Un poco de ti.

Capítulo 6. La fortuna en el café

Asya

—¿Por qué no me hiciste caso? 

Kerem tan solo mantiene baja la cabeza. No está pensando en lo que hizo mal, está ideando nuevos planes para escaparse. 

Yo lo parí, no prácticamente pero si tengo una enorme cesárea que avala mi dicho. 

—Perdón, mami. 

—Que perdón ni que nada — lo regaño —Hiciste todo lo que te dije que no hagas. 

—Sentí mucha adrenalina. 

—Tu tío Kadir es mal ejemplo para ti. Dejarás de verlo. 

—Es mi única figura paterna — extiende sus manitas —¿Por qué lo quieres sacar de mi vida? Eso es malévolo. 

—Ah, resulta que por querer tu bien ahora soy la mala del cuento. 

—Quien sabe — contesta —Yo no. 

—Vete a tu habitación. 

—¿Y si puedo dormir o no? 

—Sí, si puedes. A menos que quieras volver a escapar. 

—Nah, la fiesta esta aburrida — bosteza. —Me gustan más las fiestas de niños. ¿Te conté que hice un amigo? Se llama Taner y me invito a su casa. 

—No tienes permiso para ir a su casa. 

—Luego no me digas asocial, mami ni que estás preocupada porque no salgo de mi habitación. 

—Así que quieres seguir discutiendo conmigo. 

Lo escucho ir apresurado hacia su habitación antes de que en verdad lo castigue. 

Se ha escapado mientras yo dormía y fue a la casa de enfrente. 

—¿Qué ha pasado? — me pregunta Hope cuando aparece. —Ansel sabe de Kerem. 

—Kadir, todo por culpa de mi hermano— maldigo —Él se llevó a Kerem sin mi permiso, y fue directamente a presentarlo a Ansel. 

—¡Que hijo de perra! Te juro que lo mataré cuando lo vea. 

—Y Kerem se volvió a escapar después. 

—¿Viste a Ansel? 

Para mí terrible suerte, sí. 

—Está muy cambiado — le cuento. —Los años no han pasado en vano. 

—Es la mejor frase para decir. “Esta mejor que nunca” y si, el maldito sigue condenadamente guapo. 

—Y arrogante, como siempre. 

—Los defectos nunca se van —canturrea —Ayer me dijo que sabía en donde estabas, no entendí pero hoy que lo he vuelto a ver me ha dicho que te ha visto. 

—¿Crees que empiece a preguntar sobre Kerem? 

—Le podemos decir que su papá es Elijah. 

—No puedo construir una mentira sobre otra; nuestros padres creen que el papá de mi hijo esta muero y Elijah también lo cree. 

—Mierda, entonces tendremos que crear una lápida d falsa para que sea bastante creíble. 

—Si Ansel te pregunta dile que el papá de él está muerto.  Y por nada del mundo le digas su edad. Kerem también sabe que tiene que mentir y decir que tiene tres años. 

—¿Le enseñas a mentir a tu hijo? 

—No me vengas a dar clases de ética a este nivel de mi vida. Ya bastante tuve con lidiar todo este tiempo con las mentiras. 

Me crecerá la nariz como a Pinocho. 

—Pero Kerem sabe que no tiene tres años. 

—Hope… creo que fue mala idea venir. — me siento y pienso mejor las cosas. —No pensé en lo que está pasando.  

—No, Asya. No puedes huir toda la vida. Ansel no tiene ningún derecho sobre ti y él  niño. Haz criado sola  a Kerem, recuerdas que él te llevo a abortarlo. 

—Pero si se da cuenta que es su hijo y que no aborte. 

—No lo estás obligando a ninguna responsabilidad. Él puede firmar que se deslinda de cualquier responsabilidad ya que fue tu decisión tenerlo. 

Eso me parece bien. 

—¿Y crees que quiera hacerlo? 

Hope se muerde  el labio y niega. 

—Lo dudo. Ansel pudo haber cambiado de parecer en estos años. Quien sabe y se arrepienta de haberte llevado a la clínica y saber que no abortaste puede ser una salvación para él. 

—Yo prefiero que se siga hundiendo en el arrepentimiento y la miseria de su propia conciencia — escupo —Créeme que haré todo lo que sea para que jamás se acerque a mi hijo. 

—Y yo te ayudaré. 

Como siempre, mi hermana apañando todas mis decisiones ya sean buenas o malas. 

—Ve a dormir, ya mañana pensaremos mejor las cosas. 

Me meto a la habitación y cierro la puerta. 

No puedo sacarme de la cabeza la imagen de Ansel… tenerlo enfrente. 

Lo quise tanto… pero tanto. 

—Recuerda que fuiste tu juguete por seis meses, Asya. — me digo a mi misma. —No puedes valorarte tan poco para permitir que pase de nuevo. Nunca más. 

Nunca más. 

—¡Buenos días! — Kerem saluda a todo el que se le pone por enfrente. No importa quien sea, él saluda a todo mundo. 

La señora le contesta el buenos días con una sonrisa. 

—¡Buenos días! — ve al jardinero y también lo saluda. El hombre se quita el sombrero como respuesta. 

—Ya, cariño. 

—No, mami. Tu dijiste que debo saludar cortésmente. 

—Pero a veces te pasas. 

Me fulmina con una mirada. 

Una señora pasa con su perrito y Kerem también la saluda, lo malo que esa mujer es muy conocida. 

—Buenos días. — hasta mueve su manita. 

Adalet se detiene y me enfoca. 

Es nada más y nada menos que la mamá de Ansel. 

—¿Asya? — abre la puerta del jardín y entra, el perro orina sobre las flores preferidas de mamá. —Dios, qué gusto verte. 

—Hola, señora Adalet. ¿Cómo le va? 

—Oh, muy bien. ¿Y este hermoso niño quien es? — Kerem sonríe. Le gusta que lo halaguen. Es igual a su papá… 

—Es mi hijo— digo firme. —se llama Kerem. 

—Hola, Kerem. Eres un niño muy guapo. 

—Sí, lo se — responde prepotente. 

—No sabía que te habías casado, Asya ¿y tu esposo? 

—En el cementerio — responde mi hijo—Papá está muerto. 

—Oh, santo cielo. 

—Es verdad. Murió antes de que mi hijo naciera, exactamente tres semanas después de saber que estaba embarazada. 

—Oh, cariño. Lo lamento tanto. ¿Por qué no vienen tú y tu hijo a casa? Mi hija estará hoy aquí, así puede jugar con mi nieto. 

—Oh, no señora… 

—¡Te estaré esperando!

Se aleja sin esperar una respuesta negativa. 

Miro a mi hijo con mala cara. 

—Ves lo que logras por saludar a todo mundo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.