muy bien el tipo de mujer que le gusta a Aitor y créame cuando le digo que usted no es su tipo. Nunca se hubiera fijado en usted —aseguró.

—La gente puede cambiar de gustos. ¿No ha pensado en eso? —respondí herida, aunque me estuviera diciendo la verdad.

La tensión se iba acumulando entre los dos. Aquello se estaba convirtiendo en una guerra sin cuartel. 

—Aun cuando hubiera cambiado sus gustos, yo sería el primero en saberlo. Me lo hubiera dicho pero a usted nunca la mencionó —siguió con su análisis.

—La gente también puede guardar secretos…

Se cruzó de brazos en actitud desafiante.

—Señorita, por favor…usted hasta llama mascota a Betto. Él nunca se lo hubiera permitido. Para él, ese animal es como un hijo…

— ¿En serio?

Blanqueó los ojos.

— ¿Se da cuenta?

Esta batalla la estaba perdiendo miserablemente. Tenía que inventarme algo rápido.

—Bueno, eso es para él…pero usted está hablando conmigo —riposté.

—Ya basta de esta farsa, señorita. No sé lo que pretende pero esto no le va a durar mucho. Recuerde que más fácil cae un mentiroso que un cojo…

Asentí con la cabeza, bien sabía yo que así son las cosas. Esto fue un lío que no me busqué pero ya había llegado muy lejos y ahora no iba a retroceder.

— ¿Usted como entró aquí? —pregunté intentando darle otro giro a la conversación y que se olvidara de acusarme.

—Tengo copia de la llave. Una vez Aitor me hizo jurarle que si alguna vez le pasaba algo, yo me encargaría de Betto.

—Ahhh…

— ¿Y usted? —preguntó devuelta.

—Aitor siempre guarda aquí una copia —respondí al tiempo que le mostraba la billetera.

Aquella acción le hizo bajar la guardia. Tomó la billetera en sus manos y reparó que el dinero y todas las tarjetas estaban allí.

—Vaya…puede que seas mentirosa pero eres honesta. Punto a tu favor.

— ¿Piensa seguir acusándome de todo lo que se le ocurra? —le increpé.




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