Un Perfecto Desconocido

Capítulo 12: LA VERDAD

Capítulo 12

 

LA VERDAD

 

“Eres una canción, un sueño, un susurro, y no sé cómo he podido vivir tanto tiempo sin ti.”

-The Notebook-

 

— ¿No crees que es demasiado escote? —pregunté a Lucy quien insistió en venir a ayudarme a preparar para ese día porque dijo que no confiaba en mi concepto de arreglarme y ponerme bonita.

—Ay, no…tienes que sacarle partido a lo que te dio la naturaleza —dijo mientras me acomodaba el vestido para hacer resaltar mi busto —Tampoco te lo andes subiendo —repetía cada vez que yo reacomodaba la parte superior del vestido porque me parecía demasiado atrevido.

Lucy terminó por arreglarme el cabello, retocarme el maquillaje, insistir en que usara pestañas postizas y hacerme subir en unos tacones que me hacían sentir en el quinto cielo.

—Recuerda mirar a Aitor a los ojos con orgullo y estimación propia. Te paras así…-Lucy hace una pose erecta y con ojos altivos -  Si te vas a despedir de él, hazlo con clase. Hasta con arrogancia, si quieres.

Negué con la cabeza.

—Ay no, amiga. Si apenas he cruzado unas palabras con él y ya me voy a comportar como una diva…no, señorita, eso no me va salir bien —lamenté.

—Tienes poca confianza en ti misma. Escúchame bien lo que te voy a decir…vas a llegar allí majestuosa, paseándote como si fueras la reina de Inglaterra. Luego de que todos te admiren y te digan lo hermosa que estas, le sueltas la bomba. Entonces sales de allí con el mismo orgullo que entraste….es fácil.

La miré incrédula.

— ¿En serio crees que soy capaz de tanto melodrama? Con suerte podré caminar en estos zapatos sin caerme y no se me trabará la lengua cuando le hable…—fue mi nefasto pronóstico.

—Vamos….vamos…ya verás que todo saldrá bien. Y después ¡Te esperamos en el Sapphire.” ¡Vamos a celebrar tu cumpleaños!

Me dio gusto escuchar esa parte. Hasta me hacía ilusión pasar un rato divertido con amigos, lejos de los deberes y el trabajo. Hacía tiempo que no salía a ninguna parte y necesitaba liberar un poco el estrés.

Lucy me acompañó hasta que llegó el taxi a recogerme.

— ¡No te olvides de todo lo que te he dicho! —volvió a recalcarme antes de salir. Ya estaba entrando al auto y ella todavía me gritaba instrucciones a lo lejos.

El taxi me dejó frente a la puerta del restaurante “Forbidden Secrets.” Sé por referencia que es un lugar exquisito de gastronomía mediterránea. De esos con lámparas que se encienden a media luz, meseros vestidos de estricta etiqueta y un pianista que toca melodías suaves y relajantes. El nombre me causa risa porque se traduce como <<secretos prohibidos>>. Bastante acorde con mi plan.

Repasé la mirada por todo el salón buscando a Aitor y su familia. Los ubiqué en una de las mesas al fondo. Estaban allí todos reunidos  incluyendo a Margaret y otras personas que no conocía. Me olvidé inmediatamente de todas las instrucciones de Lucy y me concentré en llegar en una pieza hasta la mesa. Bastante carga tenía encima como para andar con ínfulas de reina.

Aitor se puso de pie en cuanto me vio llegar. La expresión de su cara fue indescriptible, una mezcla de y asombro y alegría.

— ¡Nazireh! —soltó en cuanto me acerqué lo suficiente para escucharlo.

Se veía guapísimo, como siempre lo he visto. Solo que esta vez ya no soy aquella chica desconocida que lo ama en silencio. Ahora soy supuestamente su “prometida.” Ahora me admira, me habla y me toma la mano con gentileza. Todo esto me abruma y no sé cómo sentirme al respecto.

Las miradas de los presentes recayeron sobre mí. Me sentí bajo su total escrutinio pero por sus reacciones pude comprobar que estaban igualmente fascinados con mi presencia. En especial Margaret, quien no lo pensó dos veces para levantarse de la silla y darme un abrazo de bienvenida.

— ¡Te ves preciosa! —dijo. Ella también se veía estupenda, solo que en ella eso es cosa de todos los días.

El resto de la familia asentía gustosa. Me dieron la bienvenida y me indicaron la silla que tenían reservada para mí, justo al lado de Aitor.

—Hoy es un día muy especial, querida. Estamos muy felices de que Aitor te haya conocido y de que estés aquí con nosotros. Ya eres parte de nuestra familia —dijo con emoción la madre de Aitor.

Acto seguido, un mesero se acercó a descorchar la champaña. Todas las copas se levantaron y brindaron por Aitor y por su recuperación. Era evidente que aquello era un momento glorioso, de pura felicidad. Miraba a mi alrededor y solo veía derroche de felicidad. ¿Cómo iba a echárselo a perder?

Pero tenía que hacerlo. Antes de que me arrepintiera y me dejara envolver por el éxtasis del momento. Tenía que hablar. Era ahora o nunca.

—Aitor… ¿Podría hablar un momento a solas contigo? —le pedí con la mayor discreción. El bullicio de las conversaciones del resto de la familia me ayudó a camuflar las palabras.

—Por supuesto, no faltaría más —respondió sin titubear aunque pude notar su sorpresa.

Nos excusamos un momento y caminamos hasta una pequeña terraza que daba a la parte posterior del salón. El corazón lo llevaba a galope y tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para cumplir con lo que me había propuesto.

—Antes que digas nada, quiero ofrecerte mis disculpas porque todavía no te recuerdo. Pero ya he ido recordando lo que pasó aquel día y tengo confianza que poco a poco todo llegará —comenzó diciendo.

—No te preocupes, no es tu culpa. Además, no te he pedido hablar a solas para hacerte reproches —respondí.

Se acercó a mí. Su perfume – que recuerdo tan bien – me embriaga. Es difícil romper el hechizo. Pero en los próximos segundos, con unas cuantas palabras se disolverá la burbuja de nuestra supuesta relación, una relación que nunca existió y aun así me parece tormentosa.




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