Un Poco Más Cada Día: Sandra siendo Sandra

Capítulo 14: La Decisión Crucial: El Peso de la Tierra

Receta: Majarete: El apego que se diluye. Ingredientes: Maíz, leche de coco, canela. Preparación: Cocinar lentamente hasta que espese y se despegue del fondo de la olla, indicando que está listo para separarse. Es el apego a la tierra natal que, a veces, debe diluirse, disolverse en la necesidad, para poder avanzar, para encontrar un nuevo fondo donde asentar el futuro, por lejano y desconocido que parezca, dejando atrás lo que una vez fue sólido.

Con cada mes que pasaba, la crisis económica en Venezuela se volvía más opresiva, como un abrazo de hierro que asfixiaba la vida y la esperanza, estrangulando cualquier atisbo de futuro. La ciudad se desdibujaba bajo el peso de la escasez. Los apagones eran constantes, sumiendo la ciudad en una oscuridad intermitente que trastocaba la rutina y la paz de sus habitantes, el agua escaseaba con una crueldad exasperante, y la sensación de inseguridad en las calles se volvía insoportable, un miedo palpable que se adhería a la piel como una segunda sombra, acompañándolas a todas partes, incluso en la intimidad del hogar. Las noticias de amigos y conocidos que abandonaban el país se multiplicaban, un flujo constante que dejaba tras de sí un eco de desesperación en el aire, una invitación silenciosa, casi una súplica, a la huida, al escape de una realidad insostenible que parecía no tener fin. Beatriz, que siempre se había aferrado a su tierra con la tenacidad de las raíces más profundas, con el amor inquebrantable de quien ha nacido de ella y la lleva en la sangre, comenzó a sentir que las paredes de su pequeño apartamento se cerraban sobre ella y Sandra, asfixiándolas lentamente, quitándoles el aire vital, el espacio para respirar. ¿Era justo que su hija, ahora una profesional brillante y prometedora, con un futuro por delante y la capacidad de ayudar a otros, creciera en un entorno donde lo más básico era una constante preocupación, un lujo inalcanzable para muchos, donde la vida se volvía una lucha diaria por la supervivencia?

Las noches sin dormir se llenaron de cálculos febriles y simulaciones mentales, un torbellino incesante de pros y contras que la mantenían despierta, agotando su mente. Revisaba mapas exhaustivamente, investigaba opciones de visas con una minuciosa atención a los detalles, buscando la menor fisura en la burocracia, buscaba información sobre trabajos en otros países, en un intento desesperado por encontrar una salida, una alternativa viable, una luz al final del túnel más oscuro. La idea de emigrar, que antes le parecía una traición imperdonable a sus raíces, a su identidad, a todo lo que amaba y la definía como venezolana, ahora se presentaba como una necesidad imperiosa, una tabla de salvación en medio del naufragio inminente de su país, una obligación para el futuro de Sandra. Era una decisión desgarradora, teñida de una profunda tristeza y de la agonía de la despedida, de lo que dejaría atrás para siempre. Dejar a sus padres, la poca familia que le quedaba y que la había apoyado incondicionalmente, el único hogar que Sandra había conocido y amado. Pero la visión de un futuro sin escasez, sin el miedo constante, sin la lucha agotadora por la supervivencia, era una promesa demasiado fuerte para ignorar, un llamado que resonaba en lo más profundo de su ser, en cada fibra de su existencia, más allá de la razón. Beatriz se encontró en una encrucijada, con la vida de Sandra en sus manos, sabiendo que una decisión trascendental se acercaba, una que cambiaría para siempre el rumbo de sus vidas, marcando un antes y un después irreversible, como el majarete que se diluye, dejando su apego atrás.




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