Ansel.
—¿Y Asya?
—Se fue, mamá. Se ha ido hace dos minutos.
—Oh, por Alá. Le estaba leyendo la fortuna — se queja.
—Te he dicho que las personas se van desde que mencionas fortuna, mamá. Nadie quiere saber que le prepara el futuro, es tétrico.
—Patrañas, todos quieren saberlo.
No, yo soy la excepción.
—Es raro que regrese con un hijo ¿no? Siempre fue muy callada, tímida.
No lo era conmigo.
—Así es, el papá debe ser muy afortunado de haber tenido a una mujer como Asya.
—Y un hijo tan hermoso—Chista —Y tu mejor ve pensando en darme nietos pronto, no me hago más joven.
Nietos… si mamá supiera.
—Tienes uno.
—Uno no es ninguno, cariño. Mamá quiere más bebés en esta casa, uno no es suficiente.
Ya vamos con la conversación que me ha hecho desde que tenía quince años.
—Ya me voy.
—Pero tu papá no ha venido. ¿No lo piensas esperar?
—No, vendré luego. Hay una par de cosas que tengo por hacer — miento. —Después hablamos.
Me despido de mi madre y salgo de su casa.
Al salir a la calle veo hacia la dirección donde vive Asya y su familia. Me subo al auto y conduzco hacia esa zona, no veo a nadie afuera, sin embargo, por una ventana logro ver a la sociable psicopata de su hermana.
Se me queda viendo con cara de pocos amigos y luego hace una mueca dando a entender que estoy muerto. No tanto como ella.
Quito mi vista de ella y la pongo en el movimiento de la puerta, Kerem y Asya vienen hacia fuera. Los veo tomadas de la mano y caminar por la acera. Es mi momento.
—Hola —les hablo.
Kerem me mira sonriente pero Asya no.
—Pensé que había sido clara— aprieta fuerte la manita del niño —Te dije que no te quería cerca de nosotros.
—Solo intentó reponer las cosas.
—¿Asya? — No me había dado cuenta que al final de la calle hay un tipo esperándola. —¿Todo está bien?
—No, este hombre no deja de seguirme.
El tipo con corte raro trata de intimidarme con una mirada. Lo único que puedo notar es que él es mayor que Asya y yo juntos.
—¿Tienes algún problema con mí chica?
Sonrío con los dientes apretados.
—¿Tú chica? — vaciló.
—Así es. Es mi chica y tú la estás molestando.
Volteo a ver a Asya pero la descarada no es quien de verme a la cara.
—No sabía que Asya estaba casada.
—Eso no es de tu incumbencia, te pido amablemente que la dejes en paz, por favor. No quiero problemas.
Tendrá sinfín de problemas si sigue merodeando a Asya. Ella es un par de piernas bonitas pero también un círculo rojo de peligro.
Todo lo que tiene que ver con ella termina explotando en cuestión de minutos. Hablo desde mi experiencia.
—Luego hablaremos tú y yo — me dirijo a ella. —Adiós, Kerem.
—Adiós, Ansel. ¡Hasta pronto!
Ese niño es encantador.
Al llegar a mi dulce hogar, que termine compartiendo con Pearl, lo primero que encuentro es a ella sentada parece lista para ir a alguna fiesta.
—¿Qué haces? — le digo.
—Te estaba esperando, tengo buenas noticias.
—¿Sobre qué? — dejo mis llaves en el mueble.
—Creo que estoy embarazada — susurra aguantándose una alegría inigualable.
No creo que sea posible.
—¿Y por qué crees eso?
—Porque tengo todos los síntomas. Investigue en internet y dice que puede ser un embarazo.
—No creas todo lo que ves en internet.
—¿Por qué no te puedes alegrar? Vamos a tener un hijo— chilla emocionada.
No estoy para nada feliz, de hecho tengo razones para no estarlo y que ella me salga con que esta embarazada a lo mejor es un punto a mi favor.
—Dudo que lo estés.
—Claro que lo estoy— afirma.
—Ni siquiera te has hecho una prueba de verdad.
—No la necesito.
Que mujer tan terca.
Y si tiene razón y está embarazada, lo más probable es que ese hijo no sea mío.
—Hablaremos después.
—¿A dónde vas?
—Tengo muchas cosas que hacer, Pearl. Solo vine a ducharme.
Tal vez con el agua fría pueda sacar de mi cabeza la imagen de Asya. Me hastía que haya vuelto y no poder hablar con ella como dos personas civilizadas, a lo mejor no soy coherente con mis palabras o no lo fui pero quiero hablar con ella.
Salgo de casa de nuevo sin despedirme de Pearl. No quiero que empiece con que la dejo mucho tiempo sola y cosas así.
Debo ir por unos documentos a la empresa.
De camino me topo a Kadir.
—Oye, te estaba buscando ¿donde andabas?
—Fui a casa de mi madre.
—Por cierto, mi mamá tiene una pequeña fiesta hoy. Es su cumpleaños. ¿Vienes?
Iré, aprovecharé cualquier momento para intentar hablar con Asya. Esta vez no va a poder decirme que no.
Es una mujer cambiada, inmensamente en todo el sentido de la palabra. A la Asya de hace cuatro años la habría podido domar con el pensamiento pero está, parece que en serio no quiere saber nada de mí.
—Tenlo por seguro.
***
Si Asya no quiere verme aquí, tendrá que hacerlo. No tiene otra opción, me verá la cara en su propia casa. No hubiera querido venir pero mis ganas por verla son mayores.
—¿Qué carajos estás haciendo aquí?
La maravillosa y lengua venenosa de Hope.
—Tu hermano me invitó — digo sonriente. Cualquier cosa con tal de sacarla de sus casillas.
—Eres un descarado para venir aquí sabiendo que está mi hermana.
—Exactamente por eso vine. Tu hermana y yo tenemos tantas cosas que hablar— le doy un sorbo a mi copa de vino.
—Mi hermana no va a hablar contigo.
—¿Y por qué no? — repito —Lo que tenemos que hablar es entre tu hermana y yo, no debes entrometerte.
Piensa que cualquier cosa que haga va a impedir que Asya y yo hablemos.
—Eres un descarado, no debes ni siquiera estar aquí. ¿Crees que no se lo que le hiciste a Asya? Ni siquiera la amabas. ¿Por qué la buscas ahora?