Un Perfecto Desconocido

 Capítulo 11: MARGARET

 Capítulo 11

 

MARGARET

 

“Michael está corriendo detrás de Kimmy. Tú estás corriendo detrás de Michael. Nadie corre detrás de ti. Acéptalo. Es ella y no tú.”

-My Best Friend’s Wedding-

 

Tragué fuerte y contuve la respiración por un instante. A veces me cuestiono como es que una simple acción impensada ha sido capaz de revolcar mi vida entera de esta manera. Me pregunto si hubiera actuado igual de haber sabido todo lo que se desencadenaría después.

Lucy admiraba a Margaret desde la distancia y emitía sonidos de “ohh”…”ahh”…al verla acercarse.

—Esa es la rubia de la foto, ¿cierto? Vaya que tienes una rival que no le envidia nada a la Taylor Swift…—soltó Lucy admirando a Margaret que ya atravesaba la puerta.

—Justo lo que necesitaba escuchar, amiga —respondí con sarcasmo, aunque demasiado nerviosa para que me importaran sus apreciaciones.

Margaret entró y buscó con la mirada hasta encontrarme. Dirigió entonces sus pasos hasta el mostrador.

A su vez, Lucy se acercó para hablarme en voz baja.

—Te dejo con ella. No te preocupes, yo atenderé los clientes que lleguen —susurró y seguido se hizo a un lado pero no se alejó demasiado. Por suerte, en el negocio siempre hay algo que hacer, así que se quedó organizando la mercancía nueva que había llegado. Sé que sus oídos quedaron prestos a escuchar lo que habláramos.

Margaret me saludó efusiva, como si fuera mi amiga de años y no como a una persona que acababa de conocer y con la que apenas había cruzado un par de palabras en la vida.

— ¡Nazireh, querida! ¡Qué bueno que te encontré! Por un momento tuve miedo de no dar con el lugar o que no estuvieras...—fue el saludo que venía acompañado de una espléndida sonrisa de dientes perfectos y con el aroma de algún perfume francés que yo no podría pagar ni con un mes de salario.

—Hola, Margaret. Que sorpresa verte por aquí…—atiné a responder luego que se me deshiciera el nudo que se me había formado en la garganta cuando la vi venir.

—Bueno, en verdad me he lanzado a esta misión de encontrarte porque la familia te extraña. No has regresado al hospital a ver a Aitor y él también pregunta por ti…como no tenemos tu número de teléfono, me ofrecí para venir a hablarte en persona…—explicó con la mayor simpleza y simpatía que un ser humano pueda mostrar. 

—Es que…bueno…como puedes ver, tengo un trabajo al cual presentarme. No me puedo dar el lujo de ausentarme a cada rato. Espero puedan comprender…—intenté sonar lo más convincente posible.

—Por supuesto que comprendemos. Es solo que te extrañamos. Pero bueno…ahora te diré algo que te hará muy feliz…

Margaret hablaba y no perdía su sonrisa en ningún momento. Es tan encantadora que puedo comprender sin problema la fascinación de Aitor por ella.

— ¿Cómo qué cosa será eso? —dudaba que nada que dijera me haría feliz, desde hacia algún tiempo solo recibía sobresaltos.

— ¡A Aitor lo han dado de alta del hospital! ¿Qué te parece?

—Es una gran noticia. Me alegro mucho, de verdad.  

—Sabía que eso te alegraría. Por ahora estará en la casa de sus padres, hasta que se reponga del todo y pueda regresar a su apartamento. Claro, él seguirá recibiendo terapias…ya sabes por el asunto de la memoria…—añadió.

—Por supuesto, lo comprendo.

—Pero eso no es todo…—su tono ahora encierra algo de misterio y no me gusta. 

Siento una hincada en el medio del corazón. Este es el momento donde presiento que lo próximo que viene será de alguna manera un problema para mí.

Espero a que suelte lo que tenga que soltar y me resigno a lo que venga.

—La familia quiere celebrar que Aitor ya está en casa. Los pobres tuvieron tanto miedo a perderlo que ahora solo piensan en celebrar su vida. Nada grande, solo una sencilla cena para la familia y amigos cercanos. Aitor todavía no está para fiestas, como comprenderás. Será mañana en este restaurante —me informa al tiempo que saca una tarjeta -de su bolso de diseñador, no faltaría más- y la pone en mi mano.

Miro la tarjeta y leo el nombre de un exclusivo restaurante da la ciudad. Me queda claro que la cena no tendrá nada de sencilla. La cabeza me da vueltas de solo pensar que debo asistir.

—No sé si pueda ir…

—Pero que cosas dices, querida. No puedes faltar. ¡Eres su prometida! —me recalca con firmeza, nunca perdiendo su sonrisa.

Me quedo sin palabras. ¿Cómo me zafo de todo esto?

Lo demás pasa muy rápido. Antes que pueda decir nada más, Margaret ya me ha plantado un beso en la mejilla y se está despidiendo.

La detengo. No puedo perder esta oportunidad.

— Margaret... ¿Podrías hacerme un favor? – saco la maldita billetera de mi bolso y la extiendo para que la tome - ¿Puedes entregársela a Aitor? —le pido.

Ella se detiene, observa la billetera pero no la toma. Inclina levemente su cabeza y me responde.

—Mañana podrás devolvérsela tú misma. Será otro gesto que le hará ver lo grandiosa que eres…

Antes de que pueda ripostarle nada, sale de la tienda y me deja allí con billetera en mano. Debí decirle toda la verdad, debí sacarme de encima toda esta maraña. Pero otra vez, caigo en mi propia trampa. Me odio a mí misma porque nunca tengo el valor de hablar cuándo debo hacerlo.

Lucy se acerca, lo ha escuchado todo por lo que no tengo que explicarle nada. Lanza su veneno cuando ya Margaret ha salido de la tienda y su figura se va perdiendo en la distancia.

—Demasiado perfecta la chica. ¿No te parece? A mí la perfección nunca me da buena espina. Tiene exceso de belleza y dulzura…algo se trae…—su comentario es mordaz, sin pizca de condescendencia.




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