Un Precio Que Pagar

Capítulo 1

"Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidarse es difícil para quien tiene corazón."

Gabriel García Márquez.
 

San Pedro Pochutla, Oaxaca, México.

Actualidad...

Con paso cansado luego de una extensa jornada laboral, dejó atrás las instalaciones del centro de salud en el cual trabajaba desde hace ya varios años como médico de planta. Recorrió con presteza la distancia que lo separaba de su automóvil, ignorando la mirada que con insistencia ejercía presión sobre su nuca.

Los pasos apresurados tras de sí no se hicieron esperar.

—¡Mateo!, por favor aguarda un momento. — la voz jadeante de Miranda cortó el aire durante unos segundos.

Sin tener ganas de ser descortés, no pudo evitar rodar los ojos con desgano antes de voltear en dirección a la chica que ya casi lo alcanzaba a pasos torpes, encaramada en vertiginosos tacones que golpeteaban frenéticamente sobre el asfalto.

—No me respondiste nada al final... ¿Me aceptas una salida esta noche? Extraño pasar tiempo contigo. —Deslizó una mano por el fornido brazo que tantas veces había acariciado, batiendo sus pestañas antes de hacer contacto visual con él, no obstante, la mirada seria que recibió en respuesta la desanimó en seguida— Solo como amigos... ya sé que lo nuestro no...

—Lo intentamos, no resultó y es mejor que así se quede Miranda —frustrado, llevó su mano al cabello, en un intento de recobrar paciencia—. De verdad lo consideraría si no fuera porque tengo mil cosas en mente en este momento.

Deslizó sus dedos por las hebras sintiendo como poco la calma comenzaba a ganar terreno en el torrente de sus venas, por lo que optó por escudriñarla intentando develar sus intenciones.

Miranda clavó su mirada a la suya con devoción, demostrando que su afecto seguía intacto y que sólo deseaba estar con él.

—Desconozco el motivo por el que me rechazas, pero sea por lo que sea quiero que sepas que de verdad te quiero y mi intención es amarte, como te he demostrado hasta el momento. ¿Qué te impide amarme también? Sé que te gusto mucho, pero no logro comprender que más necesitas —suspiró sin apartar la mirada de esos profundos ojos que la derretían.

Mateo tragó en seco, sintiendo una presión latir con agresividad en su garganta. Miranda tenía razón, le gustaba a rabiar, era la chica perfecta y no dudaba que lo haría el hombre más feliz del mundo, pero por desgracia ella no era...

Tragó en seco bajando la mirada.

Ella no era Charlotte.

Y una vez más la sombra de la mujer a la que amó con devoción era mayor a todo, impidiendo que pudiera amar en totalidad a alguien más, pese a todos los intentos que había realizado, resultando todos y cada uno de ellos en rotundos fracasos.

—Dime a qué te aferras que te impide amarme... —imploró acariciándolo con su cálido aliento a esa distancia tan mínima— Si es alguien de tu pasado, puedo intentar hacer lo que esté en mis manos por hacerte feliz y... Hacerte olvidar.

Mateo vislumbró la belleza de su mirada y se reprendió por no ser capaz de valorar y amar a esa hermosa chica cómo lo merecía. Pero por desgracia no lograba sentirse libre a la magnitud necesaria como para volver a enamorarse. No luego de haber perdido a Charly.

—Está bien —accedió al fin, viendo la radiante sonrisa que se dibujó al instante en el atractivo rostro de Miranda—. Esta noche pasaré por ti a eso de las nueve para que vayamos a cenar.

Sin ser capaz de contener la emoción y el intenso rubor que coloreó sus mejillas, lo estrechó entre sus brazos de manera fugaz, tan solo un instante antes de dar media vuelta y regresar sobre sus pasos con esa sonrisa de oreja a oreja aun hermoseando su rostro.

Tan solo a unos segundos de verla alejarse, se introdujo con rapidez al interior del auto aprisionando el volante entre sus dedos con fuerza durante unos segundos antes de activar el encendido y desaparecer de allí.
 

Tan solo a unos segundos de verla alejarse, se introdujo con rapidez al interior del auto aprisionando el volante entre sus dedos con fuerza durante unos segundos antes de activar el encendido y desaparecer de allí


Mazunte, Oaxaca, México.

Durante el trayecto de retorno a casa y como cada día, pasó por fuera de la casa en la que tantas veces había disfrutado de la compañía de Charlotte, durante tantos años.

Sin poderlo evitar, detuvo la marcha por completo por un momento para observar la casa con mayor detención, sacudiendo la cabeza ante la gran cantidad de recuerdos que impactaron como un tifón contra su mente. ¿Cuándo había sido la última vez que la había visto en el pueblo?

Se rascó la cabeza, pensativo. Desde que ella se había convertido en una exitosa ejecutiva, eran cada vez menos recurrentes sus visitas. ¿Tanto la había cambiado el estar en esa gran ciudad?

Bien, era cierto que al comienzo venía de visita a menudo, no lo podía negar. Pero esas visitas cada vez fueron distanciándose más la una de la otra. De hecho, su última visita había transcurrido hace unos dos años si mal no recordaba.

Todos en el poblado sabían que su apretada agenda laboral no le permitía contar con mayor tiempo. O eso era lo que explicaba de forma recurrente Carmen, su madre.

Sintiendo de manera tangible como la nostalgia se hacía lugar a la fuerza en su cuerpo, dio una mirada fugaz a la que fue en tiempos pasados la ventana de su habitación y dejó salir un gran suspiro. Quién sabía cuánto tiempo o cuántos años más transcurrirían hasta verla una vez más por allí.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.